El gobierno de Trump no quiere estadounidenses en Cuba

Kim Kardashian en La Habana en mayo de 2016. Foto: Desmond Boyland / AP.

Kim Kardashian en La Habana en mayo de 2016. Foto: Desmond Boyland / AP.

No han sido aportadas todavía evidencias probatorias de los ataques acústicos contra funcionarios diplomáticos en Cuba, y las comunicaciones sobre el tema han estado en el nivel de las cancillerías, sin embargo, el gobierno del presidente Trump ha reaccionado una vez más como suele hacer, subiendo la parada. Lo de hoy ha sido un frenazo de los que hacen marcas en el pavimento.

Por el momento, se han dado a conocer tres medidas que afectan sensiblemente la salud de las frágiles relaciones entre los dos países y que dejan en ascuas a sus ciudadanos:

la retirada de parte de su personal en la embajada en La Habana, en lo que podría ser visto como el prólogo de un cierre definitivo;

la suspensión indefinida del otorgamiento de visas a cubanos para visitar Estados Unidos: una patada en el estómago de las familias cubanas que durante los últimos años multiplicaron sus posibilidades de contactos;

y el llamado a los ciudadanos de ese país para que se abstengan de visitar Cuba, alegando aspectos de seguridad.

El anuncio del Departamento de Estados indica que los mencionados incidentes contra diplomáticos ocurrieron no solo en sus residencias sino también en hoteles.

Aunque el Departamento de Estado reconoce no tener “informes de que ciudadanos privados estadounidenses se hayan visto afectados”, y tampoco “respuestas definitivas sobre la causa o la fuente de los ataques” se ha emitido una advertencia de viaje.

“Los Gobiernos de los Estados Unidos y Cuba todavía no han identificado a la parte responsable”, reafirma la nota dirigida al público general.

Pero, advierte Washington, “el Gobierno de Cuba es responsable de tomar todas las medidas apropiadas para prevenir ataques contra nuestro personal diplomático y los ciudadanos estadounidenses en Cuba”. Así lo expresa el documento inclinando el dedo acusador hacia La Habana.

“Debido a que la seguridad de nuestro personal está en riesgo y no podemos identificar la fuente de los ataques, creemos que los ciudadanos estadounidenses también pueden estar en riesgo y advertirles que no viajen a Cuba.”

Algo que se veía venir

Desde que a mediados de agosto de este año se estrenó la saga de los ataques acústicos, muchos analistas identificaron que a esta historia, –a lo James Bond como afirmó CNN–, se le siente en la distancia el tufillo de pretexto organizado para congelar o revertir el estatus actual de relaciones entre ambos países. Trump parece decicido a borrar el legado de Obama sobre el tema Cuba.

La reacción comienza a sentirse. El estadounidense Collin Laverty, presidente de la organización Cuba Educational Travel dedicada a programas de intercambio people to people, opinó, a través de una declaración pública, que “la advertencia de viaje es absolutamente innecesaria y contraproducente y sólo perjudicará a los estadounidenses y cubanos. ¡Debe ser levantado inmediatamente!”

“Una embajada estadounidense más pequeña incapaz de emitir visados ​​para familias separadas, empresarios que viajan a los Estados Unidos para programas de capacitación y científicos, académicos y otros involucrados en importantes cooperaciones bilaterales causarán daño significativo al pueblo estadounidense y cubano.”

La Habana recibe primeros vuelos regulares de los Estados Unidos

Un no tras otro

A mediados de junio Trump hizo anuncios dirigidos a recortar las posibilidades de viajes a Cuba desde Estados Unidos. En ese momento decidió prohibir de forma tajante el viaje individual autodirigido, complicar la burocracia y el monitoreo de cada viaje para asegurar el cumplimiento de las restricciones impuestas contra los estadounidenses, mediante el bloqueo a Cuba.

Hasta el momento las regulaciones anunciadas no han entrado en vigor.

Los ciudadanos estadounidenses o los residentes en Estados Unidos que nacieron en Cuba o que son descendientes de cubanos pueden hacer visitas a sus familiares de primer grado (padres, hijos, hermanos o cónyuge) o de segundo grado (tíos, primos y primos segundos) sin límite de frecuencia o duración de las visitas.

Nunca como turistas simples y llanos, aunque en los últimos meses varias líneas aéreas y compañías de cruceros traen a la Isla personas con bañadores que se hospedan en hoteles o en casas de renta particulares.

De hecho, la más importante compañía mundial de alquiler turístico privado, AirBnb, confirmó que Cuba es el país donde el número de ofertas crece más rápido, con más de 22 000 anuncios.

Turistas no, turismo sí

En lo que va de 2017, confirmó esa compañía, Cuba está entre los diez países más solicitados en Airbnb por los turistas estadounidenses, por delante incluso de países tan atractivos como Australia, Alemania, Holanda y Tailandia.

Los ingresos de los cubanos que alquilan habitaciones o casas a través de Airbnb sumaron unos 40 millones de dólares desde abril de 2015. Dinero que fue directamente a los bolsillos de familias cubanas interesadas, tanto como los grandes conglomerados turísticos estatales, en convertir a Cuba en un apetecible destino para el potencial mercado estadounidense.

Una parte importante del medio millón de cubanos que tienen licencias para trabajar por cuenta propia se dedican a actividades que complementan servicios necesarios al turismo como el transporte, la gastronomía y la hostelería.

En 2016, 613 000 personas viajaron de Estados Unidos a Cuba, de ellos 329 000 cubanoamericanos y 284 937 norteamericanos. Esas cifras significaron un crecimiento de 74 por ciento de crecimiento respecto a 2015. La misma tendencia se mantiene este año, según informó hace varias semanas José Luis Perelló, profesor universitario y analista sobre temas del turismo en Cuba.

En ese mismo año, 2016, más del 12 por ciento de los estadounidenses que viajaron a Cuba dejaron sus dineros en manos privadas: ellos lograron alojamientos por Airbnb.

“Por primera vez en décadas, algunos viajeros estadounidenses autorizados pudieron compartir el pan con anfitriones cubanos en las mesas de la cocina en toda la isla”, indicó un informe de la gigante startup de Internet.

“No son solo los viajeros que visitan Cuba los que se benefician, también muchos cubanos que nunca habían conocido a visitantes extranjeros y especialmente estadounidenses, han descubierto que el diálogo y el mutuo entendimiento funcionan”, remarcó entonces el informe de la plataforma con sede en San Francisco, California.

Pura política

La advertencia emitida hoy por el Departamento de Estado seguramente va a significar una pausa abrupta a esa dinámica.

Gisela, una cubana de 45 años que renta un apartamento en La Habana Vieja, ha recibido esta misma tarde un mensaje de una clienta que ya tenía reservados varios días de su casa y que ahora se muestra preocupada e indecisa.

“We just saw this in the news. What is your opinion?”, le escribió la señora desde Hollywood, en Florida.

“No sé ni qué responderle, se lamenta Gisela. Voy a decirle que es un tema de la política. Ella parece que no sabe que estuvimos más de 50 años sin embajada y no pasó nada. Ya no saben que más hacer para que no vengan los turistas americanos”.

Cuba's Comeback: Visitors Welcome

Come to Cuba, please

No escampa. No solo porque desde hace varios días llueve en La Habana. Sino porque esta escalada del gobierno de Estados Unidos llega poco después de que Cuba fuera atropellada por el huracán Irma, teniendo que afrontar su pobreza e ineficiencia acumulada, bajo la presión persistente del bloqueo contra la Isla.

La imagen de La Habana sumergida, de pequeñas ciudades del norte del país arrasadas por el vendaval, con cortes de carreteras, servicios básicos, etc., se diseminó en televisoras y redes sociales y ha resultado tener un impacto muy adverso sobre el turismo, una de las principales fuentes de ingreso para la economía estatal y privada en Cuba.

Hace muy pocos días, el ministro de Turismo, Manuel Marrero, confirmó que durante el mes de septiembre hubo una caída del 50 por ciento de llegada de turistas al país.

Aunque las autoridades sostienen con increíble optimismo que todo estará listo para la próxima temporada alta, es de suponer que los efectos de este desastre durarán. Y encima, Trump…

 

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