Hotel Capri entre la leyenda y la realidad

Con el encanto de los años 50, como recién salido de una película de gánsteres, se yergue el Hotel Capri, uno de los más emblemáticos hoteles de La Habana que, ahora renovado, vuelve a vestir sus mejores galas.

Cuentan que fue financiado por el Sindicato de la Mafia de los Estados Unidos, y que a su inauguración, en la noche del 27 de noviembre de 1957 asistió el mismísimo Santos Trafficante. Lo que sí es un hecho comprobado es que el hotel fue construido por el arquitecto Jaime Canavés, y según afirma el investigador Ciro Bianchi: “La mafia lo que arrendaba era su lujoso casino, por 25 mil dólares al año, y a su vez costeaba el que en poco tiempo se convertiría en uno de los más famosos cabarets de aquella Habana”.

Pero esta historia había comenzado poco antes, cuando en 1955, el entonces presidente Fulgencio Batista promulgó la Ley de Hotel 2070. La legislación, de la que comenzaron a beneficiarse conocidos capos de la época, ofrecía incentivos fiscales, préstamos del gobierno y licencias de casinos a cualquiera que deseara construir hoteles de más de un millón de dólares en La Habana.

Amparados en este proyecto nacieron hoteles como el Habana Hilton (hoy Habana Libre), Habana Riviera, Saint John y el propio Capri, que debe su nombre a la conocida isla italiana localizada en el Mar Tirreno, al sur del Golfo de Nápoles.

El Capri se inauguró con más de 200 habitaciones y su construcción tuvo un costo total de cinco millones 500 mil pesos, equivalentes a dólares. Entre sus atractivos, una piscina en el piso 18 desde la que se puede ver el Malecón, El Morro, y parte del paisaje citadino. Aquí fueron filmadas las escenas de la película de Carol Reed “Nuestro hombre en La Habana” y del filme de Mijail Kalatazov “Soy Cuba”.

Desde los primeros momentos, el Capri se convirtió en un hotel de moda, y se explotó a toda capacidad. Entre sus huéspedes hubo no pocos millonarios a los que no les importaba demasiado perder unos miles en los giros de la ruleta y en el ir y venir de las cartas. George Raft, el conocido actor estadounidense, fungía como anfitrión, atrayendo visitantes al casino y al cabaret.

En el transcurso de más de 50 años, este escenario, testigo del debut de Juana Bacallao, ha visto desfilar también a figuras del calibre de Omara Portuondo, Moraima Secada, Elena Burque, Clara y Mario, Tito Gómez, Enrique Jorrín, por solo citar algunos.

Por los pasillos del Capri, caminaron alguna vez cantantes como Frank Sinatra, Nat King Cole, Lucho Gatica, Pedro Vargas, Libertad Lamarque, Ana Belén y Víctor Manuel. Actores como Gregory Peck, Jack Lemmon, Rubens de Falco, Robert de Niro, Harry Belafonte, Francisco (Paco) Rabal, estuvieron entre sus huéspedes ilustres. El hotel se honra de haber acogido a personalidades como Mario Benedetti, Eduardo Galeano y Salvador Allende.

Con su aval de décadas de historia, y tras más de diez años cerrado, el Capri apuesta hoy al futuro.

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