El gusto por tocar

La Universidad de las Artes de Cuba (ISA) fundó hace tres años una Orquesta Sinfónica cuyos músicos son, en su mayoría, estudiantes y profesores de la escuela. Esta orquesta ha desarrollado un arduo trabajo que le confiere hoy un reconocido lugar entre las sinfónicas de su tipo en la Isla.

Su director, José Antonio Méndez Padrón (Pepito, para muchos) es un joven recién egresado de la institución. Conversamos con él para conocer detalles acerca de la Orquesta que dirige y de su afición por la música.

¿Cómo surge la Orquesta Sinfónica del ISA?

Nuestra orquesta lleva tres años de fundada desde su primer concierto oficial, un 27 de enero de 2009, pero desde dos años antes jóvenes estudiantes de la Universidad, algunos amigos músicos profesionales y del Grupo Ars Longa comenzamos a realizar conciertos juntos, un poco para suplir la necesidad que teníamos para el trabajo con música de cámara y orquesta, labor que todo músico debe desarrollar pues pocos llegan en su carrera a ser solistas; de manera que debemos prepararnos para pasar la mayor parte del tiempo sentados en el atril de una orquesta, lo cual, por supuesto no es un trabajo o una música menor.

Con anterioridad no teníamos la infraestructura para respaldar una orquesta en cuanto a cantidad de estudiantes. Para el primer concierto de 2009, que tuvo todo el apoyo de la Facultad de Música, de la decana de aquel entonces, Mivian Ruiz, se llegó a un convenio con las escuelas de nivel medio –Escuela Nacional de Arte, el Conservatorio Amadeo Roldán, la Escuela Profesional de Música de Matanzas– que nos permitió unir a estudiantes de varias generaciones e instituciones con el fin de lograr la plantilla de una orquesta sinfónica (entre 50 y 70 músicos).

En este primer concierto inaugural comenzaron las relaciones con la organización Mozarteum Internacional: con anterioridad sus directivos habían estado en Cuba por el aniversario del nacimiento de Mozart develando una estatua del compositor austriaco en La Habana Vieja, y así surge este proyecto de apoyar y ayudar a nuestra orquesta juvenil.

¿Qué peculiaridades tiene la Orquesta Sinfónica del ISA?

Una característica que creo no se ha perdido durante estos tres años es el deseo en los estudiantes de hacer música: más allá de que sea para muchos una asignatura y un trabajo para otros –porque dentro de la orquesta tenemos cerca de siete maestros ensayadores– lo que debe primar siempre es el gusto y el deseo por tocar, que se ve reflejado en la energía del concierto. Eso es algo que no se ha perdido y espero que siga así, porque cuando los músicos van a tocar por compromiso, aunque la ejecución sea técnicamente perfecta, la música no fluye igual.

¿Cómo es la relación de la Orquesta con el Lyceum Mozartiano?

El Lyceum Mozartiano de La Habana responde, por supuesto, al Lyceum Mozartiano Internacional. Como parte de nuestra interacción con esta organización todos los años trabajan con nosotros directores internacionales como el belga Ronald Zollman, el argentino Jorge Rotter y el inglés Walter Reiter, con quienes hacemos un concierto durante su estancia en Cuba. Además, vienen un maestro de violín y otro de música de cámara para realizar talleres con los estudiantes de la Orquesta.

Por otra parte, aunque su política es defender la música de Mozart en el mundo, nunca nos han impuesto que nuestros conciertos sean todos con música de este compositor.

¿Cómo ha evolucionado la Orquesta tres años después de su fundación?

Desde nuestro primer concierto hasta este momento la Orquesta ha ganado mucho, en cuanto a la cantidad de estudiantes y a la calidad de las interpretaciones. Los repertorios también han ido aumentando, al igual que el desarrollo profesional de los alumnos, gracias al trabajo con los maestros y a la labor sostenida de los muchachos.

¿Y cómo es para ti el dirigir a músicos que a veces tienen tu edad o la sobrepasan?

Yo me gradué el año pasado de dirección de orquesta, anteriormente me había graduado de dirección coral, y desde mi primer año en el ISA comencé a hacer música con profesionales de mi edad y otros más jóvenes. Para mí lo importante es lograr la interacción entre todos los miembros de la orquesta, porque al final, como joven que soy, no me las sé todas, ni mucho menos –la música es amplísima para pensar que uno tiene toda la verdad–. Así que nunca impongo las cosas sin tener el consentimiento de los miembros de la Orquesta, sin que cada uno esté convencido de que lo que estamos haciendo es lo que debe hacerse.

A mi juicio es fundamental esta interacción y de esta dinámica he aprendido mucho, no solo de los músicos profesionales que tenemos en la agrupación, sino también de los más jóvenes, de los estudiantes, que están ávidos de conocer, que hacen muchas preguntas, que te obligan continuamente a reflexionar sobre por qué estás haciendo la música. Para mí ha sido un placer, realmente, y yo diría que casi el 50 por ciento de lo que sé es gracias a este proyecto.

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