Eusebio Leal ha muerto

Cuba pierde uno de sus más sabios y útiles hijos.

Foto: Alejandro Ernesto Pérez Estrada

La mano tiembla al escribirlo: Eusebio ha muerto. Otra vida que se nos va en un momento en el que más se le necesitaba, justamente después del aniversario 500 de su amadísima Habana. No se trata de inventariar sus numerosos méritos y condecoraciones — sin dudas merecidísimos— por la obra de toda una vida. Ni los Honoris Causa recibidos en La Habana, Atenas, Roma o Montevideo. Ni su condición de miembro distinguido de la Smithsonian o de la Academia de la Historia de Cartagena de Indias. Ni de las órdenes que recibió en países como Polonia, Perú, Colombia, Francia y España, entre muchos otros, sino de dar cuenta del sentido último de su obra: la vocación de servicio.

Eusebio fue un centrohabanero que supo superarse a sí mismo y alumbrarse con la estrella del conocimiento, esa que también ilumina y mata. Con apenas sexto grado, pero con la mente donde no se le veía, emprendió un largo camino al hacerse cargo de la Oficina del Historiador y empezar a levantar a La Habana de sus ruinas, piedra sobre piedra, tarea que muchos consideraron imposible en su momento, aquellos años, dirá, «en que éramos tenidos por dementes: ‘Está loco, pero es trabajador’»…

Foto: Otmaro Rodríguez

Supo sensibilizar y aunar voluntades aun en tiempos del cólera. Y tuvo la sabiduría de crear estructuras para ir implementando ese propósito. «La Oficina del Historiador de la Ciudad no es más que un seudónimo de la nación y expresión de una voluntad política. Nos enorgullecemos de su nombre y declaramos que no ha sido autónomo capricho: fue preciso conjugar la capacidad con la voluntad del Estado», dijo. Y subrayó, desde su proverbial modestia, que la obra de la OHC era «el resultado de una evolución; siempre he negado que sea la obra de un iluminado, rechazo para mí el protagonismo absoluto en estas cuestiones».

Eusebio Leal: «La Habana es un estado de ánimo»

Su obra, multifacética y profusa, también crecerá más bajo la hierba. Hombre de pensamiento profundo y preclaro. Historiador e investigador. Orador excepcional afincado en nuestra tradición patriótica del XIX.  En el mundo de la preservación, Eusebio supo romper esquemas creando programas sociales en La Habana Vieja. «Comprendí», dijo una vez, «que no era posible una ciudad habitada sin realizar un proceso de transformación y sin hacer, al mismo tiempo, un proyecto social. Así nacieron escuelas de oficios; nacieron infinitos puestos de trabajo..».

Sus contemporáneos, incluso no cubanos, lo han subrayado. Fue «un hombre increíblemente complejo y brillante», dijo un experto canadiense.  «Sin Leal, La Habana no sería para nada lo que es hoy», sentenció la historiadora estadounidense Nancy Stout: «Muchos cubanos harían cualquier cosa por él». «Salvó a La Habana Vieja a través de su propia fuerza de voluntad. No habrá otro como él en mucho tiempo», dijo un joven. Y en el pueblo llano, el apoyo fue efusivo: «Leal es la única persona a la que los cubanos erigirían un monumento mientras aún esté vivo», dijo un poblador de La Habana Vieja.

Cubano y universal como pocos.

«Fuego soy apartado y espada puesta lejos», escribió Miguel de Cervantes.

Ahora queda en pie lo más importante: seguir su obra y la huella de su ejemplo.

Foto: Otmaro Rodríguez
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