Implementos deportivos por cuenta propia

Foto: Grether Saura

Foto: Grether Saura

En cualquier parte del país es común encontrar a la muchachada jugando fútbol, béisbol, voleibol… En parques, estadios, terrenos abandonados o en la intersección de cuatro esquinas, desafían los peligros del tránsito y el sol implacable, corriendo descalzos sobre las piedras, metiendo goles con balones ponchados y fildeando con guantes demasiado grandes para sus manos.

Osvany García González fue uno de estos niños. Durante su infancia quería imitar a Pelé. Tenía aptitudes para el deporte y todavía hoy, casi 40 años después, lo demuestra: fue él quien marcó recientemente el gol de la victoria en la Copa de Fútbol del barrio, a pesar de que “el tiempo no perdona”. Pero, nacido en una familia numerosa y humilde, pronto tuvo que renunciar a aquellos sueños para aprender el oficio de zapatero y contribuir a sostener la economía familiar.

“Como parte de una tradición de casi un siglo, mis hermanos y yo, seguimos los pasos de mi padre y mi abuelo en el mundo del calzado y las pieles”, dice García González.

No pudo convertirse en futbolista, sin embargo, dedica sus días a facilitarle el camino a otros niños que sueñan con ser grandes deportistas. Desde Placetas, el municipio más central de Cuba, su taller artesanal, especializado en la producción de implementos deportivos, paulatinamente se erige dentro del mercado nacional como una alternativa ante la escasez de implementos deportivos.

Guante de béisbol autografiado por el receptor Ariel Pestano.
Guante de béisbol autografiado por el receptor Ariel Pestano.

La empresa cubana encargada de la fabricación y comercialización de insumos de este tipo no puede suministrar lo necesario para la práctica del deporte. La presencia de estos accesorios en los mercados estatales es inestable y los usuarios se quejan por la falta de calidad, la poca diversidad o la distancia de los precios con respecto al salario promedio en el país.

Hoy se producen unos 80 artículos de los más de 520 confeccionados antiguamente por la Industria Deportiva, la mayoría en el área de textiles. Se prioriza el vestuario, mientras que la fabricación estatal de calzado quedó reducida a cero.

En este escenario surgió el proyecto de Osvany, empeñado en fabricar por cuenta propia los medios necesarios para el entrenamiento de los deportistas cubanos. ERUN, nombre de la marca puesto en homenaje a su madre Erundina, es un ítem en la Oficina Cubana de la Propiedad Industrial, que comienza a ganar reconocimiento.

“Los primeros implementos fueron para mí”, recuerda el hijo de Osvany, Christian García, quien heredó la pasión por el deporte. “Cuando comencé a practicar el béisbol en las categorías infantiles, iba a los entrenamientos como casi todos los niños, con algún pulóver y unos tenis viejos, pero en mi primera competencia provincial mi papá me regaló unos ‘spikes’ y un guante hechos por él”.

“Ese fue el inicio”, asegura Dianet Hernández Moya, esposa del artesano placeteño. “Al resto de los muchachos les regaló los zapatos también, primero a uno y después a otro, hasta completar todo el equipo. Entonces los padres de las demás categorías y de otros municipios se interesaron en su trabajo, y en menos de lo que canta un gallo ya tenía encargos de todas partes de Villa Clara. Incluso deportistas de renombre como Ariel Pestano y Eduardo Paret avalaron sus producciones”.

“Con el tiempo fui ganando en conocimientos y experiencia, así que hice un diagnóstico de las necesidades que existen en el país”, explica García González. “Estudié las normas técnicas de los calzados e implementos de varios deportes y de esta forma a los ‘spikes’ y guantes de baseball, se le han ido sumando paulatinamente todos los demás implementos deportivos. Actualmente en mi taller fabricamos módulos de atletismo, fútbol, ciclismo, lucha libre, levantamiento de pesas y boxeo”.

Osvany conserva un ejemplar de cada una de sus producciones. Foto: Grether Saura
Osvany conserva un ejemplar de cada una de sus producciones. Foto: Grether Saura

Procedente de Ciego de Ávila, Antonio Marín, es uno de los clientes más asiduos: “Cada artículo tiene un año de garantía. Tengo dos hijos peloteros, y te aseguro que a los ‘spikes’ se les gastan la suela de viejos o les dejan de servir a los muchachos cuando les crece un poco el pie, pero no se rompen”.

Además de los distintos accesorios deportivos, este taller es reconocido nacionalmente por la producción de medios de protección, así como souvenirs destinados al sector turístico.

“Recientemente firmamos contratos con empresas de varias provincias como Acueducto y Alcantarillado, Materias Primas y el puerto de La Habana, que están interesadas en adquirir algunos de los medios de protección que fabricamos, como las fajas de seguridad para estibadores, las muñequeras, las botas de trabajo y el módulo completo de soldador con el peto, polaina, mangas y guantes. Además hacemos los petos engomados para los procesos que involucran la interacción con agua, y cualquier otro accesorio que soliciten las empresas. La línea de souvenirs artesanales también ha tenido una buena acogida, en el Hotel Sandals en Varadero, por ejemplo, tuvieron gran aceptación”.

Medios de protección fabricados en el taller de Placetas. Foto: Grether Saura
Medios de protección fabricados en el taller de Placetas. Foto: Grether Saura

Para García González no todo ha sido coser y cantar. “Comencé como artesano por cuenta propia, así que las salidas de mis producciones eran muy limitadas, la comercialización se veía restringida al sector de los particulares y mi idea de desarrollar un proyecto de alcance nacional era casi una utopía. Además, siempre están las dificultades para adquirir los materiales”.

“Desde 2008 presenté mi proyecto general al INDER. Fui invitado en innumerables ocasiones a participar en exposiciones, fórums de ciencia y técnica, etc. En estos eventos se elogiaba mi trabajo y la calidad de los implementos, pero mi propuesta no recibía ninguna respuesta. Había necesidad en el país de encontrar alternativas para desarrollar el deporte desde la base y la disposición existía también, pero faltaban los mecanismos. Varias veces me dirigí a los encargados de esto a nivel nacional y siempre me dijeron que sí, pero tuve que esperar hasta ahora”, relata.

“Me presenté en el Fondo de Bienes Culturales (BFC) de Sancti Spíritus, Villa Clara, Cienfuegos y La Habana buscado una representación legal, pero eso también solo fue posible en el 2015”, agrega.

Entre los trabajadores existen grandes expectativas con respecto a la apertura de un mercado mayorista a partir del próximo 2 de mayo: “Placetas es uno de los tres lugares propuestos en el país, históricamente ha sido un municipio con mucho movimiento de negocios, ojalá que se concrete pronto, porque esta es una cuestión medular para el desarrollo del trabajo por cuenta propia. Ahora mismo es la principal traba para los trabajadores del sector no estatal”, dice Fernando Pereira González, operario del taller.

Una vez conseguido el respaldo legal, el taller y las producciones aumentaron considerablemente. “Yo solo trabajaba con mis hermanos, era un negocio pequeño, pero con los nuevos contratos con el INDER y otras empresas estatales se incrementó la demanda, así que crecimos en todos los sentidos. Actualmente en el taller trabajan además de la familia, 12 artesanos contratados”, explica García González.

Ahora que puede soñar, Osvany le confiesa a OnCuba su anhelo de abrir una tienda de implementos deportivos. “Hace alrededor de dos años solicité el traspaso a la modalidad de cooperativa no agropecuaria. Desde entonces espero ansioso la aprobación, porque esto me va a permitir personalizar más el negocio, porque como miembro del Fondo de Bienes Culturales me falta eso. Quiero contribuir a facilitar la práctica del deporte en Cuba y fortalecer mi identidad a través de mi propia marca”.

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