Investigación del Minint no encontró evidencias de los supuestos ataques sónicos en La Habana

El teniente coronel Roberto Hernández, de la Dirección General de Investigación Criminal del Minint, dijo recientemente que “tampoco se encontraron ningún elemento que apunte a un supuesto autor o sospechoso ni a personas con motivos, intenciones o medios para ejecutar ese tipo de acciones”.

Embajada de Estados Unidos en La Habana. Foto: EFE / Archivo.

Embajada de Estados Unidos en La Habana. Foto: EFE / Archivo.

Investigadores del Ministerio del Interior cubano (Minint) aseguran no haber hallado evidencias criminalísticas ni científicas que sostengan los supuestos ataques sónicos o de microondas contra diplomáticos en La Habana, denunciados por autoridades estadounidenses en 2017.

El teniente coronel Roberto Hernández, de la Dirección General de Investigación Criminal del Minint, dijo recientemente que “tampoco se encontraron ningún elemento que apunte a un supuesto autor o sospechoso ni a personas con motivos, intenciones o medios para ejecutar ese tipo de acciones”, según reseña el sitio oficial Cubadebate.

Miembro del equipo designado por las autoridades cubanas para investigar las denuncias sobre los supuestos ataques, Hernández declaró que el 17 de febrero de 2017 fueron notificados los primeros casos de un supuesto “ataque sónico” contra diplomáticos estadounidenses en la capital cubana. 

 “Ante la denuncia, la dirección del Estado cubano indicó iniciar una investigación exhaustiva con todos los recursos científicos necesarios; el Minint designó a un grupo de trabajo permanente, y fue abierto el expediente investigativo 10/2017 por un posible delito de Actos contra los Jefes y Representantes Diplomáticos de Estados Extranjeros”, explicó el teniente coronel en una entrevista.

El oficial de Ministerio del Interior subrayó que la investigación de la parte cubana fue “muy rigurosa”, se le otorgó “la máxima prioridad” y contó con recursos y personal especializado para llegar “al fondo de los hechos”.

Dijo que el caso fue cerrado formalmente, y que los peritos y expertos que investigaron las denuncias coinciden en que “no hay evidencias criminalísticas ni científicas que sostengan la ocurrencia de un hecho criminal, ni que asocien los padecimientos referidos con un ataque sónico o con microondas, u otra acción deliberada contra los diplomáticos”.

Asimismo, afirmó que las indagaciones desarrolladas por autoridades policiales y científicas de Estados Unidos y Canadá tampoco lograron determinar las causas de los síntomas descritos por sus representantes en capital cubana.

Diplomáticos de ambos países refirieron haber sentido “náuseas, mareos, falta de equilibrio, dolor facial, abdominal, de cabeza; vista borrosa, problemas de memoria y zumbidos, entre otras dolencias”, un conjunto al que la prensa internacional nombró como “Síndrome de La Habana”.

Los afectados dijeron que esos síntomas aparecieron después de escuchar ruidos semejantes a los que producen insectos, y en algunos casos describieron sonidos parecidos a fricciones entre metales. 

Desde entonces, episodios similares han sido reportados en embajadas o residencias de diplomáticos estadounidenses en varios países y, más recientemente, en los propios EE.UU. 

Según el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), hasta el momento el llamado “Síndrome de La Habana” ha afectado cerca de 200 funcionarios estadounidenses, y unos 100 oficiales de la CIA y sus familiares reportan haberse enfermado de la misteriosa dolencia.

El “Síndrome de La Habana” ha afectado a 100 oficiales de la CIA y sus familiares

Para Hernández, en el caso de La Habana es sospechoso que las primeras denuncias sobre los supuestos ataques fueron realizadas en febrero de 2017, y que más tarde los diplomáticos estadounidenses afirmaran ser víctimas de esas agresiones desde noviembre y diciembre del año anterior.

Señala que desde el principio las autoridades cubanas ofrecieron cooperación a las estadounidenses para investigar los hechos, y no fue hasta junio de 2017 que una delegación del Buró Federal de Investigaciones (FBI) viajó a la Isla para realizar acciones investigativas en el territorio nacional.

El oficial cubano explicó que “no se nos permitió entrevistar directamente a los funcionarios que habían reportado incidentes anómalos, ni ir a los lugares donde supuestamente habían ocurrido. Los reportes de las autoridades estadounidenses se referían a hechos que habían ocurrido días, semanas y meses atrás, y la información que se trasladaba era imprecisa”.

Además, cuestionó el hecho de que la investigación se organizó sobre la base de supuestos, con informaciones parciales entregadas de manera indirecta por la parte estadounidense y sin posibilidad de contrastar mediante entrevistas a víctimas y testigos de los sucesos.

Relató que “unos días después de la primera notificación, el jefe del Departamento de Seguridad Diplomática del Minint se entrevistó con el funcionario estadounidense a cargo de la seguridad de la embajada de Estados Unidos y su adjunto —ambas partes mantienen intercambios periódicos justamente para tratar temas de seguridad—, y ninguno de los dos sabía lo que estaba pasando”.

“Estaban ajenos a los reportes. Había que verles la cara de asombro e incredulidad”, recordó el teniente coronel cubano.

Hernández cuenta que un diplomático aseguró haber sufrido un incidente en su residencia, pero ni su familia ni los empleados sintieron nada parecido. El hombre “dice que padecía de falta de equilibrio y mareos, y por esos mismos días se le veía conduciendo una moto moderna a altas velocidades por calles de La Habana”, afirmó el investigador.

Dijo que los casos reportados en los hoteles Capri y Nacional se estudiaron a fondo: “hicimos mediciones de conjunto con un equipo del FBI, buscamos huellas y no apareció nada. Se identificaron los huéspedes alojados en las habitaciones colindantes en esos días. Ningún otro cliente o empleado sintió ruidos o síntomas semejantes. No hubo registro de actividad anómala”.

Aseguró que no se encontraron evidencias de exposición a fuentes de energía en ningún caso, ni en los hoteles ni en las residencias ni entre los vecinos.

Ni “ataques sónicos” ni “Síndrome de La Habana”: la refutación científica de Cuba

Entre otras incongruencias, el oficial cubano destacó que durante el período de los supuestos ataques fue cuando más amigos y familiares recibieron los diplomáticos estadounidenses en Cuba. 

Reveló que en agosto de 2017, el FBI entregó a los investigadores cubanos 14 muestras de grabaciones de ruidos realizadas en lugares donde se reportaron incidentes. “Nuestros peritos encontraron que estaban manipuladas, habían borrado datos necesarios para precisar tiempo y espacio, y los sonidos audibles eran del claxon de un auto, un almendrón, aves, grillos; pero nada que afecte la salud humana”.

Dijo que el FBI notificó por escrito el 4 de junio de 2018 a Cuba que tampoco encontraron evidencias de infrasonido, ultrasonido o sonido audible utilizados para dañar a los funcionarios de su sede diplomática en La Habana, que los síntomas podían ser causados por otra cosa, pero nunca por una agresión de ese tipo.

“Luego conocimos a través de artículos de prensa estadounidense que como parte de la investigación sobre los incidentes en Cuba, la Unidad de Análisis Conductual del FBI realizó una evaluación sicológica de las supuestas víctimas y concluyó que estaban sufriendo una especie de enfermedad sicogénica, lo cual informaron al Departamento de Estado, que, sin embargo, ha guardado silencio respecto a lo planteado por el FBI”, afirmó Hernández.

El oficial cubano también descartó la teoría de que los supuestos ataques se realizaron utilizando microondas. Explicó que la exposición a las microondas es el calor, “se siente la piel ardiendo, y ninguno de los supuestos atacados refirió quemazón ni nada parecido”.

Asimismo, dijo que las armas de microondas, al igual que las sónicas, son equipos visibles, grandes, y que no aparecieron indicios de que se hayan utilizado en Cuba, que tampoco permite la importación de esas tecnologías.

 “El Gobierno estadounidense ha designado en los últimos años varias comisiones investigadoras de distintas agencias federales, pero ninguna ha llegado a una conclusión distinta a la de los investigadores y científicos cubanos. La embajadora Pamela Spratlen, principal funcionaria del Departamento de Estado designada para supervisar la respuesta de esa entidad a los reportes de padecimientos de salud, acaba de abandonar el cargo tras enfrentar críticas por insinuar en una reunión que compartía la conclusión de la investigación del FBI, que atribuye el origen de algunos casos a factores sicogénicos”, afirmó el investigador del Minint.

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