Investigan plaga que provoca daños de “gran magnitud” al frijol en Cuba

Desde que se detectó la presencia de la plaga en diciembre de 2019 se han visto afectadas unas 13.533 hectáreas y de ellas han sido dadas de baja y demolidas sin llegar a ser cosechadas 7.792, lo cual ha golpeado los niveles de producción de frijoles en la Isla.

Daños provocados en Cienfuegos por la plaga de Trips de flores de frijol. Foto: rcm.cu

Daños provocados en Cienfuegos por la plaga de Trips de flores de frijol. Foto: rcm.cu

Investigadores cubanos estudian al insecto conocido como «megalurothrips usitatus», que en los últimos meses ha provocado graves afectaciones a las plantaciones de granos en Cuba. Los especialistas buscan controlar la plaga presente en cultivos de frijol, una legumbre básica en la dieta de los cubanos.

De acuerdo con datos publicados por el Ministerio de Agricultura (Minag), desde que se detectó la presencia de la plaga –también llamada trips de las flores del frijol– en diciembre de 2019 se han visto afectadas unas 13.533 hectáreas y de ellas han sido dadas de baja y demolidas sin llegar a ser cosechadas 7.792, lo cual ha golpeado los niveles de producción de frijoles en la Isla.

Los daños a este cultivo han sido calificados por el Minag como de «gran magnitud», ya que los insectos atacan el ciclo reproductivo de la planta desde su inicio y provocan la caída de la flor, por lo que los frilojes no llegan a formarse o lo hacen sin la calidad requerida.

Plaga del frijol amenaza la mesa de los cubanos

El investigador Víctor Gil, del Centro de Investigaciones Agropecuarias de la Universidad Central de Las Villas (UCLV), citado este lunes por el semanario estatal Trabajadores, explicó que la presencia de este insecto provoca además que se debilite de forma total el follaje de la planta.

Los territorios más afectados por la plaga se encuentran en las provincias occidentales y centrales de la Isla, desde Pinar del Río hasta Ciego de Ávila.

Media cosecha perdida

Las áreas que se cosechan actualmente en la Isla promedian un rendimiento de 0,6 toneladas por hectárea de un plan planificado de 1,16 toneladas por hectárea, en tanto las zonas con presencia del insecto varían en cuanto a nivel de afectación, desde ligero a intenso, de acuerdo con estudios realizados por el Minag.

Los análisis de ese organismo estiman que el impacto de la plaga y otros factores adicionales como el déficit de combustibles y de plaguicidas reducirán el plan de producción del producto de 54.550 toneladas planificadas inicialmente a apenas 25.300 toneladas.

Un productor de frijoles muestra el daño que provoca la plaga a los cultivos. Foto: rcm.cu
Un productor de frijoles muestra el daño que provoca la plaga a los cultivos. Foto: rcm.cu

Para enfrentar la plaga, los especialistas estudian la aplicación de controles biológicos mediante el uso de «enemigos naturales» del «megalurothrips usitatus».

Entre las propuestas para su control se halla el cultivo intercalado con sorgo y maíz y el uso de productos naturales como extracto de hojas del árbol de nim que los campesinos emplean como repelente de insectos.

Los investigadores han encontrado más resistentes a este tipo de plaga variedades comerciales del frijol «caupí» –conocido como judía de careta, chicharillo, frijol cabecita negra o de Castilla–, mientras que en los cultivos de otras legumbres como el chícharo (guisante seco) y el garbanzo no se evidencian problemas.

La tradición alimentaria de los cubanos incluye una dieta compuesta por cuatro productos básicos: arroz, granos como los frijoles, vegetales frescos y proteína animal.

Nuevo golpe en plena crisis

Esta plaga que afecta a un alimento básico en la dieta cubana se produce en medio de una ya compleja situación económica que ha provocado problemas de desabastecimiento y escasez intermitente de combustible y se debe mayormente al endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos, la prolongada crisis de Venezuela (principal aliado de Cuba), la ineficiencia del sistema empresarial estatal y la pérdida de contratos de exportación de servicios médicos con varios países latinoamericanos.

Ante esa circunstancia, el gobierno cubano afirma que la producción de alimentos es «un asunto vital para la seguridad nacional» e insiste en los llamados a incrementar las producciones agropecuarias.

Cuba importa cada año productos alimenticios por valor de unos 2.000 millones de dólares, unas compras que se estima que se corresponden con el 80 % del consumo total del país.

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