La Plaza de Armas, corazón de La Habana Vieja

Es un sitio a la vez cotidiano y sagrado de La Habana, que late al compás de su gente; una auténtica reliquia de la ciudad que saluda orgullosa a la bahía y se empeña en acompañar al tiempo por encima de tormentas y vicisitudes. 

Estatua de Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas de La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.

Estatua de Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas de La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.

La Plaza de Armas es un sitio único de la capital cubana, el corazón de La Habana Vieja. Ni siquiera la pandemia de coronavirus, que ha ensombrecido el mundo con su estela de dolor y muerte, ha podido arrebatarle su encanto, su centenario orgullo tallado en las piedras de sus calles y edificios.

Puede que ya no tenga la misma cifra de visitantes de hace apenas un año, que las restricciones del turismo por la COVID-19 le haya impuesto un trasiego mucho menor del que ya estaba acostumbrada, pero no por ello ha perdido su monumental hermosura, su talante señorial que sigue enamorando a foráneos y lugareños, no importa cuánto desanden sus adoquines.

Visitantes en la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Visitantes en la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.

La plaza fue, en su versión primigenia, ya perdida en los vericuetos de la Historia, el punto fundacional de La Habana, el sitio a partir del cual creció la ciudad a un costado del mar, y en el que, a la usanza colonial, radicaban las autoridades civiles y militares de la Isla. También fue la sede durante muchos años de la Iglesia Parroquial y luego, como resultado de varias remodelaciones, fue cambiando su rostro hasta llegar a lo que es hoy.

Vista del entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Vista del entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.

A su vetusta fisonomía se irían añadiendo edificaciones todavía emblemáticas de la capital cubana, como el Templete –construido donde, según la leyenda, se celebrara la primera misa y el primer cabildo de la villa–, el Castillo de la Real Fuerza –con su icónica Giraldilla–, el Palacio del Segundo Cabo –construído como Palacio de Correos e Intendencia– y el de los Capitanes Generales –sede del gobierno colonial–, joyas del patrimonio habanero. 

El Templete, en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
El Templete, en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
El Castillo de la Real Fuerza, en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
El Palacio de los Capitanes Generales, en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
El Palacio del Segundo Cabo, en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Vista de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Hotel Santa Isabel, antigua mansión de los Condes de Jaruco y luego Santovenia, en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Vista del entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Vista del entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Personas en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.

En la plaza se agregarían fuentes y áreas verdes, bancos y una estatua de mármol coronando su centro, que desde el siglo XIX y hasta 1955 encumbraría al rey Fernando VII y que ya hace más de seis décadas exhibe la reverenciada figura de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria.

Estatua de Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas de La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Estatua de Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas de La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.

Muchas son las historias y leyendas que acompañan a este lugar; muchas, sus riquezas reales y simbólicas que lo engrandecen en la Historia de Cuba. La Plaza de Armas es mucho más que una postal turística, con sus edificios y palomas, o el recuerdo del antiguo poderío de la metrópoli española. 

Es un sitio a la vez cotidiano y sagrado de La Habana, que late al compás de su gente; una auténtica reliquia de la ciudad que saluda orgullosa a la bahía y se empeña en acompañar al tiempo por encima de tormentas y vicisitudes.  

La llamada "Calle de Madera", en la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Estatuas en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Farolas en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Baldaquino situado en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Ceibas sembradas en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Detalle ornamental en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Detalle ornamental en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Detalle ornamental en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Detalle ornamental en el entorno de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
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