Las medidas propuestas por los economistas cubanos frente a la crisis

Se trata de casi tres generaciones que sustentan una gama de posiciones y opiniones sobre las alternativas de la economía cubana.

Foto: Kaloian.

A través de más de medio siglo de estudiar y publicar sobre la economía de Cuba, me he esforzado por divulgar y comentar la obra crucial de los economistas de la isla, que tanto han contribuido al pensamiento económico y al debate fructífero dentro y fuera de Cuba. He aprendido mucho de sus trabajos y mantengo relaciones académicas con casi todos. Siendo partidarios de la Revolución, ellos han jugado un papel primordial en señalar problemas, juzgar políticas gubernamentales y proponer alternativas sensatas.

En la difícil situación actual han puntualizando la severidad de la crisis en ciernes, la falta de imaginación y audacia para atacarla, la inadecuación del plan frente a los problemas enormes que existen y se avecinan, la ausencia en la discusión de temas clave de larga data, la necesidad de profundizar las reformas las cuales son postergadas u obstruidas, la importancia de aplicar las políticas exitosas de China y Vietnam, la necesidad de la unificación monetaria y cambiaria, el escaso trato de la propiedad privada y las microempresas que deberían ser objeto de una ley, la necesidad de transformar la empresa estatal haciéndola autónoma y competitiva a par de eliminar los subsidios estatales, la reforma profunda de la agricultura para resolver el escaso suministro de alimentos, etc.[1]

Aquí resumo sus propuestas de políticas; he intentado ser fiel a aquellas y, si en algún caso mi interpretación no ha sido adecuada, asumo plenamente la responsabilidad por ello. Aunque hay un consenso en una serie de puntos clave –como se verá–, se trata de casi tres generaciones que sustentan una gama de posiciones y opiniones. Debido a limitaciones de tiempo y espacio, no pude hacer un inventario completo (mis excusas si excluyo a alguien), ni discuto propuestas del pasado, sino que me concentro básicamente en el año 2019.

José Luis Rodríguez (2019) fue Ministro de Economía y Planificación en los años 90 y el arquitecto de las reformas que lograron parar la caída del PIB e iniciar el proceso de recuperación, hoy es asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial. Plantea que en la situación actual hay que garantizar dos cosas: la alimentación de la población y la energía del país, respecto a la última comenta que existen medidas que habría que adoptar para situaciones extremas, pero hay que avanzar más en la inversión extranjera porque no existe capacidad suficiente de ahorro interno y la experiencia de los años recientes dice que “no va a los ritmos de crecimiento que se requieren”.

Uno de los elementos claves para impulsar dicha inversión, es “reconocer el riesgo del inversionista” foráneo y retribuirlo de diversas maneras. Además, es esencial pagar la deuda con los inversores y los proveedores porque si no, “nadie va a venir a invertir, ni…prestarnos un centavo”. Una vez resuelto esto, se requiere diseñar “una política de concesiones para evitar el aislamiento internacional de Cuba.” Es esencial evitar una situación crítica de escasez de alimentos y medicinas, asegurando su importación, aunque implique sacrificios en la inversión.

“Es ineludible eliminar la dualidad monetaria y cambiaria”, pero la misma conlleva devaluación y aumento de precios con alto costo para la población, por ello hay que subsidiar los precios que se elevan. Como no se ha logrado encontrar la fórmula para hacer esto, “considero que hoy no hay condiciones a corto plazo para llevar a cabo ese proceso… tendrá que ser entre 2021 y 2022”. Hay que potenciar más al sector estatal ya que puede “dar grandes réditos” y propone crear un fondo mixto de inversión con parte de las remesas, en que participe el que la manda y el que la recibe, así como el Estado.

El exdirector del Centro de Estudios para la Economía Cubana (CEEC) de la Universidad de La Habana —el cual ha sido fundamental en el desarrollo del pensamiento económico cubano—, Omar Everleny Pérez Villanueva, afirma que “Cuba carece de fuerza suficiente para enfrentar las acciones externas por lo que hay que poner énfasis en una mayor apertura interna, por ejemplo, expandir las pequeñas y medianas empresas (PYMES). La calidad del turismo “está muy por debajo de la que se obtiene en otros países de la región” y habría que dedicar parte de los fondos planificados para construir muchas habitaciones con la calidad necesaria. La producción de alimentos “enfrenta el ineficiente acopio, pero se sigue apostando por este instrumento centralizado” (entrevista de Rojas, 2019).

Pérez ha estudiado las reformas sino-vietnamitas y exhortado a considerarlas en la isla. En un artículo reciente comenta que “los eslóganes fueron parte del tiempo pasado… pero el contexto actual es otro, por lo que las medidas a aplicar deben ser diferentes, más concretas, medibles y con esperanzas para el corto plazo”, para ello ofreció diez propuestas:

a) ampliar la lista de los oficios aprobados para los cuentapropistas o determinar las actividades prohibidas y dar libertad para desempeñar el resto;

b) crear insumos mayoristas con empresas o firmas comerciales extranjeras para todas las formas de propiedad;

c) establecer zonas económicas especiales para compras de ciudadanos cubanos en la isla, con tasas de ganancias adecuadas, a fin de abaratar la venta de productos necesarios;

d) promulgar la Ley de Empresas que legalice todas las formas de propiedad;

e) aprobar empresas exportadoras e importadoras para las formas no estatales a fin de que estas hagan sus compras y obtengan tecnología, y vendan sus productos al extranjero;

f) eliminar la agencia empleadora impuesta a empresas extrajeras y permitir a estas directamente contratar y pagar a sus empleados;

g) promover oficialmente la inversión de capital por los cubanos que residen en el exterior (el gobierno ha dicho recientemente que esto es posible pues la legislación no lo prohíbe, pero Pérez va más allá), y,

h) quitarle el gravamen estatal (10%) al cambio del dólar estadounidense en CUC para evitar que se haga de forma más beneficiosa en el mercado negro (Pérez Villanueva, 2019).

Pavel Vidal, que fue funcionario del Banco Central de Cuba, después profesor de economía en el CEEC y actualmente catedrático de economía de la Universidad Javeriana en Cali Colombia plantea que “frente al complicado escenario internacional y las pocas opciones externas para impulsar la economía, la política podría intentar buscar impulsos al interior de la economía y el sector privado es una opción obvia. Este podría contribuir a mejorar la productividad y el crecimiento si se diesen las condiciones para la creación de PYMES, y se permitiese el acceso de los profesionales al cuentapropismo y la incursión en actividades de mayor valor agregado e intensidad tecnológica. El problema es por tanto político, de resistencias ideológicas frente a un mayor despegue del sector privado y será una prueba para el gobierno de Díaz-Canel que le permitirá mostrar o no su autonomía y capacidad de aglutinar consensos. Una mayor apertura al sector privado podría allanar el camino para la eliminación de la dualidad monetaria, la cual es una medida indispensable para corregir los salarios, medir la competitividad, promover la inversión extranjera y, sobre todo, para definir qué empresas estatales deben de continuar funcionando. La economía lleva 30 años cargando con el peso muerto de un sector estatal que no se restructuró del todo en los años 90 y que ha sobrevivido pagando bajísimos salarios y recibiendo subsidios estatales con una tasa de cambio oficial sobrevaluada. Sin una reestructuración a fondo de este aparato empresarial estatal ineficiente e inviable bajo todas las métricas financieras, la economía nunca podrá desplegar su crecimiento potencial y salir del ciclo de crisis financieras que se repiten cada siete u ocho años. Solo mediante una reforma monetaria estructural podrá alcanzarse dicho objetivo. El sector privado podría generar los empleos requeridos para cerrar tales empresas y evitar así unos altos costos sociales en tal ajuste” (tomado de Mesa-Lago y Vidal, 2019).

Julio Carranza (2019), un destacado economista y coautor de un libro abridor de surcos en 1995, plantea que hay un debate interno con gran coincidencia de ideas y planteamientos esenciales, “todos preocupados por la falta crónica de eficiencia del modelo económico, todos abogando por cambios necesarios para superar los problemas” pero con un bajo nivel de atención por parte de los entes gubernamentales”. Y se pregunta “¿Qué sucede para que se tropiece con esta falta de innovación y audacia política?… Estamos ante una nueva encrucijada en nuestra historia que solo se puede superar… con una salida revolucionaria y ágil que no incluye la parálisis, ni la falta de imaginación, ni el dogmatismo… El fantasma de la ‘improvisación’ no puede ser un argumento para prolongar indefinidamente cursos de acción que están más que estudiados y fundamentados”.

Otro conocido economista y coautor del libro citado, Pedro Monreal (2019a), reitera el tema “invisible” de la política económica a corto plazo: el sector privado que representa 36,4% de la inversión y la creación de 417.000 empleos entre 2010 y 2016. Propone que en vez de invertir tanto en la construcción de habitaciones de turismo (ya que hay una bajísima ocupación e incide poco en el PIB) se use parte de esos recursos para impulsar el sector privado, la agricultura y la vivienda fabricada por la población.

Monreal ha estudiado en detalle el modelo económico vietnamita y lo ha sugerido como pauta para Cuba. En otro de sus numerosos y extensos artículos denota la ausencia de medidas clave en el plan de la economía para 2019-2001: la adopción de una ley de empresas que incluya a todos los tipos de propiedad; la aprobación de las PYMES privadas y cooperativas no agrícolas y de servicios; las reformas simultáneas de precios, salarios y pensiones; la secuencia que se seguirá en la unificación monetaria y cambiaria; la eliminación de los subsidios a la empresa estatal; la urgencia de incrementar la producción nacional de alimentos y la reducción de sus precios; y el plan para  poner a producir miles de hectáreas estatales ociosas (Monreal, 2019b).

Humberto Pérez (2018), fue presidente de la Junta Central de Planificación en 1975-1986, cuando después de la debacle de la zafra de los 10 millones de toneladas, se introdujeron algunas reformas modestas como los mercados libres campesinos, el mercado paralelo con precios más altos que los racionados, el intento de dar mayor autonomía a las empresas estatales y el uso de mecanismos económicos en vez de físicos en la planificación. Cuando Fidel lanzó el Proceso de Rectificación en 1986, cesó a Pérez en su cargo. En los últimos tres años, él ha participado en importantes debates económicos.

En un largo trabajo sobre la necesaria unificación cambiaria y monetaria (que según él debe ser el primer paso), propone una serie de medidas específicas para amortiguar sus efectos adversos entre los trabajadores y pensionados (imposible de resumir aquí), pero también hace sugerencias sobre otros aspectos clave:

a) desarrollar organismos de descentralización “reales”, como dar participación a los trabajadores en la planificación, nombramiento de directores, gestión y asignación de las utilidades empresariales;

b) hacer independientes a las empresas estatales y competitivas con el sector no-estatal;

c) promulgar la Ley de empresas estatales y no estatales;

d) ampliar las actividades por cuenta propia;

e) enfrentar la concentración de la riqueza y la desigualdad del ingreso con mecanismos económico-financieros que no impidan su aporte al desarrollo;

f) mayor apertura a la inversión extranjera y aprobación más expedita sin burocratismo, y

g) reabastecer de forma automática a las TRD a fin de mantener una oferta estable (retornar a la gestión descentralizada de antaño, en vez de la actual asignación centralizada).

Juan Triana Cordoví, profesor de economía y miembro del CEEC, en una ponencia con motivo de los 20 años de fundación de dicho Centro, analiza las “marchas y contramarchas” de la política económica oficial. Contrasta las aspiraciones nacionales con los problemas que enfrentan en la realidad:

a) el plan no deja espacio suficiente para que las empresas estatales sean más eficientes;

b) existen desincentivos que entorpecen la meta de expandir y diversificar las exportaciones (tasa de cambio, salario, exceso de restricciones);

c) la concepción del plan y las regulaciones para formación de salarios y distribución de utilidades, son contradictorios con el objetivo de que las empresas estatales sean innovadoras, tampoco se promueve la cultura del riesgo y la competencia;

d) se considera que el sector no estatal es más que un compañero de viaje, pero hay una lista reducida de actividades permitidas y no se aprueba la ley de pequeña y mediana empresa;

e) la prohibición a los profesionales de laborar por cuenta propia estimula su emigración y la pérdida de fuerza laboral de alta calificación (la cual es vital porque el envejecimiento la está reduciendo), y,

f) la falta de movilización de los recursos “no estatales” impide elevar la tasa de inversión.

Otro miembro destacado del CEEC es Ricardo Torres (2019), profesor de economía cubana en la Universidad de La Habana. Considera que se requiere un cambio fundamental del modelo, aunque habría que discutir si debe hacerse de forma gradual o acelerada, por ello duda sobre los paquetes de políticas para manejar la coyuntura porque, en ausencia de un plan a largo plazo, a menudo esas medidas parciales terminan poniendo al país en peor situación. De todas formas, avanza unas propuestas que considera aplicables actualmente: transformar la empresa estatal en entes realmente autónomos, con obligaciones limitadas prestablecidas con el gobierno; eliminar las restricciones al sector privado y cooperativo, y favorecer sus relaciones con el sector público; iniciar los primeros pasos para la reforma monetaria y cambiaria; hacer la reforma financiera, los bancos deben captar ahorro interno y canalizarlo eficientemente; simplificar los procesos para la aprobación de capital extranjero y su operación en el país; y redefinir la estrategia en la agricultura, un sector sometido a cambios constantes de rumbo y que no ha generado los resultados requeridos.

Armando Nova González, un reconocido economista agrícola y también miembro del CEEC, por años ha planteado la necesidad de una reforma a fondo del agro basada en cuatro puntos esenciales:

a) propiedad real de la tierra: el derecho del agricultor a decidir qué sembrar, a quien vender sus productos y fijar libremente su precio;

b) reconocimiento del papel clave del mercado;

c) eliminación del monopolio estatal (acopio) y diversificación del mercadeo, con cooperativas agrícolas autónomas, y,

d) libertad para contratar mano de obra.

Un trabajo más reciente sobre las remesas externas recomienda: procurar que compañías extranjeras de varios países se encadenen con el mercado cubano, enviando mercancías en consignación que se venderían de forma conjunta con el socio nacional, los consumidores pagarían con tarjeta electrónica en divisa o en efectivo, con lo cual la economía nacional no gastaría divisas en la adquisición de productos esenciales para el sector no estatal y de esta forma canalizar las remesas. (Nova, 2013, 2019)

Joaquín Benavides (2019a), que fue ministro de gobierno y presidente del ente planificador en 1986-1991, reprocha al silencio sobre la propiedad privada: “La Constitución [aprobada en febrero de 2018] establece que la propiedad privada es tan legal…como la estatal socialista… Sin la empresa privada va a ser muy difícil y demorado sanear la empresa estatal y va a extenderse extraordinariamente en el tiempo resolver el problema de la tasa de cambio empresarial…No debemos ver a la empresa privada como un problema, sino como una solución, que nos ayude a salvar el socialismo y ganar tiempo”. En otro trabajo, Benavides (2019b) asevera que desde hace tres años “sabemos lo que hay que hacer” y que “todo podría estar listo para comenzar a cambiar el ritmo anárquico de la economía y salvar al país, pero la burocracia enquistada en los órganos superiores de la dirección lo está impidiendo”. Critica a los que aconsejan “esperar un mejor momento para llevar a cabo los ineludibles cambios en la economía, exactamente lo contrario de lo que debemos hacer.”

Recomienda, entre otras medidas:

a) promulgar la Ley de la empresa estatal y la Ley de las PYMES privadas;

b) resolver la dualidad de la tasa de cambio, “es inconcebible que el Ministerio de Economía y Planificación no haya incluido esta tarea como una de las más importantes a resolver en 2019”;

c) liberar totalmente de trabas y disposiciones burocráticas a la agricultura, incluyendo modificar la política de precios del acopio, así como los impuestos excesivos a los propietarios privados de tierras y a los usufructuarios, y,

d) pagar o  renegociar la deuda que el Estado tiene con los proveedores foráneos para poder volver acceder al crédito externo.

El exprofesor de economía de la Universidad de La Habana Juan Ferrán (2019) dijo que “los grandes problemas de la economía exigen grandes remedios”. Puso como ejemplo los casos exitosos de China, Vietnam y Laos, los cuales “partieron de niveles ínfimos” y “consideran que el modelo soviético no es reformable”, agregó: “no es posible clonarlos, pero debemos seguir su pragmatismo” porque “lo planificado perpetúa las penurias… las deficiencias de la economía nos llevan a un callejón sin salida. Persiste la preeminencia de una mentalidad de asignación propia de las entidades burocráticas y la economía estatal… En el sector cooperativo los controles [estatales] limitan la creatividad productiva… Más grave aún es el desabastecimiento minorista, quebranto endémico que dura más de medio siglo. Hace crisis en estos momentos. La oferta minorista es una de las más pobres del mundo, quizás la peor… La oferta interna debería añadirse a las prioridades establecidas, es muy probable que sea la llave de la eficiencia…”.

Finalmente, Esteban Morales (2019), un economista de larga trayectoria y partícipe en varias polémicas sonadas, se sorprendió de “la tranquilidad con que se habla del Plan Económico del 2019… porque no es un plan que impacte duramente sobre los problemas que nos frenan. No es nada atrevido, arriesgado, con nada que empuje realmente hacia el crecimiento de la economía… es de un conformismo que asusta… no veo que encaje con lo que el momento exige… [y] la situación se tornará muy tensa, lo que nos llevará a la adopción de medidas urgentes y desesperadas ¿a qué esperamos?”.

Agregó que “no parece haber respuesta ante el consenso que existe, casi generalizado, sobre qué es lo que se debe hacer” las reformas económicas. Con respecto a la empresa estatal dijo “no termina de poner sus pies en el terreno, que realmente la haga avanzar. Todo lo contrario, le superponemos estructuras burocráticas que limitan su necesaria independencia para moverse hacia las formas que le permitan ser realmente eficiente…” Seguidamente analizó la situación en el sector no estatal: “No acabamos de plantar pie firme con las cooperativas… El trabajo por cuenta propia no termina de liberarse de las ataduras burocráticas… que lo harían avanzar de manera más flexible y eficiente… Nuestro problema principal no es económico… es esencialmente político… Se trata de no acabar de hacer funcionar las formas de propiedad privada…, cooperativa, pequeña y mediana empresa, dándoles el lugar que les corresponde dentro del modelo económico”.

La medida del pasado julio de aumentar los salarios en el sector “presupuestario” (no empresarial) suscitó una de las polémicas más notables en muchos años. La gran mayoría de los economistas cubanos, si bien consideraron el aspecto social positivo de dicha política, advirtieron que generaría inflación porque no hay posibilidad real de aumentar la producción (oferta). Además criticaron el intento gubernamental de controlar los precios porque será inefectiva como ha ocurrido en el pasado en Cuba y en otros países.

Concuerdo con virtualmente todas las recomendaciones anteriores y hago votos porque el gobierno escuche a los que más conocen sobre la economía cubana y han propuesto políticas juiciosas y factibles para sacar a Cuba de la crisis actual y evitar las venideras. Ha dicho sobre esto Humberto Pérez (2016): “Se hace necesaria la participación activa de nuestros economistas y demás intelectuales de las ciencias sociales, en las discusiones y toma de decisiones sobre la implementación del modelo económico… considero conveniente crear varios think tanks con nuestros científicos sociales más destacados…”

 

Nota:

[1] Parte de este artículo se basa en Mesa-Lago y Vidal, 2019; esta versión duplica el número de economistas, expande las propuestas del resto y reestructura por entero la narrativa.

Bibliografía:

Benavides, Joaquín (2019), “Sesión del 13 de abril de la Asamblea Nacional: Comentarios ineludibles”, Cuba y la Economía, 13 abril.

Carranza, Julio (2019), “Preguntando honestamente”, Cuba y la Economía, 26 abril.

Ferrán, Juan (2019), “¿Por qué?, Sine Die, 20 abril.

Mesa-Lago, Carmelo y Pavel Vidal (2019), “El impacto en Cuba de la crisis de Venezuela y las políticas de Trump”, Madrid, Documento de Trabajo del Instituto Elcano de Estudios Internacionales, junio.

Monreal, Pedro (2019a), “Gestión macroeconómica, anti-crisis en Cuba”, Elestadocomotal, 30 abril.

______ (2019b), “El plan de la economía cubana para 2019: Lo que no queda claro”, Elestadocomotal, 10 enero.

Morales, Esteban (2019), “Las encrucijadas de la economía cubana”, Prensa Latina, 4 abril.

Nova González, Armando (2013). El Modelo Agrícola y los Lineamientos de la Política Económica y Social en Cuba. La Habana: Editorial Ciencias Sociales.

Pérez, Humberto (2016), “Necesitamos socialismo y realismo”, Moncada, 14 junio.

______(2018), “Reforma monetaria acompañada de aumento de salarios y pensiones: Reflexiones y sugerencias”, Catalejo (Temas), 22 y 25 junio.

______(2019). “Remesas a Cuba. Mito o realidad”, Cuba y la Economía, 13 julio.

Pérez Villanueva, Omar E. 2019. “Medidas económicas necesarias para Cuba”, Inter Press Service, 31 agosto.

Triana, Juan (2019), “Marchas y contramarchas: el pa’tras y pa’lante de la política económica”, Cuba y la Economía, 3 abril.

Torres, Ricardo (2019), Mensaje enviado al autor, París, 22 septiembre.

Rodríguez, José Luis (2019), ¿Qué alternativas implementar ante problemas de la economía cubana?”, Podcast de Cubadebate, 17 mayo.

Rojas, R. D. (2019), “Puerto, transporte, economía interna: otra vez”, Progreso Semanal, 25 abril.

 

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