Muere Eusebio Leal, historiador de La Habana

Tenía 77 años y fue uno de los intelectuales cubanos más lúcidos de los últimos tiempos.

Foto: Alejandro Ernesto.

La muerte del historiador de la ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler, víctima de cáncer, estremece a los cubanos en la mañana de este viernes.

La noticia fue publicada por el diario estatal Granma e inmediatamente el mundo intelectual y los cubanos todos comenzaron a lamentar la ausencia de uno de los intelectuales más lúcidos de los últimos años en la Isla.

Según informó el mismo periódico, de conformidad con su familia, sus cenizas serán conservadas para que, una vez controlada la epidemia de la COVID-19, el pueblo pueda tributarle homenaje en el Capitolio de La Habana.

El presidente Miguel Díaz Canel escribió en Twtter: “Ha muerto Don Eusebio de la memoria enamorada, el que nos hizo llorar y reír con la historia de la nación que somos al darle carácter y alma, poniéndole nombres e iluminando sus oscuridades como quien enciende luces en medio de la noche. Nuestras condolencias a familiares y amigos”

El músico X Alfonso publicó en Facebook: “Gracias maestro por enseñarnos y demostrarnos que sí se puede convertir sueños en realidad, poder tener una Habana distinta y más bella y apoyarnos unos a otros para lograr una ciudad y un país mejor. ¡ #FAC siempre será tu casa! ¡Descansa en paz!”

La directiva de la revista Palabra Nueva, en su página de Facebook, expresó: “Sin dudas, se ha ido uno de los más lúcidos intelectuales cubanos. Su obra intelectual y en la gestión de los valores patrimoniales de #Cuba lo hacen una de las figuras más admiradas y queridas por todos los habitantes de esta isla. Llegue a este maestro de cubanos, el homenaje de #PalabraNueva, revista que siempre lo sintió cercano. Qué Dios lo reciba en su gloria y brille para él la luz perpetua.”

El trovador Silvio Rodríguez, en su blog Segunda cita, le dedicó un texto donde apunta: “Con su partida nos quedamos más huérfanos de mujeres y hombres patriotas y revolucionarios que no sienten ni actúan por esquemas prefabricados, hombres y mujeres de caracteres disímiles, aunque de humanidades coherentes, en quienes las ideas no son pretexto de penitencia (propia y ajena) sino de emancipación y conocimiento.” Y resumió: “Eusebio ya vivía en la eternidad.”

Nacido el 11 de septiembre de 1942, en La Habana, Leal fue discípulo de Emilio Roig de Leushenring, de quien adquirió el amor por la ciudad, a la que se entregó en cuerpo y alma, al punto de ser uno de sus defensores más vehementes. 

Eusebio Leal como Historiador de La Habana, cargo en el que sucedió a Emilio Roig (imagen al fondo)

En 1959 comienza a laborar en la Administración Metropolitana hasta que en 1967 fue designado Director del Museo de la Ciudad, sucediendo en su cargo a Roig de Leushenring.

En 1979 concluye la restauración de la Casa de Gobierno, antiguo Palacio de los Capitanes Generales y Casa Capitular, lugar donde podía vérsele en su típica pose serena y con su habitual ropa de tonalidad gris.

Pero, Leal no era un hombre gris, que es igual a un hombre de medianías, sino todo lo contrario, era un apasionado de una labor con la cual supo ganarse la confianza de las autoridades políticas de Cuba, quienes entregaron a él no solo la restauración de edificios fundamentales de La Habana Vieja, sino el diálogo con políticos de otras naciones y líderes religiosos de importancia capital.

Fidel Castro confiaba en sus habilidades cuando quería propiciar a sus invitados un discurso fino y elegante, y el propio Leal llegó a declarar durante una entrevista realizada por Amaury Pérez, que más que marxista, había sido fidelista, “y lo he sido, que era algo más”.

Todo aquel trabajo de restauración que encabezó desde 1981, cuando asumió la responsabilidad de conducir las inversiones de las obras de restauración de La Habana Vieja, se vio coronado un año después cuando la parte histórica de la ciudad fuera declarada por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Desde entonces, Leal fue nombrado al frente de decenas de sociedades, recibió títulos de universidades cubanas e insignes en el mundo, y su voz llegó a cientos de importantes espacios, donde pronunció conferencias en las cuales una palabra era siempre motivo de reiteración: La Habana.

Porque, uno de sus grandes dotes fue la oratoria. Eusebio Leal pertenece a una raza casi extinguida de grandes oradores cubanos, gente no siempre ilustre por su posición o condiciones intelectuales, pero que dominaban todos el lenguaje y la cadencia de la voz para seducir y convencer.

El pasado año, luego de un recorrido por una zona que Leal se conocía como la palma de su mano, el rey Felipe VI le impuso la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, la más distinguida condecoración civil que puede ser otorgada por España y que significó uno de los últimos homenajes que recibiera en vida el cubano.

En el Castillo de Atarés, emblemático edificio adonde llegó, a propósito de su reconstrucción en medio de los 500 años de La Habana, se le vio sentado, con bastón, débil, y él mismo tuvo que explicarse con una frase inmortal:

“La fatiga no es el resultado de lo que no ha podido vencerme, ni derrotarme, es que vengo caminando hace mucho tiempo, hace muchas décadas, hace muchos siglos, el verdadero misterio es que yo viví hace siglos en otros cuerpos y estuve aquí cuando se construyó el castillo”.

 

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