¿Podría el gobierno mejorar las condiciones del pasaporte cubano?

Muchos cubanos se sienten insatisfechos y proponen eliminar las prórrogas, disminuir el costo y extender la duración a 10 años.

Foto: Ana Paula Ruiz Arboleya

Foto: Ana Paula Ruiz Arboleya / Archivo.

Las historias se repiten. Noemí Sosa, naturalizada como ciudadana estadounidense y residente en Kissimmee,Florida, lleva más de seis años sin ir a Cuba, desencantada con lo difícil que resulta hacerlo solo por ser cubana. Le quedan hermanos paternos, tíos, primos… personas que no verá más, al menos en la Isla, pues decidió “olvidarse de Cuba y no renovar más el pasaporte”.

Luis Díaz, residente en Nueva York, no concibe que deba gastar más de 3,400 dólares para él, su esposa y dos hijas, solo en documentos legales para viajar a Cuba, entre pasaportes y prórrogas.

A Yolanda Peña, de Miami, no le llegó el pasaporte cubano en tiempo y no pudo ver a su padre antes de que muriera en Cuba.

Saúl Suárez, también ciudadano estadounidense, residente en Fort Lauderdale, no pudo abordar el avión rumbo a Cuba para ver el encuentro por primera vez de su hermana y su abuela, por no tener la prórroga en un pasaporte cubano supuestamente “válido” todavía.

Testimonios que se multiplican entre cubanos residentes en cualquier lugar del mundo, aunque desde Estados Unidos las frustaciones parecen ser mayores y más frecuentes.

Suárez publicó un video en Facebook que se hizo viral, donde contó lo que le pasó por no tener la estampilla actualizada en su pasaporte y cómo se dio cuenta solo cuando el funcionario de la aerolínea no lo dejó viajar.

Saul Suarez, cubano-americano.

“Normalmente no uso el pasaporte cubano y no viajo tan seguido a Cuba, y como le había puesto una prórroga hacía menos de dos años pensé que estaba en orden, pero no fue así”, dijo Suárez en entrevista con OnCuba.

Como su pasaporte fue tramitado en 2014, las prórrogas le corresponden justo cada dos años, en 2016 y 2018. Aunque le haya puesto la primera en 2017 necesitaba obligatoriamente la segunda para hacer válido su pasaporte.

Entramados de una burocracia que afecta a cientos de miles de cubanos que viajan cada año a Cuba.

A pesar de lo que le ocurrió, Suárez confía en que la relación del gobierno cubano con la emigración mejore y vengan cambios positivos para las familias cubanas. “Todavía tenemos mucho camino por recorrer y todo se trata de mejorar el país. La propuesta es bien sencilla. Cómo podemos trabajar tanto los que están allá como los que están aquí para mejorar lo que tenemos”, dijo.

“No se trata de un tema de política ni con quién estoy yo y con quién estás tú; tampoco de que si pensamos diferente no podemos encontrar un punto en común. Sino se trata de cómo mejoramos el país y la familia de cada cubano”, concluyó.

El pasaporte más caro y muy efímero

El pasaporte cubano no dura seis años vigente como muchos piensan, incluso cuando las fechas impresas de expiración indiquen ese tiempo de sobrevida en la primera página.

El decreto ley 302 de la Ley de Migración indica claramente que la duración es de solamente dos años, prorrogable dos veces por dos años cada prórroga. Seis en total.

“ARTÍCULO 24.- (Modificado) El Pasaporte Corriente es válido por dos años, prorrogables por igual término hasta un total de seis años. Las prórrogas se solicitan ante las oficinas de trámite del Ministerio del Interior o ante las representaciones diplomáticas o consulares u otras oficinas cubanas expresamente autorizadas.”

Para tener válido el documento es necesario realizar todos esos pasos, de lo contrario no se permite la entrada al país y muchas aerolíneas ni siquiera permiten viajar al destino.

Para conseguir un pasaporte cubano desde Estados Unidos, el proceso resulta aún más caro y engorroso que en otros lugares. Generalmente se realiza a través de una agencia u otro intermediario si se radica fuera de Washington.

Según la agencia OnCuba Travel, el proceso también puede hacerse personalmente en el consulado o enviando una planilla y una “orden de dinero”, tal como lo indica la web del consulado. A eso se le añaden entre 20 y 50 dólares, dependiendo de la agencia y el servicio de envío de los documentos.

En Miami el valor de los pasaportes oscilan entre los 400 y 450 dólares, y las prórrogas cuestan entre los 200 y 250 cada una, dependiendo de la agencia y de la urgencia de la solicitud.

Según la portavoz de OnCuba Travel “la única diferencia que existe es para los emigrados antes del 1971, que pueden viajar con su pasaporte cubano vigente o un permiso de Entrada (Visa HE11)  y su pasaporte extranjero, el cual le permite una sola entrada y estancia de 90 días en el territorio cubano”.

Los precios oficiales, según la resolución No. 328/2017 publicada en la Gaceta de Cuba, son los siguientes para todas las regiones del mundo (sin contar agencias intermediarias y costos de envíos).

Pero el problema del pasaporte cubano va más allá del proceso de obtención desde el exterior y la burocracia que lo acompaña, pues desde Cuba la realidad no es muy distinta.

Para tener acceso a un pasaporte un cubano residente en Cuba debería trabajar más de 700 horas (unos 4 meses y medio) con un salario promedio de 30 dólares al mes.

Según un estudio del comparador de transportes de Europa GoEuro en 2015 y publicado por BBC Mundo, acceder al pasaporte español requiere a lo sumo cinco horas de trabajo en ese país, mientras que en México son necesarias 266 horas de trabajo, en Colombia 46 y en Brasil 44.

Si sumamos el total que se necesita en Cuba para que el pasaporte esté vigente por seis años serían unos 140 dólares (100 por el pasaporte y 20 por cada prórroga), lo cual lo convierte en el más caro de la región, seguido de México (137), Chile(129), Uruguay(87) y Brasil (74).

El pasaporte cubano además solo sirve para entrar sin visa a 65 naciones y está en el puesto número 76 de todo el mundo.

María Isabel Alfonso, fundadora del proyecto Cuba American for Engagement (CAFE), dijo que para solucionar este problema primero “deben normalizarse las relaciones de los emigrados cubanos con su país de origen, lo cual implica alinear prácticas con los estándares internacionales”.

Alfonso explicó que Cuba es signataria de varios acuerdos de derechos humanos que establecen la libre entrada y salida de los ciudadanos. “Adoptar esos parámetros es contribuir a una dinámica más cercana lo normal. No debe de haber restricciones de ocho años y el precio del pasaporte debe de ser el mismo para todos, en cuanto a que todos somos ciudadanos del mismo país y la igualdad ciudadana es un principio constitucional”, dijo.

“Igualmente, debe considerarse la reducción del exorbitante precio actual del pasaporte, lo cual constituye una barrera para que muchos emigrados de bajos o incluso, medianos ingresos, puedan viajar a Cuba con la frecuencia que desearan.  Actualmente, el precio de un pasaporte cubano para los emigrados en Estados Unidos es el más caro en el mundo, cuadriplicando casi la cantidad que pagan en Cuba sus nacionales, y triplicando el precio de los pasaportes más caros a nivel global. Simplemente, el costo es percibido como un esquilme al emigrado”, agregó Alfonso.

¿Eliminarlo es la solución?

Hace unas semanas el profesor cubano-americano Carlos Lazo, famoso por sus dinámicas clases de español en Seattle, publicó en su página de Facebook un texto titulado “Pasaporte cubano: impedimento innecesario” donde invitaba a los cubanos a participar en el proceso constituyente y optar por la eliminación total del documento de viaje para los cubanos con otra ciudadanía.

Lazo comentó a OnCuba que “eliminar el requerimiento de pasaporte cubano para estos emigrados, facilitaría la entrada de miles que, hoy día, no cuentan con los recursos para pagar de cientos dólares por el documento de viaje. Muchas de estas personas son retirados y sus ingresos son escasos, y además han vivido en el exterior por muchos años y, en su mayoría, tienen ciudadanía del país donde residen. Otros, que son más jóvenes y que, similar a los más ancianos, tienen otra ciudadanía, se beneficiarían también.”

“De hecho, los comentarios que he recibido acerca de mi propuesta, en su inmensa mayoría, han sido de apoyo a que ocurran estos cambios (aún a riesgo de que se pierda la ciudadanía cubana). Se pudieran hacer excepciones para aquellos que desearan entrar al país con pasaporte cubano (y no con el de su país adoptivo)”, agregó Lazo.

Acostumbrado a viajar habitualmente a la isla, Lazo no escapa a la burocracia del pasaporte y la ineficiencia de los métodos establecidos.

“A veces la gestión de obtención demora meses y, como a muchos, me crea incertidumbre en cuanto a nuestros planes de viaje. Hace unos años, por ejemplo, mi esposa y yo planeamos visitar Cuba en nuestras vacaciones. Pero nuestros pasaportes necesitaban las prórrogas. Hicimos las gestiones pertinentes y, después de tres meses, el pasaporte de mi esposa llegó (antes de la fecha del viaje) pero el mío llegó dos semanas después. Como consecuencia, mi esposa tuvo que viajar sola a Cuba, pero a mí no me quedó más remedio que cancelar mi viaje”, contó Lazo.

“Pero mi caso no es una excepción, conozco a amigos y a personas que han tenido la misma triste experiencia. En cuanto a mis estudiantes, creo que a ellos les es mucho más fácil entrar a Cuba que a cualquier cubano residente en el exterior. Los chicos solo tienen que pagar una visa requerida para los viajes educacionales y tener un pasaporte de su país (que, en casi todos los casos, es un pasaporte norteamericano)”, explicó.

Sin embargo, la propuesta de eliminar el requisito de pasaporte para cubanos con segunda ciudadanía dejaría fuera de la solución a los miles de cubanos que no tienen otra ciudadanía y que seguirían requiriendo ese documento de viaje para entrar a la Isla, aunque tengan residencia permanente en otro país y hayan perdido la residencia cubana. Además, implicaría tratar como extranjeros a personas que nacieron en Cuba y que no han perdido su ciudadanía cubana (a menos que formalmente renuncien a ella).

Todo un engorroso proceso que queda con más dudas que certezas, sobre todo en el contexto de la inclusión del concepto de “ciudadanía efectiva” en el proyecto de nueva Constitución, donde se reconocería solo la ciudadanía cubana a los emigrados que visiten la Isla, aunque tengan otra ciudadanía.

Los costos de la burocracia

El segundo emisor de “turistas” a Cuba es la Comunidad Cubana en el exterior, como le llama el Ministerio de Turismo, con aproximadamente 428 mil visitantes en el 2016, según los últimos datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

Estos datos no incluyen a los miles de residentes en el exterior que no se consideran emigrados propiamente, pues no han perdido su estatus legal de residentes en Cuba, incluso cuando muchos poseen una doble residencia o incluso doble ciudadanía. Esas personas (mayormente emigradas luego de la reforma migratoria de 2013), también realizan trámites migratorios y viajan a Cuba, aunque no se les contabilice como no-residentes.

Se estima en más de dos millones el número de emigrados cubanos y residentes en el exterior, de ellos 1,3 millones de cubanos en Estados Unidos hasta el 2016, según un estudio de finales del año pasado del Migration Policy Institute (MPI).

En este último país, con la mayoría de la población cubana en el exterior, el papeleo se enlentece y se hace engorroso, entre otras causas, por el número limitado de personal en la embajada cubana en Washington, luego de la expulsión de varios diplomáticos por la administración de Trump. Asimismo, el hecho de no contar con un consulado en Miami o áreas cercanas implica tener que realizar todo el papeleo a través de agencias e intermediarios y no directamente, lo que encarece mucho más el proceso.

Resulta lógico deducir que los precios del entramado burocrático cubano son una forma de obtener divisas para el país, bloqueado y atrasado económicamente por décadas. Sin embargo, de encontrarse una solución, podrían ser cientos de miles más los viajeros cubanos desde el exterior a la isla, en caso de que el papeleo resultara tan fácil como para un turista lo es ingresar a Cuba.

Lazo analiza de manera concreta: “Estoy seguro que el abaratamiento del documento incrementaría de manera exponencial las visitas de cubanos residentes en el exterior. Consecuentemente, los ingresos por conceptos de consumo y gastos debido al aumento de la frecuencia de las visitas, reemplazarían con creces la pérdida del ingreso actual generado por el costoso pasaporte”.

Pero quizás una de las mayores consecuencias es para la familia cubana, el costo humano. Historias como las de Yolanda Peña, publicadas en la página oficial de Facebook del profesor Carlos Lazo, se repiten como calcadas una y otra vez en toda la web o de boca en boca.

“En el 2011, mi padre fue diagnosticado con un cáncer terminal de pulmón en Cuba, soy ciudadana norteamericana hace muchos años y al no encontrar mi pasaporte cubano anterior, tuve que solicitar uno nuevo. Este demoró 6 meses, mi padre falleció en 4. Yo solicité visa de personas seriamente enfermas y no me fue concedida. Mi padre murió con la esperanza de verme, yo quedé con el triste sentimiento de no poder decir adiós. Estos son otros cadáveres y familias separadas gracias a las leyes de la ´revolución cubana´”, escribió Peña.

El profesor Lazo resume en tres pasos lo que serían las conclusiones del debate suscitado en su página personal y que ofrece una posible solución al problema, sin tener que eliminar el pasaporte.

1-Reducir sustancialmente el costo del pasaporte.

2-La eliminación total de las prórrogas.

3-Y la extensión del período de vigencia a 10 años.

“Me siento optimista con respecto a la solución de la problemática de nuestro pasaporte. Recientemente, el gobierno cubano implementó una iniciativa inédita: solicitar opiniones de todos los cubanos (incluyendo los que residimos fuera) con respecto al proyecto de constitución que se discute en la Isla.

Con ese mismo espíritu incluyente espero que los que gobiernan Cuba tomen en cuenta el clamor general de los cubanos de dentro y fuera de la Isla y que se le de una solución al tema del pasaporte. Indiscutiblemente, eso contribuiría al ideal de Patria (que es siempre mejorable): el de una nación compasiva, justa y amorosa para con la totalidad de sus hijos; una Cuba ´con todos y para el bien de todos´”, concluyó Lazo.

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