Protección animal: ¿aprendimos algo de lo ocurrido en Mayarí?

De cara a una política de bienestar animal en Cuba, el proceso de "saneamiento" aplicado en la actualidad queda en entredicho.

Marcha contra el maltrato animal en abril de 2019 en La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.

El día de su último rescate, Daina Peña, protectora residente en Mayarí, pensó que terminaría durmiendo en el centro de observación de Higiene y Epidemiología, la dependencia adonde son conducidos los perros y gatos callejeros que se recogen en las calles de esa ciudad holguinera. “Yo se lo había aclarado al custodio apenas llegué: ‘si quiere, vaya haciéndome espacio para pasar la noche, porque de aquí no me voy sin esos pobres animales’. En definitiva, tuve que esperar desde las ocho y media de la mañana hasta cerca de las cinco de la tarde para que me los entregaran”.

Esa vez, la mayoría de los empleados de la instalación habían sido enviados a trabajar en otro lugar del municipio, pero el grado de deterioro de los animales indicaba que allí el descuido es práctica común. “Aunque las personas que nos atendieron decían que les daban morcilla y otros alimentos, aquellos perros prácticamente se estaban muriendo de hambre. Muchos ni siquiera tenían fuerzas para levantarse a tomar agua”, recordó Daina en comunicación con OnCuba.    

Gracias a su gestión, 20 perros y 18 gatos han podido salvarse de la muerte por estricnina, el destino previsible de todos los animales que se capturan en las localidades de la Isla y no son reclamados por sus dueños en un plazo de 72 horas.

“En Mayarí, luego del evento de rabia, logramos reunirnos con la directora municipal de Higiene y Epidemiología para acordar que Daina asumiera los rescates. En esa ocasión también obtuvimos el compromiso de que el carro de Zoonosis no seguiría haciendo capturas en el municipio”, contó la activista Lizandra Sosa, vinculada al grupo Bienestar Animal Cuba.

La protectora Daina Peña rescata animales del centro de observación de Higiene y Epidemiología en Mayarí. Foto: cortesía de la entrevistada.

Rumores como los de posteriores recogidas, o de que perros vivos habían sido utilizados para alimentar fieras de un zoológico, que circularon en las redes sociales por esos días, no fueron confirmados por esa asociación ni por medios de prensa. “El carro de Zoonosis ha sido reportado circulando, pero no se ha visto con animales, y en Higiene y Epidemiología nos informaron que salía en otras funciones. Sobre los otros hechos solo teníamos el testimonio de un señor que días más tarde se retractó, por motivos que desconocemos”, agregó Lizandra.

A más de un mes de las primeras capturas no existen registros fiables sobre la cantidad de animales que fueron a parar a las jaulas habilitadas en la dirección municipal de Higiene, Epidemiología y Microbiología de Mayarí. Los animalistas solo pueden aportar estadísticas muy limitadas, y ni esa dependencia local del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) ni su instancia provincial respondieron las preguntas sobre el tema realizadas por este reportero.

La campaña de saneamiento fue motivada por el primer brote de rabia en humanos reportado en Cuba desde 2008. A consecuencia de este, perdieron la vida tres adultos, pero las muertes pudieron haber sido muchas más. A finales de mayo otros dos focos del virus fueron identificados en la comunidad donde residían los fallecidos, y más de 300 trampas debieron tenderse para combatir la plaga de mangostas que infectaba la periferia de la ciudad, habitada por alrededor de 30 mil personas.

Por esos días, el Gobierno local recomendada mantener bajo “observación constante todos los animales de sangre caliente, incluidos caballos, cerdos, carneros y murciélagos”, y anunciaba la aplicación de miles de dosis de la vacuna antirrábica durante el pesquisaje en la zona de mayor riesgo, sobre un universo que representaba casi la mitad de la población de la cabecera municipal.

Ejecuciones controvertidas, pero no ilegales

Como en el resto del mundo, en Cuba la rabia suele seguir una ruta que va desde las mangostas (o hurones) y murciélagos hasta los perros y gatos, y de ahí a las personas, mayoritariamente a los niños.

Los programas nacionales para la prevención y control de la rabia y la leptospirosis en humanos intentan que esa cadena se rompa antes de llegar a los animales de compañía. Las versiones vigentes de ambos documentos fueron aprobadas en agosto de 1997. Ya en ese entonces, el Ministerio de Salud Pública planteaba la necesidad de que el “saneamiento” quedara como “método alternativo de control”. “La planificación de la gestación, la regulación del celo y la esterilización de las hembras, deben ser las vías que en el futuro permitirán tener un impacto en la reducción de la población de perros y gatos”, reza en el acápite correspondiente a las prácticas para limitar el número de ejemplares sin dueño.

Como métodos de sacrificio, los Programas establecieron la electrocución, la cámara de gas o el envenenamiento con sulfato de estricnina o fosfuro de zinc.

“Los animales capturados se trasladarán a las Unidades de Vigilancia y Lucha/ o Centro de Observación, donde permanecerán 48 horas […] pasado este tiempo se procederá al sacrificio”, especifica el reglamento sobre la rabia. Solo en circunstancias excepcionales —como luego de haber agredido a una persona— “se someterán a observación durante un período de diez días”.

La mayoría de los ejemplares en custodia habrán de morir en cumplimiento de protocolos que pueden considerarse mecanizados e inhumanos, pero que no son ilegales en Cuba. Lo que sí puede y debe ponerse en entredicho es la forma en que se gestiona el proceso.

Selección Natural [DOCUMENTARY] 2016

El punto más cuestionable es el empleo del sulfato de estricnina como instrumento de ejecución. En 2006, ese veneno fue prohibido por la Unión Europea, e instituciones como la Organización Panamericana de la Salud también lo han desestimado debido a sus efectos sobre el organismo. Aunque una sobredosis casi siempre provoca la muerte antes de los tres minutos, esta es precedida por convulsiones violentas, parálisis muscular y dificultades respiratorias que terminan en asfixia.

Atendiendo a la Sociedad Mundial para la Protección de los Animales, la estricnina incumple los principios que permiten calificar a un sacrificio como eutanasia —o “buena muerte”—, por no minimizar el miedo y el sufrimiento ni ser indolora, confiable e irreversible.

Pero el jefe del Programa de Zoonosis en la provincia de La Habana, el doctor Armando Vázquez, aseguró a mediados de 2019 que la situación económica de Cuba obliga a seguir utilizándola, debido a su precio respecto a otros compuestos similares, entrevistado para un amplio reportaje de la revista Bohemia. Ese argumento es cuestionado por animalistas, quienes plantean la posibilidad de que en lugar de la estricnina se emplee el Tiopental Sódico, un anestésico para humanos elaborado en la Isla a un precio aparentemente menor.

 “Aparentemente” no es un adjetivo gratuito. Como parte de su investigación, los periodistas de Bohemia accedieron a la boleta de costo del Tiopental, producido en los Laboratorios AICA a partir de materias primas importadas. La formulación de cada dosis demanda recursos por un valor conjunto de 1,63 CUP y 1,15 CUC, que al cambio oficial equivaldrían a 30 CUP con 38 centavos. Sin embargo, el Tiopental es distribuido en la red hospitalaria a un precio de 4 CUP, que en teoría cubre lo erogado.   

Tan incomprensibles tasas de conversión no son raras dentro del sistema institucional cubano, que opera con varias monedas y complejos mecanismos contables. En esas condiciones, conocer el valor real de la mayoría de los productos y servicios resulta poco menos que imposible. Tal vez el Tiopental cubano sea más barato que la estricnina importada, o tal vez no; cuesta determinarlo con certeza. En cualquier caso, la decisión de emplear una de las dos sustancias debe ir más allá de criterios puramente económicos.

Más que rescatar o “sanear”

No existen estadísticas actualizadas sobre el número de animales callejeros en Cuba. La referencia más cercana en el tiempo es un estudio del Instituto Nacional de Medicina Veterinaria, que en 2007 calculó que la masa canina “controlada” ascendía a unos 2 millones de ejemplares y la de los gatos a más de 500 mil.

El artículo de Bohemia referenciado con anterioridad cita estimaciones de la Dirección Nacional de Higiene y Epidemiología, según las cuales la correlación más probable es la de un perro callejero por cada diez habitantes, lo que en La Habana se traduciría en al menos 200 mil animales viviendo permanentemente en las calles.

Para enfrentar el problema, el movimiento animalista ha propuesto un esquema de colaboración Estado-organizaciones cuyo centro serían programas como el de las esterilizaciones masivas. En la propuesta presentada en noviembre de 2019 a las instancias estatales, recogen “necesidades imperiosas a resolver a corto y mediano plazo con vistas a mejorar el bienestar y la protección de animales en riesgo por acción inadecuada de los organismos del Estado y la falta de consciencia en la sociedad cubana”. Una de ellas es “la coexistencia de [las clínicas de] ‘Carlos III’, de Aniplant (Asociación Cubana de Protección a Animales y Plantas, única organización de su tipo con reconocimiento legal) y las municipales”. Según sus cálculos, esto permitiría realizar alrededor de 500 esterilizaciones por mes, y unas 6000 al año, solo en La Habana.

Pocos días antes, una protesta frente al centro de observación de Zoonosis en la capital había conseguido interrumpir las capturas de perros callejeros organizadas como parte de los preparativos para celebrar el medio milenio de la ciudad, y establecer un canal de comunicación entre la dependencia de Salud y los activistas. El acuerdo preveía que estos últimos encontraran asilo para los animales que estaban en la instalación en aquel momento y los que fueran capturados en el futuro.

Activistas cubanos salvan animales de ser sacrificados

Sin embargo, las capacidades del movimiento se ven sobrepasadas ante la gran cantidad de casos simultáneos. Como solución, los animalistas propusieron a Zoonosis que demorara sus plazos de respuesta a los reportes de la población. Una limitación de igual índole puede preverse para el programa de esterilizaciones, que, sin apoyo estatal, incluso al máximo de sus potencialidades alcanzaría solo una fracción de las hembras en edad fértil que deambulan por la metrópoli.

Tampoco el MINSAP ha planteado una estrategia viable en el mediano y largo plazos. Un funcionario de Zoonosis en Camagüey, consultado por este reportero, reconoció que “ni siquiera se están cumpliendo los ciclos de eliminación de mangostas y ratas en las zonas rurales, debido a la falta insumos. En la ciudad solo se hacen recogidas ocasionales, cuando algún animal ataca a una persona o recibimos denuncias de grandes concentraciones de perros callejeros”. La última campaña de vacunación antirrábica transcurrió en el segundo semestre de 2018.  

La situación resulta potencialmente peligrosa en poblaciones de segundo y tercer orden —como la mayoría de las cabeceras municipales—, donde la infraestructura de los departamentos de Zoonosis es limitada o inexistente, al igual que el número de protectores. Por lo regular, esas localidades presentan un modelo de urbanización típico, con barrios periféricos que se integran a los campos circundantes, lo que favorece la interacción entre los animales salvajes y domésticos. En tales circunstancias, una cadena de contagios puede alcanzar con relativa facilidad a las personas, y motivar campañas masivas de saneamiento, ante la indiferencia o el respaldo de la comunidad.    

Sin embargo, hay lugar para el optimismo. A comienzos de junio se creó la Unión de Animalistas de Cuba (UNAC), que podría aglutinar a decenas de organizaciones que desempeñan su labor sin reconocimiento legal a lo largo y ancho del país.

Una marcha en La Habana contra el maltrato animal

Recientemente se anunció que en noviembre próximo será aprobada la política de bienestar animal. Protectores y miembros de diversas organizaciones como Valia Rodríguez, de Cubanos en Defensa de los Animales, han insistido en diversos espacios, como el grupo de Facebook Cuba contra el Maltrato Animal en que, para su elaboración, se debe tomar en cuenta al movimiento animalista nacional. Javier Larrea Formoso, coordinador de BAC, junto a otros activistas, han recopilado una serie de propuestas para enviar al correo habilitado al efecto (bienestaranimal_opina@dsa.minag.gob.cu). Entrevistado por el Canal Digital de OnCuba, Larrea Formoso comenta sobre la política de bienestar animal, y el decreto ley que formará parte de ella.

Cuba nuestra: Javier Larrea opina sobre la política del bienestar animal en Cuba

Entre las novedades que se esperan del Decreto Ley de Bienestar Animal está crear un marco sancionador para aquellos que maltratan de diversas formas a los animales, y abrir espacios a las iniciativas ciudadanas de protección. “Tenemos la necesidad de concientizar, educar y promover un cambio de mentalidad en la sociedad cubana actual”, resaltó la activista Beatriz Batista, al presentar las nuevas plataformas de la UNAC en el ámbito digital.

Mientras, en la “línea del frente” de esa batalla, protectores como Daina siguen apostando por una segunda oportunidad para los animales abandonados por la sociedad. A veces, en medio de los cuestionamientos y la incomprensión.

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