Santiago de Cuba ¿ciudad sismorresistente o sismovulnerable?

Foto: José Roberto Loo Vázquez

Foto: José Roberto Loo Vázquez/Archivo.

Hace ya varios días que no tiembla en Santiago de Cuba. Lo cual es, a un tiempo, alivio y  motivo de preocupación. Para el alivio las razones son obvias. Sin embargo, para gran parte de los residentes, las autoridades santiagueras y las personas a cargo del monitoreo sismológico, la preocupación continua. Mientras va quedando en el pasado la sensación de peligro inminente más disminuye la percepción de riesgo.

Con el enjambre de movimientos telúricos desencadenados en la madrugada del 17 de enero, según Yelena Berenguer, ingeniera civil y especialista del CENAIS, “desempolvamos la vuelta a la conciencia del peligro, lamentablemente de la manera más dolorosa”.

Hoy una de las principales preocupaciones, comenta, es cuán resistente es cada vivienda, cada estructura. Lo primero que puntualiza es que, para tranquilidad de quienes allí residen,  todas las tipologías de edificaciones construidas por el gobierno luego de  1959 se diseñaron ateniéndose a las normas sismoresistentes de cada época. Con el tiempo y cada seísmo a nivel mundial las normas evolucionaron, lo que no quiere decir que se desmientan o contradigan entre sí, sino que se perfeccionan, se actualizan.

Al caminar por Santiago de Cuba son reconocibles los distintos sistemas constructivos. Los de tipología IMS resistieron en Yugoslavia y Serbia terremotos de hasta 9 grados en la escala de Richter, con solo grietas como saldo final. Estos edificios, llamados 18 plantas, en las Avenidas Garzón, Martí, en el Distrito (Centro urbano José Martí) y los de 12 pisos en la residencia universitaria de la Sede Mella, son muy flexibles, diseñados para que no se dañen con el movimiento que se prevé tendrían ante un terremoto de no más de 8 grados.

Foto: José Roberto Loo Vázquez
Sistema constructivo IMS. Foto: José Roberto Loo Vázquez

Los edificios de gran panel soviético, extendidos en las urbanizaciones del Distrito José Martí o el Abel Santamaría –conocido popularmente como “el Salao”– son calificados por la ingeniera Berenguer como “tipologías más rígidas, si se comparan con los IMS. Fueron diseñados para que se muevan unos centímetros y ese desplazamiento previsto se relaciona con las dimensiones del daño. Las experiencias vividas en Armenia a finales de los 80 y en Chile en el 2001 demostraron su resistencia.” Ninguno, enfatiza, ninguno debe colapsar.

Foto: José Roberto Loo Vázquez
Sistema Gran Panel soviético. Foto: José Roberto Loo Vázquez

Después del ciclón Sandy la ciudad es objeto de un movimiento constructivo en el que se sigue la Norma Sísmica Cubana NC: 46:99 (Comité Estatal de Normalización, 1999). Aunque la norma se encuentra en proceso de actualización su seguimiento garantiza que las construcciones soporten la magnitud de los sismos que se esperan en la región oriental. Las principales debilidades de estas obras podrían estar en el desvío de los materiales y las negligencias durante la ejecución.

Sin embargo, durante los estudios de vulnerabilidad en los que participara, la especialista Yelena Berenguer advirtió la pobre memoria histórica de muchos de sus conciudadanos ante la realidad de vivir en una zona sismogeneradora. El desgaste del tiempo, la humedad y la falta de mantenimiento sistemático no son las principales causas de la erosión en la confianza del estado técnico constructivo de estos edificios. Sus moradores han incrementado el peso, han perforado o quitado paneles, han modificado las estructuras.

Foto: José Roberto Loo Vázquez
Edificación construida con violaciones a la norma antisísmica. Foto: José Roberto Loo Vázquez

La historia en un temblor

La doctora en Ciencias sobre el Arte María Teresa Fleitas Monar explica que las construcciones vernáculas hoy se hacen sin la debida cimentación, sin columnas o con columnas de muy baja calidad cuando  se pretende levantar varios niveles. Antaño no era así.

En una urbe con cinco siglos, la experiencia de los alarifes –antiguos maestros albañiles– y su criterio para construir, demostraron que cuando se olvidan las técnicas constructivas ya establecidas se sufren las consecuencias ante cada sacudida.

Esta es una ciudad antigua y muchas de las casas en pie datan de la época colonial o de los primeros años de la República. ¿Cómo saber si resistirán ahora un sismo?

El más fuerte de los terremotos que se recuerde en estas tierras ocurrió en el siglo XVIII diserta. Los documentos de esos días refieren que se destruyó muy poco. No había un crecimiento urbano, por ejemplo hacia la Plaza de Marte. Abundaban los solares yermos y la población a las primeras sacudidas siempre tenía un espacio abierto donde no corría peligro.

Las iglesias santiagueras, muchas construidas en aquella centuria, no sufrieron consecuencias tan grandes. Las casas hechas con cimentación profunda, muros de cal, troncos, piedras y entramados de cuje resistieron el embate. Esta es una técnica constructiva que oscila pero no se cae. Que se siguiera garantizó que tiempo después aún se viva y trabaje en Santiago de Cuba en construcciones históricas.

Para el terremoto de 1852 el neoclasismo imperaba en la ciudad. Apunta la doctora Fleitas “en Santiago estaba prohibido construir pretiles pétreos, algo que si abunda en las ciudades de La Habana y Trinidad” que no tienen tradición sísmica, aquí los pretiles eran de hojalata troquelada.

Durante este terremoto se vinieron abajo las construcciones tenidas por modernas que abandonaron las técnicas antiguas. El testimonio de los maestros albañiles de la época se regodea en las consecuencias de abandonar la tradición para hacer gala de una modernidad irreflexiva.

En Santiago de Cuba con las viejas técnicas no se permitían más de dos niveles. Para la historia queda que durante el terremoto de 1932 el antiguo Club San Carlos perdió su tercer nivel. Eran dos cúpulas de cerámica vidriada construidas en 1914. El ángel de la Catedral perdió un ala, las cúpulas se dañaron y el primer hotel Venus sufrió tal agrietamiento que fue necesario demolerlo. Los constructores de la época ya venían recelando de algunas técnicas asociadas al eclecticismo.

Foto del terremoto de 1932.
Foto del terremoto de 1932.

La desmemoria del esfuerzo propio

Construir en Cuba por esfuerzo propio puede es un proceso costoso y demorado.  Aunque cada licencia de construcción debe ser aprobada por especialistas es decisión de los propietarios de la vivienda si seguir o no el asesoramiento técnico y el diseño aprobado. Garantizar la calidad y cantidad de los materiales y la ejecución depende, entre otras cosas, del presupuesto de quien construye.

Edificación construida con violaciones a la norma antisísmica. Foto: José Roberto Loo Vázquez
Edificación construida con violaciones a la norma antisísmica. Foto: José Roberto Loo Vázquez

Manita el santiaguero, como la mayoría de los cubanos, levanta o arregla su casa con lo que aparezca, cuando aparece, cuando tiene el dinero para adquirirlo y el diseño final es su decisión. Cada generación adiciona una nueva estructura o modificación a su casa según las necesidades del momento. Evitar la vulnerabilidad sísmica de la vivienda no siempre es una prioridad. Tampoco es que abunden los inspectores que fiscalicen constantemente cada proceso constructivo.” Filosofa así Lesbia Patterson, una médica que aprovecha sus vacaciones en Cuba para adelantar la remodelación de su casa ubicada en el reparto Sueño.

“Pero hermana, yo te puedo asegurar que en esta estoy cumpliendo con todos los numeritos que puso el arquitecto de la comunidad,» afirma mientras mira a su esposo y a los trabajadores en la faena desde la puerta de una vecina.

Esa puede ser la mejor prevención.

Foto: José Roberto Loo Vázquez
Foto: José Roberto Loo Vázquez
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