Santiago de Cuba: Por si la tierra se dilata…

Carpas en la Plaza Antonio Maceo, de Santiago de Cuba. Foto: José Roberto Loo Vázquez

Carpas de la Cruz Roja instaladas en la Plaza Antonio Maceo, de Santiago de Cuba. Foto: José Roberto Loo Vázquez

Así reza la aleya de una de las suras del Noble Corán. Para los santiagueros es una afirmación o una interrogante que no pende sobre sus cabezas, se mueve bajo sus pies. A diario. Ya han pasado diez días. Pero somos agradecidos, más de 24 horas de descanso, sin movimientos telúricos -el último perceptible fue al amanecer del martes 26 de enero-, es un regalo de la tierra.

Cuando creíamos que la pregunta cómo te lleva el frío había sustituido a la ya cotidiana cómo te llevan los temblores, cinco sismos perceptibles nos recordaron que no ha pasado la “situación anómala”.

Ciertos mitos y rumores se desmienten cada noche desde la televisión y la radio. A saber, el mar, que en el imaginario popular llegaba hasta las inmediaciones del balcón de Velázquez, no regresará reclamando el terreno perdido.

Para quien solicite información, el Doctor en Ciencas Fernando Guasch explica con paciencia proverbial las condiciones que pueden desencadenar un tsunami, poco probable en la falla  transformante Bartlett Caimán,  justo la que está debajo de Santiago de Cuba. Guasch puntualiza las condiciones: la primera es que su magnitud sea igual o superior a siete en la escala de Richter, un terremoto con la suficiente energía para mover la masa de agua que se encuentre encima de su epicentro; la segunda, que debe estar ubicado debajo del lecho oceánico. Por último, que ese terremoto deberá estar asociado a una falla inversa que la caracterice un mecanismo de pistón, o sea el deslizamiento de un bloque hacia arriba que sea el que movilice la masa de agua; y no es el caso de la falla en el Oriente. No es probable un tsunami.

Foto: José Roberto Loo Vázquez
Carpas en la Plaza Antonio Maceo, de Santiago de Cuba. Foto: José Roberto Loo Vázquez

Otros rumores que se introducen en las conversaciones diarias tienen que ver con los movimientos telúricos ocurridos en otras partes del mundo: Alaska, España, las pruebas con la bomba de hidrógeno en Corea del Norte, la practica del fracking en los Estados Unidos… aunque no tengan nada que ver con esta realidad diaria. Son solo sucesos que sazonan las conversaciones redundantes sobre el tema de los sismos, pero nada más.

Cada nota informativa asegura que no hay daños materiales ni humanos, al menos daños físicos. Lo cierto es que no se pierde el espíritu y no se ha construido ningún muro de las lamentaciones. No hay  pánico en las calles, pero los rostros acusan el cansancio de tantos días de una vida alterada por la anormalidad de una falla que se acomoda sin sutilezas. El stress sí hace mella en los santiagueros. Se vive en una cuerda muy tensa. Las muestras están en el evidente cansancio de los doctores en ciencia Fernando Guasch y Bladimir Moreno, autoridades y rostros visibles del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas. Hasta el más sencillo de los residentes en esta ciudad se debate entre tantas decisiones, y aunque la salud se deteriora ante cada nervio crispado, hay que seguir viviendo.

La lógica obvia entre los santiagueros es que no se puede permanecer encerrados en las casas esperando lo peor. Pero por si acaso, quienes pueden han dejado a sus hijos a buen resguardo en otras provincias que no padecen nuestra anomalía. Con los padres lo mismo. Los “santiagueros ausentes” ofrecen a sus viejos instalarse en otras provincias. Los que pueden, en otros países.  Pero a ciertas edades, ya se sabe, es muy difícil dejar atrás la casa. Una vida acumulada en las cosas y las personas que son entrañables, necesarias, no se abandona a la incertidumbre.

Abundan los ofrecimientos de amigos y familiares para pasar estos días lejos, en ciudades que no viven en estado de vulnerabilidad. Pero ¿cómo dejar atrás lo de uno? Además durante cuánto tiempo, nadie sabe cuanto durarán estos días diferentes. Todo esto y más se vive en Santiago de Cuba sin melodramas ni sentimentalismos. Ya han pasado casi dos días de paz y sosiego, demos gracias a la Madre Tierra.

Cada uno reserva provisiones para por si acaso. Foto: José Roberto Loo Vázquez
Cada uno reserva provisiones para por si acaso. Foto: José Roberto Loo Vázquez
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