Cuba anunció hoy la inclusión del servicio de atención a la violencia de género mediante la línea telefónica 103. Primera vez que la Isla cuenta con un servicio especializado para apoyar y orientar a las víctimas.
Osmayda Hernández Beleño, miembro del Secretariado Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas (Fmc), dijo en conferencia de prensa que a partir del 7 de diciembre se desarrollaron programas de capacitación no solo para quienes atenderían las llamadas, sino también para instructores policiales, juristas, especialistas de las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, entre otros actores.
También dio a conocer que cada una de las provincias cuenta con una línea propia en activo las 24 horas, todos los días de la semana, a la que se puede llamar desde los teléfonos celulares, sin costo alguno, para que las personas sean escuchadas, canalizar dudas y recibir orientación.
El operador tiene herramientas concretas para determinar qué tratamiento debe darle a cada caso en particular. Se trata de la Guía básica para personal que brinda servicios telefónicos de atención a la violencia de género y de un mapa con todos los números de contactos del país: estaciones de la Policía, centros comunitarios de salud mental, hospitales y otros.
Desde 2002 el número 103 funciona como un mecanismo anónimo, gratuito y confidencial para prevenir y controlar las adicciones. En marzo de 2020 extendió su alcance a la ayuda psicológica ante situaciones emergentes de salud mental en el contexto de la COVID-19.
Contra la violencia de género en Cuba… ¿Y si redoblamos la apuesta?
Se supo, asimismo, que durante estos nueve meses de pandemia más del 60% de las llamadas a ese número han sido para solicitar apoyo psicológico por estrés, depresión y situaciones relacionadas con la convivencia familiar ante el incremento de manifestaciones de violencia.
Clotilde Proveyer, doctora en Ciencias y coordinadora del Grupo asesor en temas de violencia de género de la Fmc, señaló que el aislamiento social creó condiciones para el aumento de la violencia doméstica, en la que por lo general el maltratador aísla a la víctima para despojarla de su red de apoyo.
Destacó, por último, que este problema no debe ser comprendido solo desde su dimensión de salud, sino como una situación social y de derecho a fin de que pueda ser enfrentado con la mayor efectividad.