Perlas del Club del Poste

Foto: Alexis Pérez Soria

Foto: Alexis Pérez Soria.

Casi toda la comunidad literaria cubana conoce que el Club del Poste es una agrupación de poetas-humoristas de la ciudad de Santa Clara. Williams Calero, Jorge Luis Mederos y este servidor, iniciamos la aventura en 1991. En 1992, como resultado del único crecimiento efectuado, ingresó Yamil Díaz Gómez.

Consagrados a la sátira, pocos eventos o sucesos han quedado sin su reseña. Muchos disfrutan con esos epigramas; algunos pocos se molestan. Pero siempre nuestra intención ha sido trazar a nuestro modo la crónica desenfadada de los principales sucesos culturales de la ciudad y el país.

Integrantes del Club del Poste. De izquierda a derecha, Jorge Luis Mederos, Ricardo Riverón y Yamil Díaz.
Integrantes del Club del Poste. De izquierda a derecha, Jorge Luis Mederos, Ricardo Riverón y Yamil
Díaz.

En los primeros tiempos trabajábamos por encargo. (¿En qué otro lugar si no en El Mejunje?). Los parroquianos solicitaban su décima. El pago era un trago de ron, y tras el desembolso, en pocos minutos el texto era compartido con el público.

Pero esa dinámica fue cambiando con los tiempos. Se tornó más relajada y temáticamente amplia. Algo de eso reseño ahora.

***

En enero pasado concluyó la más reciente edición del evento Mejunje Teatral, antes conocido como Festival de Pequeño Formato. Algunas de las “perlas” del club se han elaborado al calor de estos encuentros.

En la edición de 2008 brilló el talento de Blanca Blanche, escritora, directora y actriz del proyecto Mejunje, que con su unipersonal “Mamá tiene leche, ganó el premio de actuación. Quienes conocen a Blanca saben que nadie le ha pedido “que se cuide esa delgadez extrema”. Acabamos dudando si poseía el material biológico suficiente para sustentar la afirmación que da título a su puesta.

Los aplausos que ella arranca

son falsos: alguien descubre

que aunque es muy blanca su ubre

Blanca no es como Ubre Blanca.

Tan fea como tan franca,

impone su magisterio,

y aunque su trabajo es serio

digo, sin que esto la manche:

pa’ la leche que da Blanche

que se la tome Silverio.

Luego en 2016 el festival conmemoró el centenario de Edith Piaf. De eso se encargó, sobre todo, la admirada actriz Miriam Muñoz, del grupo Icarón. La pequeña gran artista le dio nueva vida al genial gorrioncillo francés. Su interpretación de “La vie en rose”, junto al parecido físico, hizo que casi las viéramos como una sola, con 100 años y todo. Celebrábamos  entonces también sus 50 años de vida artística.

Esta Edith Piaf de Matanzas

no desperdicia ocasión

de lanzar, con Icarón,

flechas, misiles y lanzas.

Como tantas desconfianzas

sufrió en el quinquenio gris,

para que sea feliz

le damos la bienvenida

por sus cien años de vida

y cincuenta como actriz.

Mariano, un español residente en Santa Clara desde 1997, al pisar tierra cubana por primera vez se presentó como director teatral. Luego supimos que se trataba de una mera afición. Pero a la altura de 2005 aún la comunidad escénica ignoraba el detalle y acabó aceptando su proyecto de montar “El beso de la mujer araña”, basada en la novela homónima de Manuel Puig.

Tras un esmerado casting Mariano seleccionó para protagonistas al propio Ramón Silverio –director del Mejunje, como sabemos– y el actor Nelson Águila, alias Catibo. Pero el audaz proyecto naufragó en los primeros ensayos. Resulta que el coprotagónicoheterosexual de perfil estrecho– se negó a “montar” una escena en la que Silverio, en cueros y sentado sobre sus piernas, le estampaba un beso en la boca… “¡Hasta aquí las clases!” –dijo. Y la décima llegó que se mataba:

Como el teatro cubano

siempre ponía lo mismo,

ahora entró al postmodernismo

con el director Mariano.

El “Pepe” es de buena mano

porque se graduó en España,

mas yo creo que su hazaña

va a quedarse en el archivo,

porque Silverio y Catibo

ninguno es mujer, ni araña.

***

Eventos donde los poetas del Club del Poste también hemos laborado con gusto, son, entre otros: las Jornadas de la Poesía cubana en Sancti Spíritus y los Congresos de la UNEAC.

En la edición de 1997 de la Jornada de la Poesía, Esbértido Rosendi Cancio, fundador de Ediciones Luminaria –proyecto editorial espirituano– y de la propia fiesta poética, nos hospedó en Villa Rosalba, entonces hotel de Cultura. Nos deleitaron con un menú especial: mortadella en todas sus variantes, todo el tiempo. Pese a la gastritis de dos de sus miembros, los del club no dejamos sin comentario el suceso:

Si Río tiene a Ipanema

y Londres tiene el Big Ben,

Sancti Spíritus también

ha descubierto su emblema.

Rosendi, en un buen poema

dijo en forma lapidaria

que ya cree necesaria,

aunque no resulte bella,

la colección «Mortadella»

de Ediciones Luminaria.

En 1996 los organizadores de la Jornada aún no habían descubierto los beneficios de la mortadella. Con muy buen tino, entonces, programaron una actividad en una cooperativa de producción agropecuaria. Un lechón asado y unas cuantas cajas de cervezas dieron la bienvenida a los poetas. Yo, por razones de salud, no asistí ese año.

Claro, a los anfitriones les dijeron que irían poetas y, por tanto, esperaban improvisadores. Entonces, para no defraudarlos y congratular la generosidad gastronómica, los bardos organizaron una controversia, a ver qué salía. Por supuesto que ninguno sabía cantar, ni improvisar, y mucho menos el único miembro del Club del Poste que asistió a esa edición, pues tiene el oído cuadrado, según dictamen previo de su primo, el guitarrista Rachid López. Pero se lanzó al ruedo.

Williams Calero y Yamil Díaz.
Williams Calero y Yamil Díaz.

El tema de la controversia era detractar al poeta Manuel Sosa (presente en el evento), autor de Las utopías del reino, premio David 1991 y De la Crítica 1992. El premio se daría por votación de los asistentes, y gracias a su carisma, Yamil trajo el premio para Santa Clara. Y para el Club del Poste.

Como corresponde a esa juglaresca, cada poeta debía competir con un seudónimo: Manuel Sosa quiso ser El Zorzal de Meneses, Alberto Sicilia El Clarín de Cabaiguán, Chichito El Pitirre de Taguasco. Y como ya no quedaban muchos pájaros para escoger, Yamil se impuso como El Quetzal de Santa Clara.

Una vieja orangután

que dio a luz hace seis meses

parió al Zorzal de Meneses

y al Clarín de Cabaiguán.

Pero los zorzales han

de tener clara una cosa:

óyeme bien, Manuel Sosa,

zorzal solo en apariencia,

no hay ninguna diferencia

entre tú y una tiñosa.

En el VII Congreso de la Uneac, celebrado en el Palacio de Convenciones en 2008, la delegación espirituana, conocedora de la dinámica de esos cónclaves, se apresuró a pedir la palabra apenas dio inicio la plenaria inaugural (papelito mediante, como es de rigor). Atendiendo al orden en que se habían hecho las solicitudes, las primeras intervenciones –que suelen ser las más impactantes– les correspondieron. Uno detrás del otro, con Luis Rey Yero como hombre proa, expusieron sus reclamos sobre la imprescindible presencia de alguien de esa provincia en el Consejo Nacional de la organización. Su moción fracasó, pero sí se llevaron su décima.

Por los discursos sin fin

de Yero y su batallón

hoy tiemblan en su panteón

los huesos de Serafín.

Por verse en video bim

votan hasta por Zurbano

y hay que cortar por lo sano,

pero ya solo nos queda

montar a alguien de Al Qaeda

en el tren espirituano.

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