Personas: María, la mujer de Roberto

María y Roberto, 44 años juntos / Foto: Alain L. Gutiérrez

María y Roberto, 44 años juntos / Foto: Alain L. Gutiérrez

En Guantánamo conocí a Roberto, que había ido a visitar a su madre, a la vieja, vino de La Habana. Yo tenía diecisiete y él veintisiete. Diez años de diferencia y 44 como pareja. Dice él que yo lo enamoré, me da risa pero no estoy segura de quién enamoró a quién. Pasó sin saber cómo. Yo lo invité a casa de mi hermano y ese día salimos y nos hicimos novios. A primera vista, Roberto era grande, me gustó porque lo vi bien. Ay, dice él que lo vi lindo. Bueno, conversamos un ratico en el paseo y ahí sucedió. Luego fue a conocer a mi hermana que recién había tenido un hijo, se quedó mirando al niño y dijo que quería tener uno, después salimos muy poquito, para aquí y para allá, a los cinco o seis días regresó a La Habana y en un mes volvió y ahí fue que me dijo, me propuso matrimonio.

Pero había un problema. Mi madre no lo quería por el color, porque Roberto es negro, y eso que ella era de piel oscura, aun así, no quería ni que le hablaran de prietos. Yo tenía miedo, mi hermana tuvo que escaparse de la casa con un novio negro. Él insistía en ir y conversar con ella, y yo le decía que no, que se olvidara de aquello. Al final fue, por cabezón, y por cabezón pasó un mal rato, digo yo. Pero antes, la vez que vino de La Habana, me dijo que ya, que no quería que fuera a ver a mi mamá, y que nos fugáramos, y viajé con él a casa de la suya acá en La Habana. Como Roberto era marinero, estuve quedándome con su familia, esperándolo cosa de unos once meses porque se había ido a navegar. No desconfiaba de él cuando se iba a navegar, sin celos, más bien me hacía dudar estando acá si decía que tenía una reunión y le cogía tarde, ahí sí.

Él viajaba mucho por su trabajo, se pasaba el tiempo en el mar. Después viraba y por no molestar a su madre, nos íbamos y estábamos de hotel en hotel, que cuando aquello, se podía. Pero era una vida de gitanos. Y Roberto pidió que por su empresa le dieran una vivienda, porque no era fácil, además, el gasto. En esta historia, yo había quedado embarazada y tuve un hijo, Robertico. Y estábamos de gitanos hasta que a Roberto, por fin, le dieron un apartamento en un séptimo piso en el Camilo Cienfuegos, en la Habana del Este.

De casarnos, como tal, nos casamos a los veinte años de estar juntos, o sea, por papeles, por firma de papeles, porque ya éramos marido y mujer desde el principio, y no quería un casamiento legal, porque había oído cuentos de matrimonios que no duraban nada, y no me veía pasando por lo mismo, no, eso no iba conmigo. En cuanto a mi madre, ella vino de visita a La Habana luego de tener a Robertico, y las cosas fueron cambiando, poco a poco. Después Roberto fue un hijo para ella, lo decía.

Yo, después de los años, pensando en lo que menos me gusta de Roberto, creo que es que se ha puesto viejo y peleón, y que no le gusta salir, siempre fue hombre de la casa pero de vez en cuando dábamos una vuelta a un restaurante, a un cine; ahora está encerrado dentro de estas cuatro paredes, más que nunca. No baja ni a la esquina.

Una verdad es que todo matrimonio tiene sus cositas, aunque la convivencia fue siempre buena. Siempre nos comunicamos, supimos comunicarnos, las mentirillas quién no las dice, las discusiones, los desacuerdos. Son cuarentaicuatro años juntos. A lo mejor, nos ayudó vivir por nuestra cuenta, sin estar agregados a una casa cualquiera de la familia que se hubiera metido en nuestros asuntos de marido y mujer. Por mi parte, no he imaginado mi vida con otro hombre que no hubiese sido Roberto, no sé, te juro que nunca me he puesto a pensar en eso.

María dice sentirse a gusto con su matrimonio de más de cuatro décadas / Foto: Alain L. Gutiérrez
María dice sentirse a gusto con su matrimonio de más de cuatro décadas / Foto: Alain L. Gutiérrez
"A primera vista, Roberto era grande, me gustó porque lo vi bien" / Foto: Alain L. Gutiérrez
“A primera vista, Roberto era grande, me gustó porque lo vi bien” / Foto: Alain L. Gutiérrez
"Yo, después de los años, pensando en lo que menos me gusta de Roberto, creo que es que se ha puesto viejo y peleón" / Foto: Alain L. Gutiérrez
“Yo, después de los años, pensando en lo que menos me gusta de Roberto, creo que es que se ha puesto viejo y peleón” / Foto: Alain L. Gutiérrez
"Una verdad es que todo matrimonio tiene sus cositas" / Foto: Alain L. Gutiérrez
“Una verdad es que todo matrimonio tiene sus cositas” / Foto: Alain L. Gutiérrez

 

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