Artistas sí, deportistas no

El holguinero Aroldis Chapman, cerrador de los Yanquis de New York, desde que esta fuera de Cuba no ha dejado de apoyar a su selección. Foto: Thomas A. Ferrara / Newsday

El holguinero Aroldis Chapman, cerrador de los Yanquis de New York, desde que esta fuera de Cuba no ha dejado de apoyar a su selección. Foto: Thomas A. Ferrara / Newsday

¿Por qué Isaac Delgado sí puede volver y cantar en los escenarios cubanos y salir en la televisión nacional? ¿Por qué Carlos Acosta, tras su regreso del Royal Ballet, ha conseguido bailar y crear una una nueva compañía? ¿Por qué cualquiera de los actores cubanos que vive fuera de la Isla puede entrar y aceptar y filmar cualquier propuesta audiovisual? ¿Acaso todos ellos alguna vez no decidieron “irse” (eufemismo impuesto) y “volver”? ¿Por qué ellos sí y los deportistas no? ¿Por qué unos y no otros?

Definitivamente, la ley no es igual para todos. El deportista que se marcha, que intenta elevar su nivel de juego y medirse de tú a tú con la élite, y además, buscar un respiro para su bolsillo, es considerado un traidor y aunque quiera no puede volver a representar a su bandera en eventos internacionales. Ahora. El artista, el médico, el ingeniero, el maestro y él lo que sea que se marcha, que intenta elevar su nivel de vida y probarse profesionalmente, a la vuelta, tiene las puertas abiertas incluso aunque haya hablado mil y una sandez de su tierra.

Nadie sabe por qué, pero es así. Nadie sabe los criterios que el Estado maneja para diferenciar el deporte del resto de las actividades, nadie sabe por qué tenemos que soportar y tolerar que esas diferencias estén socavando el aliento del deporte cubano, que poco a poco, sin darnos cuenta, se está cayendo a pedazos en nuestras narices. No es que ya no florezcan deportistas como antaño. No, los atletas prodigiosos son endémicos de esta Isla y van a seguir siéndolo, pero si no sabemos gestionarlos, vamos a seguir viéndolos crecer, hacerse grandes y marcharse.

El ejemplo más ilustrativo es el béisbol. Su deprimente rostro en la Serie Nacional lo demuestra todo. Mientras, en la Major League Baseball (MLB) los cubanos siguen imponiéndose y demostrando el poderío del talento del pelotero cubano.

Cuando en diciembre pasado Tony Castro (después de tanto trabajo y tanto diálogo atropellado) trajo a varias de las estrellas cubanas que brillan en las Grandes Ligas en compañía de la asociación de peloteros de la MLB y la oficina del comisionado de esa entidad, parecía que el cielo se abría y que todo se aclaraba. Meses después, no se ha vuelto a mover un dedo de ambas partes para llegar a algún acuerdo concreto, real.

Si bien para que los jugadores cubanos puedan fluir libremente de una liga a la otra tiene que cesar el bloqueo del todo o tiene el presidente norteamericano de turno que facilitar una licencia a través de la Oficina de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro, al parecer los políticos deportivos cubanos no están para nada interesados en agitar el proceso ni les quita el sueño la idea de volver a contar con ese talento desperdigado por el mundo que bien falta que le hace a las anémicas filas de la selección nacional.

Días atrás en una rueda de prensa, Antonio Becalli, presidente del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), expresó sobre el team Cuba: “sólo utilizaremos a los atletas que permanezcan radicados en nuestra tierra natal para representar a nuestro país en los distintos eventos internacionales”.

Aseveración que volvió a dejar con las ganas de vestir la franela tricolor a los Yoennis Céspedes, Yasiel Puig, José Abreu, Kendrys Morales, Aroldis Chapman y compañía que en más de una ocasión han expresado sus ansias de jugar con Cuba en el próximo Clásico Mundial de 2017.

El holguinero Aroldis Chapman, cerrador de los Yanquis de New York, desde que esta fuera de Cuba no ha dejado de apoyar a su selección. Las cámaras de televisión lo han enfocado en un par de oportunidades hinchando por su Isla tanto en el tercer Clásico Mundial como en la Serie del Caribe. Y tras oír las declaraciones de Becalli ha dicho: “Soy ciudadano (estadounidense). ¡Puedo jugar para el equipo de Estados Unidos! Si Leyland (manager de Estados Unidos) me invita, voy y participo”.

Luego se supo que a finales de marzo pasado, Chapman terminó su proceso legal para apoderarse de la ciudadanía estadounidense. “Tuve que repetir el Pledge of Allegiance y cantar el himno, que nunca lo había hecho, junto a 60 personas más”, dijo.

Una situación que no solo la están viviendo los peloteros, pues, en los venideros Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 varios cubanos no cantarán nuestro himno y saludarán otra bandera. Por solo mencionar algunos, entérese que Osmany Juantorena formará parte de la selección nacional italiana de voleibol al igual que Yoandry Leal hará lo mismo con la de Brasil y que Orlando Ortega también saltará vallas por España.

No les ha quedado de otra. Un pulso sin sentido. Por supuesto que si en casa las cosas van mal y mamá y papá no entienden que has crecido y que quieres ser independiente muy probablemente te marcharás algún día y solo vendrás de visita alguna vez al año. Y mamá y papá no podrán quejarse, tendrán que aguantar en silencio. Tendrán que asumir el tratamiento dispar de sus hijos: del cantante, del bailarín, del actor y del deportista.

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