Cubanos en Costa Rica: en espera de un happy end

Cubanos en Costa Rica durante la crisis migratoria de 2015. Foto: La Prensa.

Cubanos en Costa Rica durante la crisis migratoria de 2015. Foto: La Prensa.

La fuerza que hoy sostiene a René Álvarez Gómez, un cubano más entre los miles que en Costa Rica están varados por el actual conflicto migratorio en la región, cree haberla sacado de sus años como atleta de Esgrima en la Escuela de Iniciación Deportiva, cuando muchas veces entrenaba con el estómago desierto o con un pedacito de pan y agua con azúcar.

“Sinceramente no sabemos de dónde sacábamos fuerza, pero el espíritu de lucha y de seguir adelante nunca lo perdimos. A veces creo que esa fue mi escuela para llegar a donde estoy hoy, y luchar por mis sueños, enfrentando cualquier adversidad sin darme por vencido hasta cumplir mis objetivos”.

Así narra su experiencia para OnCuba vía correo electrónico este joven de 29 años de edad, quien abandonó el archipiélago el ocho de mayo de este año en busca de mejores oportunidades laborales y de vida, motivado sobre todo por las penurias económicas que sufren los profesionales en la isla caribeña.

Sus anhelos están hoy enfocados en llegar a Estados Unidos, donde los cubanos son recibidos con los brazos abiertos por las facilidades brindadas la Ley de Ajuste Cubano, y la política de pies secos-pies mojados, que les asegura ayuda económica y la posibilidad de vivir legalmente en la nación norteña.

Por intermedio de los denominados “coyotes” inició rumbo norte, del cual no sabe delimitar con precisión el momento más arriesgado. “Solamente atravesar Colombia con las curvas en las carreteras, y los precipicios en las montañas a cualquiera se pone la piel de gallina. Luego esos botes hasta La Miel (poblado fronterizo de Panamá) y subir la loma para llegar al pueblo”.

Ahora, y tras varias semanas de angustiosos episodios, René junto a otros cubanos se encuentran refugiados en Quebrada Grande, un pueblo próximo a la frontera nicaragüense con la esperanza de un happy end. Desde allí ha conocido que otros cubanos se han infectado con dengue, aunque esa realidad está lejana a su albergue. Allí el estado sanitario es óptimo.

“Aquí somos 42 y nos dividimos en grupos de 6 para mantener la higiene del albergue y los baños, además de cocinar. No pagamos nada. El Estado lo dona todo, desde víveres hasta el aseo, además los vecinos del pueblo también ayudan con lo que puedan: unos traen pan, otros viandas, ropa y así con lo que puedan ayudar”.

El gobierno costarricense ha afirmado que los gastos por mantener a los cerca de 5000 cubanos ascienden a 134, 5 millones de colones (más de 253 000 dólares) en alimentación, vestuario y otras necesidades. La asistencia, según el ministro de Bienestar Social, Carlos Alvarado, se hace con la colaboración de las municipalidades, las iglesias tanto católicas como cristianas y la sociedad civil.

“Aquí tenemos las condiciones básicas de vida facilitada por el gobierno y las personas del pueblo, que nos han ayudado incondicionalmente. Vienen a informarnos los del gobierno. Estamos en un albergue pequeño, donde hay una sola niña. Las atenciones son muy buenas. Si no fuera por Costa Rica muchos hubieran muerto o enfermado. A este país le debemos la vida y le estaremos eternamente agradecidos”.

Las negociaciones para sacar a los más de tres mil cubanos varados en la frontera de Costa Rica con Nicaragua, y los más de mil que esperan por un traslado en Puerto Obladía, Panamá, han sido infructuosas.

Luego de las negativas de los gobiernos de Nicaragua y Guatemala a colaborar con el envío de los cubanos hacia territorio norteamericano, se adicionó recientemente la de Belice, quien ha rechazado la posibilidad de un puente aéreo para que los cubanos sigan camino. Llega entonces otra piedra más en este via crucis que parece no tener fin.

“Aquí nos informaron de lo sucedido con Belice, que no aceptó dejarnos pasar. Estamos bien informados, y los funcionarios del Estado se preocupan por nosotros. Aquí hay muchos desesperados, e incluso con miedo a que no se resuelva esta situación”

Pero a René, a quien lo acompaña su novia Elaine, ya nada le asusta. Es como si el cuerpo hubiera creado una coraza impermeable al miedo. Han sido tantos los sustos y los malos momentos que su organismo ya los recibe de forma pausada, aunque nunca se acostumbrará a ellos. “Un día aquí es como estar en un  vacío. No sabes qué pueda pasar mañana. El futuro es incierto, pero existe. Hay que luchar por lograr tus sueños, y en Cuba no los tenemos. No me arrepiento de nada. Lo que pasamos es historia pa’ contar”.

Lo mejor de todo es que cuando uno dialoga con René no encuentra una tristeza abundante, de esas que rebotan con facilidad en el rostro de su interlocutor. Quizás esconde sus penas para los momentos más íntimos, y ante la cámara solo regala sonrisas. A través de él, habla el optimismo y la seguridad: “Sí llegaremos a Estados Unidos, solo hay que tener paciencia y esperar. Esto se resolverá. No sabemos cuándo, pero no demorará”.

Ahora que el Presidente de Costa Rica ya está en La Habana, los ojos y el corazón de René, y de los miles de varados en esa nación están puestos sobre esa visita que esperan traiga la solución definitiva: “Él dijo que nos ayudaría hasta el último momento a llegar a nuestro objetivo, que no nos abandonaría, y lo más importante es que no deportará a ninguno de los cubanos varados en su país. Eso nos tranquiliza mucho”.

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