Asesinatos virtuales en la Bienal de La Habana

Fotograma de Call of Duty

Fotograma de Call of Duty

Su obra se llama “Gamers O.K.”, y con ella el artista imagina miles de balas que atraviesan constantemente las paredes de la ciudad. Un número de ocho dígitos en aumento sobre una gran pantalla situada en pleno parque de Casablanca. Algunos le han advertido que los espectadores, para entenderla, necesitarán más datos, pero eso no le preocupa a Mauricio Abad sino dar cuenta de que “en este país hay muchos procesos ocultos que nos están traspasando, de los que somos parte, y no nos enteramos”.

Quizás, por tal motivo, por develar lo incógnito, ha preferido que las personas imaginen de qué va el proyecto. Este artista lleva años trabajando con un principio catalogado por él mismo como de “imagen mental”, donde la pieza ofrece un grupo de pistas para que el público establezca suposiciones. “Mi obra es lo que tú te puedas imaginar, esa imagen que yo pongo en tu cabeza es con la que trabajo”. En Casablanca habrá un contador de muertos creciendo en cifras alarmantes y el espectador deberá deducir su significado.

mauricio abad gamers ok

La carencia de una infraestructura tecnológica para conectarse a Internet ha potenciado las capacidades de innovación de los jóvenes cubanos aficionados a los videojuegos, quienes han creado sus propias redes alámbricas e inalámbricas para vincular sus computadoras. La necesidad de establecer lazos digitales es un fenómeno inherente a las sociedades del siglo XXI y en Cuba se manifiesta de un modo muy particular: ilegal, alternativo, informal.

El tema de las redes no autorizadas ha repercutido, incluso, en las ciencias sociales por cuanto de interesante es el fenómeno. Las nuevas formas de socialización, el manejo de la tecnología y hasta la inoperancia o silencio de los marcos legales nos sitúa ante la oportunidad de mirarlo desde el arte contemporáneo, como una de las obras que conforma la nómina oficial de esta Duodécima Bienal de La Habana. El joven artista Mauricio Abad nos comenta de su proyecto y el concepto que lo motiva.

«Es un regreso a mi infancia, en algún momento fui un gamer también. Siempre jugué, tuve videoconsola, compartía con mis amigos esa experiencia de juego. Ahora mismo en La Habana hay una comunidad enorme de videojugadores. Cuando, a fines del año pasado, presenté el proyecto ante el Comité de la Bienal, esa comunidad era de nueve mil personas. A las alturas de este 2015 ya la comunidad es de 13 mil. Un crecimiento de cuatro mil usuarios en menos de seis meses me parece altísimo».

«Esa comunidad se robó mi corazón cuando me enteré que existía, porque son muchachos que hace más de siete años empezaron a tirar cables y hoy día se conectan por Wi-Fi para poder jugar. Eso era lo que querían y es la esencia de la red. Pero no se quedaron ahí, ahora tienen foros, servicios de compra-venta, blogs de ayuda a usuarios (lo que necesiten, problemas sentimentales, chistes, de todo). Han creado una especie de micro Internet para suplir las carencias y por supuesto para compartir y jugar».

«Todos son videojuegos de shooter, de disparos; entre ellos World of Warcraft, Call of Duty, Battleship, Halo. Estamos hablando de que los tres primeros lugares del Call of Duty tienen 1800 muertes diarias, en el Battleship oscilan entre cinco mil y seis mil. Mucha gente muriendo diariamente a manos de estos 13 mil soldados».

En consecuencia, su pieza será un conteo constante, en tiempo real, de esas muertes. Habrá una pantalla, con una estructura relacionada al mundo del espectáculo (algo en lo que ha trabajado durante años, cuando inició junto al artista Marcel Márquez el primer colectivo de video projection mapping en Cuba, llamado “Isla Mapeada en Grupo *.IMG”).

Trabajo previo de Mauricio Abad junto a Marcel Márquez en el colectivo de videomapping  "Isla Mapeada en Grupo *.IMG"
Trabajo previo de Mauricio Abad junto a Marcel Márquez en el colectivo de videomapping “Isla Mapeada en Grupo *.IMG”

El texto en la pantalla expuesta en esta Bienal dirá “Muertos por tiros de bala”. Seguramente, en algún momento los espectadores se preguntarán ¿de dónde vienen estos muertos? «O.K. significaba en sus orígenes cero muertos, por tanto, espero que en algún punto se sepa que son gamers y no víctimas reales. Los administradores de la red han confiado en mí, no puedo revelar ningún tipo de información que los desestabilice porque para la red lo más importante es subsistir. Creo que desde hace años en Cuba no había algo tan revolucionario como esto».

La Bienal de La Habana, en su duodécima edición pretende establecer un diálogo entre las peculiaridades del contexto cubano actual y las manifestaciones artísticas contemporáneas. La obra de Mauricio Abad, además de vincularse estrechamente con esta idea, demuestra lo inútil de fijar límites al concepto del arte. El creador se valdrá casi únicamente de una pantalla y un texto para sensibilizar al público con un fenómeno emergente que está impactando silenciosamente en nuestra sociedad.

«Mi principal motivación para realizar esta obra en la Bienal no es la violencia en los videojuegos, ni siquiera los gamers; lo hago para destacar esas cuestiones que están tan cerca y no vemos. Mi pieza es una suerte de aparato raro, colocado para llamar la atención de la gente sobre muchos procesos ocultos, a los que el arte cubano no atiende como debería, porque se sigue discursando sobre procesos antiguos, no actualizados».

Quienes asistan a Casablanca de noche podrán ver el estímulo de luz junto al sonido por cada muerte. Ahí, el artista trabajará a nivel sensorial. Ante una evasión que no le complace, el autor tratará de enfocar la mirada todo el tiempo en un punto real. Intentará rescatar lo clandestino desde el arte. Desviar la atención del público hacia el auge de un singular fenómeno exclusivo del contexto cubano: las redes informales que conectan a miles de jóvenes para, desde el universo virtual, jugar, socializar, asesinar (virtualmente).

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