Cuba y las PYMES

Foto: Robin Thom

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Luego de un lustro de haber puesto en marcha un plan para reformar (actualizar) el modelo económico cubano, pervive una especie de pacto de silencio sobre la conveniencia de viabilizar o no el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) en el escenario nacional.

El tema se ha puesto sobre el tapete luego de la reciente visita oficial a Cuba de Sigmar Gabriel, vicecanciller federal y ministro de Economía y Energía de la República Federal de Alemania, quien se refirió al asunto enfáticamente y más de una vez. El vicecanciller animó a las compañías estatales cubanas a aliarse con PYMES de su país.

A propósito, el periodista Jorge Gómez Barata comentó que “quien vive en Cuba, participa de sus metas y proyectos, en especial con la idea de edificar, a corto plazo, más bien con urgencia, un modelo de sociedad próspera, sostenible e inequívocamente democrática y con méritos para llamarse socialismo, y apoya las reformas emprendidas por el presidente Raúl Castro, no se explica por qué la renuencia a algo tan obvio como lo aconsejado por el ilustre visitante”.

“No hace falta ser alemán, ministro ni economista, escribió Gómez Barata, para saber que las PYMES no solo son una opción, sino probablemente la única que a plazos y ritmos razonables, puede atraer la inversión extranjera. En las escalas de la economía cubana, en diversos campos, las PYMES son la regla y las grandes firmas, excepciones, incluso anomalías”.

Esa percepción la comparte hoy de alguna manera una buena porción de los cubanos, que ven cómo, al mismo tiempo, se hacen esfuerzos por incrementar las inversiones extranjeras de gran escala y se ha estimulado la figura del trabajador por cuenta propia y la entrega de tierras en usufructo.

Hasta hoy la cosecha de grandes inversiones foráneas es pequeña. Ayer precisamente se conoció el más reciente de estos acuerdos para una inversión de unos 35 millones de dólares de la holandesa Unilever, dedicada a la producción de productos de aseo de marcas reconocidas como Rexona, Omo, Sedal, Lux. Con esta, suman 9 los proyectos de inversión para la zona de desarrollo de Mariel, donde lentamente, desde finales de 2013, se ven aparecer estos acuerdos.

También se supo recientemente que hoy suman unas 496 400 personas con licencias para trabajar por cuenta propia –algunos miles por debajo de la cifra máxima anterior de 504 600. De los 496 400, quienes pagan licencias como “trabajadores contratados” son 114 mil (el 22 por ciento), y están asociados fundamentalmente a la de elaboración y venta de alimentos y transporte de carga y pasajeros –actividades que concentran más del 20 por ciento de todas las licencias otorgadas.

Por su parte los trabajadores agrícolas, usufructuarios de tierras estatales, llegaban a 312 296 en junio de 2014, según reportes de la ONEI.

En el primero de estos grupos de trabajadores no estatales no se conoce a ciencia cierta cuántos son cuentapropistas puros, ni cuántos de ellos son propietarios que han invertido capital y organizan el trabajo de un grupo de empleados, quienes –por cierto– no son tampoco verdaderos trabajadores por cuenta propia, sino por cuenta ajena.

Esta realidad, que parecería no ajustarse al deseo del gobierno, se hace cada vez más visible, mostrando la existencia, a contrapelo, de un creciente sector privado que va convirtiendo sus negocios en micro PYMES con inversión, capitalización y hasta con filiales.

No se comprende por qué la práctica de la política nacional ha excluido hasta ahora de sus prioridades el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas utilizando el capital extranjero o cubano; ni ha habido sobre ello una explicación oficial de los motivos.

Luego del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba que aprobó los Lineamientos de Actualización del Modelo Económico Cubano, se pensaba que cerca de un 50 por ciento de la actividad económica en el país se movería hacia el sector no estatal en un plazo no mayor de cinco años, pero esa aspiración está lejos de poder cumplirse.

Resalta entre las causas el hecho de que las filas de los usufructuarios de tierras del Estado y los integrados al llamado trabajo por cuenta propia, provenientes en su mayoría de la excedencia en las abultadas plantillas del sector estatal, apenas suman las 800 mil personas y era preciso que la cifra alcanzara cerca de un millón y medio.

El texto de la modernización económica aprobado en el año 2011, explicaba que «el modelo de gestión reconoce y promueve, además de la empresa estatal socialista (…) las modalidades de inversión extranjera previstas en la ley (…) las cooperativas, los agricultores pequeños, los usufructuarios, los arrendatarios, los trabajadores por cuenta propia y otras formas».

Es posible observar que dos de estas maneras de incrementar el empleo no estatal, precisamente aquellas con mayores resultados numéricos (cuentapropistas y usufructuarios) están dando señales de haber alcanzado su techo de vuelo, lo cual podría inducir a desarrollar esas “otras formas” que hasta el momento no se han hecho visibles.

La experiencia y las circunstancias propician ahora conceder un turno a las PYMES, aunque por razones históricas los cubanos rechazaron en el pasado las formas privadas de la actividad económica y no pocas personas necesitarían ser persuadidas de su pertinencia.

Es indiscutible que las PYMES forman parte estructural del sistema empresarial de las economías en todos los países del mundo, desarrollados o no. Cuesta trabajo imaginar cómo funcionarían las grandes empresas sin la existencia suficiente de las empresas pequeñas y medianas.

En Cuba hay muchas razones para concederle a este tema la mayor urgencia, citemos ahora solamente dos: el boom del turismo, que creció este año en un 18 por ciento y el boom de emigrantes, también con evidencias de crecimiento.

La subida abrupta del número de visitantes extranjeros, que en 2015 llegó a tres millones y medio, a pesar de que el gobierno de Estados Unidos no ha levantado aún la prohibición a sus ciudadanos de hacer turismo en Cuba, fue motivo de alegría para los cubanos, pero también de preocupación. El desarrollo del turismo, sector que se perfila nuevamente como la principal fuente de ingresos del PIB, si llegara a reducirse la exportación de servicios profesionales, requiere una mirada más pragmática.

Ahora muchos se preguntan cómo podría enfrentar Cuba ese boom en un futuro cercano con el arribo de un millón de estadounidenses ya en el primer año, luego de que se destraben los obstáculos. ¿Cómo podría hacerse proliferar en el corto plazo toda la infraestructura y las cadenas de suministro necesarias sin la participación de las pequeñas empresas?

En la actualidad, según se ha destacado incluso en la prensa cubana, hay problemas con la reparación y mantenimiento de las instalaciones hoteleras, la construcción de hoteles no marcha con la diligencia debida, existe inestabilidad en el suministro de las instalaciones turísticas, la importación de ese avituallamiento es desmesuradamente grande por falta de abastecedores nacionales. Hace falta también invertir en nuevos aeropuertos y ampliar y renovar los existentes. Y rápido.

En paralelo el problema de los emigrantes se expresa en los últimos datos publicados por la ONEI que reflejan un salto de la emigración externa total que ascendió desde 28 675 personas en 2003, hasta 46 662 en 2012.

No existen datos estadísticos más recientes, porque las nuevas reglas migratorias en Cuba hicieron desaparecer la condición de “salida permanente” al menos por dos años. Pero todo indica que en los últimos tres la tendencia migratoria ha sido igualmente ascendente. La estancia actual de miles de cubanos en Costa Rica y Panamá en espera de poder viajar a Estados Unidos lo confirma.

En un análisis del economista cubano Ricardo Torres se destaca que ese incremento equivalente al 62 por ciento ha ocurrido cinco años después de comenzadas las reformas en la agricultura, luego de flexibilizar el trabajo privado en septiembre de 2010, y de haber adoptado un programa público de cambios en abril de 2011.

Torres destaca la influencia predominante que ha tenido y tiene la política que los Estados Unidos han tejido durante varias décadas para provocar que los cubanos emigren, pero señala que más allá de los factores externos, hay condiciones en la realidad económica, política y social de la nación que favorecen y estimulan la emigración.

“El declive económico sostenido que ha afectado a una parte mayoritaria de la población de la Isla, causa un particular impacto en los jóvenes, que tienen una carrera que realizar y metas que cumplir.”

Los jóvenes cubanos, afirma, “son un grupo especialmente sensible a la emigración: poseen mayores posibilidades de integrarse en el país de destino, no cuentan con una referencia sobre el éxito del modelo cubano hasta 1989, están más alejados ideológicamente de los postulados del gobierno cubano”, saben que “las decisiones importante se toman a cierta edad”, y no tienen muchas razones para creer que “la situación en Cuba puede mejorar significativamente”.

Torres concluye esa idea asegurando que todo lo que puede hacerse, es necesario hacerlo cuanto antes, para mantener vivas las esperanzas de realizar un proyecto personal exitoso en la Isla.

Vietnam, que es un país con grandes afinidades históricas e ideológicas con Cuba, obtiene crecimientos anuales del 6 por ciento de su PIB, y en buena medida lo logra por el aumento sustancial del número de sus PYMES.

Allí, en febrero del pasado año, el presidente de Vietnam, Truong Tan Sang, alabó el desempeño de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) en el proceso de desarrollo económico nacional como contribución al bienestar social.

El mandatario se reunió en esa ocasión con representantes de unas 500 mil PYMES y valoró altamente la participación activa de esa comunidad empresarial en las campañas económicas lanzadas por el Partido y el Estado.

La experiencia vietnamita en el manejo de la introducción numerosa de las PYMES europeas y asiáticas pudiera ser materia de análisis para elaborar una futura política nacional cubana que incluya con más énfasis este tema.

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