Do you understand?

Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

Nuevos tiempos se avecinan, y nuevas formas de comunicarnos ya están entre nosotros. Poco a poco, con sutileza, hemos cambiado desde el saludo hasta la forma de despedirnos. Solíamos abreviar con “Buenas” el anuncio de nuestra llegada, y con un “Chao” la despedida. Gracias a los seriales españoles ahora es “Hola” al llegar, y traduciendo los de Estados Unidos, decimos “Que tengas un buen día” cuando nos vamos.

Recuerdo el asombro que estas frases producían al principio de ser adoptadas. Había gente que decía “¿Cómo… qué me dijiste?” sin creer que la tendera le estuviera deseando un buen día. Ya esas expresiones pertenecen a la cotidianidad, y falta poco para que digamos “Have a nice day”, como en Mentes Criminales. O sea, en Criminal minds. Y que en lugar del “Pórtate bien” de toda la vida, digamos “Be nice” al dejar en la escuela a los niños cada mañana.

Basta con ir al agromercado. No hay mejor termómetro social que ese, ni forma más rápida de tomarle el pulso al acontecer nacional. Ir al agro es como sumergirse en la prensa real, la de la calle. Es asistir, sin pretenderlo, a un debate de la actualidad territorial, con comentarios sobre “Afuera” incluidos. “Afuera” es un vasto lugar, sin límites ni fronteras. En “Afuera” las cosas son más baratas pero la gente muere (eso dice el vendedor de lechuga); los médicos ni te tocan pero te mandan directo al somatón (según la que vende coditos), y los peloteros ganan una millonada, de acuerdo con el hombre de los pepinos. Entre coles y perejiles se comenta la visita de presidentes, de músicos, y de cineastas famosos. Es una delicia informativa recorrer los estantes de boniatos, de plátanos burros y de frutabomba madura. Desde cualquier rincón se opina. Todo el mundo tiene derecho a expresarse, sin importar si el de al lado escucha o no presta atención. Se forma un coro impresionante. Más que comprar pimientos, la gente va a desahogarse. Porque sabe que nadie dirá “¿De dónde usted sacó esa información?”.

Precisamente por el hecho de constituir un sitio tan auténtico, me asombra el giro que toma el agro en estos días. Se escucha entre tarima y tarima “Excuse me”, como si estuviéramos en Boston. En el serial “Boston Legal”, para más exactitud. Los que depositan sacos con yucas, malangas y calabazas dicen “Excuse me”, al igual que las muchachas que ofrecen jabitas de nylon, café, jamón, tabacos y bijol. “Excuse me” van diciendo, y el resto de la concurrencia se aparta. Con total normalidad.

Me quedo boquiabierta y patidifusa en medio de los pasillos del agro. Hasta que suceden dos cosas: alguien me grita EXCUSE ME! porque estorbo, e inmediatamente una multitud de turistas invade las áreas del maíz, del vinagre artesanal y del puerco. Dios, pienso, ¿dónde estoy? Como si mi cerebro quisiera pronunciar Where am I? recobro lucidez y entonces comprendo what is going on: Los turoperadores llevan a los visitantes al agro, igual que si fuera el Acuario, el Museo de Artes Decorativas o una Escuela Primaria. Me asomo a la calle y veo varias guaguas parqueadas, de esas enormes que trasladan a los turistas. Oh my God, digo. El agro es atractivo para los forasteros, o sea, para la gente de “Afuera”. Y nosotros, los nativos, los autóctonos, los de “Adentro” asumimos lenguas y saludos y permisos foráneos. Para entendernos, claro. Do you understand? ¡Más te vale!

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