Nuevo embajador del Vaticano en La Habana

En una sui generis permuta, el nuncio apostólico del Vaticano en Irak y Jordania fue destinado a Cuba, y quien fuera embajador de la Santa Sede en Cuba acabó en Egipto. En efecto, Giorgio Lingua es el nuevo hombre del Papa Francisco en La Habana, donde asumirá el cargo que Bruno Mussaró dejó vacante en febrero último, meses después de una polémica misa que ofició en Vignacastrisi, Italia.

En aquella ocasión, Mussaró afirmó que la situación económica en Cuba era difícil, y que la gente aquí no tenía trabajo ni sabía cómo alimentar a sus hijos. Nadie sabe si tal opinión catalizó el fin de su misión aquí, apenas tres años después de iniciada, pero lo cierto es que ha recalado en una nación que se islamiza a todo galope.

Por su parte, Monseñor Lingua llega en un momento histórico en el cual el Vaticano jugó un papel fundamental, como reconocieron los presidentes de Cuba y Estados Unidos el pasado 17 de diciembre. Nacido cuando la Revolución cubana recién cumplía su primer año, el ahora Arzobispo de Tuscania acumula ya un currículum diplomático que podría poner al servicio del proceso en curso. De hecho, fue responsable de América Latina y el Caribe en las Relaciones de la Santa Sede con los Estados, así que conoce la región y sus peculiaridades. Además, habla con fluidez en francés, inglés y español, amén de su italiano natal y el latín profesional.

Lingua nació en Fossano, Italia, el 23 de marzo de 1960, y fue ordenado sacerdote el 10 de noviembre de 1984. Tras licenciarse en Derecho Canónico, en 1992 ingresó al cuerpo diplomático de la Santa Sede, y ha trabajado en las representaciones pontificias de Costa de Marfil, Estados Unidos, Italia, Serbia, Jordania e Irak.

El 9 de octubre de 2010 recibió la consagración episcopal en la Basílica de San Pedro de manos del cardenal Tarcisio Bertone, a la sazón canciller del Vaticano. Durante su misión en el Medio Oriente opinó sobre temas candentes, como los ataques aéreos de Estados Unidos contra posiciones del Estado Islámico. Al respecto consideró inevitables los bombardeos para frenar a los yihadistas, aunque llamó a preguntarse quién y por qué se abastece a los extremistas con armamento sofisticado.

Las relaciones entre Cuba y el Vaticano datan de 1935, aunque la religiosidad de esta nación se remonta varios siglos atrás. Según la Iglesia, más de la mitad de la población cubana es católica, si bien hay una alta incidencia de sincretismo con cultos de origen africano. Los nexos se enfriaron después de 1959, pero en los años de 1980 comenzaron a ser superadas las diferencias, y comenzaron los encuentros de máximo nivel.

El 19 de noviembre de 1996 el entonces Papa Juan Pablo II recibió en el Vaticano al presidente cubano, Fidel Castro. Menos de dos años después, el carismático pontífice realizó una visita pastoral a Cuba, que incluyó sendas misas en Santa Clara, Santiago de Cuba y La Habana. Se dice que a esta última, realizada en la Plaza de la Revolución, asistió cerca de un millón de feligreses. Un lustro después lo imitó Benedicto XVI, y ya nadie duda que tarde o temprano venga Francisco.

Por su parte, el actual embajador de Cuba ante la Santa Sede es Alejandro López Clemente, quien sustituyó en diciembre de 2013 a Eduardo Delgado Bermúdez.

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