Francisco en un país de paganos

El papa Francisco está a punto de poner sus zapatos negros sobre una alfombra de paradojas: un país occidental de mayoría religiosa, pero de minoría católica; una sociedad educada por décadas en el ateísmo que jamás incendió algún templo; una iglesia apostólica y romana con apenas fieles -se calculan unos doscientos mil-pero como institución civil, la única con capacidad de interlocución entre partes en conflicto; un Estado que en sus formularios solicitaba la confesionalidad del portador con fines eventualmente punibles y que años después involucró al clero en su alta política.

Esas mismas paradojas estaban vigentes cuando los viajes a la isla de los dos antecesores de José Mario Bergoglio. El Papa 266, pero el primero latinoamericano y jesuita de la historia, llegará a un país distinto al que visitaron sus predecesores. Ahora una embajada y una bandera en el malecón habanero hacen la diferencia, en medida importante gracias a las gestiones vaticanas.

La diplomacia pontificia en acción

“La Habana y Washington colgaron los sables, por el momento”. Así resumió un tenedor de libros en la zona antigua de la ciudad, luego de ver pasar al secretario de Estado, John Kerry, en mangas de camisa en compañía del historiador Eusebio Leal, un hombre bisagra entre el establisment y la iglesia que desde los años setenta tendió discretas líneas de comunicación cuando el ateísmo estaba en su apogeo.

La Santa Sede, en la persona de Bergoglio, contribuyó a la vía expedita de la reconexión diplomática entre los dos archienemigos. Además de pedir a las partes, en sendas misivas, no malograr la oportunidad de desactivar uno de los conflictos más antiguos y peligrosos del mundo, el Papa tomó las riendas del asunto frente el propio Obama en el palacio vaticano. En un encuentro a solas con el presidente de Estados Unidos, invocó el carácter americano de ambos para estimular un arreglo con Cuba. “Debemos vivir en armonía, respetando las diferencias, pero como amigos”. Obama devolvió la sugerencia papal con elegancia retórica: “La suya es una voz que el mundo debe escuchar”.

El antiguo arzobispo de Buenos Aires, que en 1998 coordinó la publicación argentina del libro Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro, insiste en reservarse –no le gusta para nada el animal político en que se ha convertido, muy a pesar suyo– un papel lo más discreto posible en el resultado de las conversaciones secretas entre los ahora “vecinos”, según la definición de Kerry. “Solo recé sobre esto…El mérito es de ellos”, aseveró Francisco a la prensa. Según versiones, la idea de involucrar al Papa en las negociaciones salió de la Casa Blanca y de congresistas y cabilderos que buscaban el acercamiento bilateral, no del Vaticano.

Algunos expertos han querido ver en la exclusiva hoja de ruta Cuba-Estados Unidos, sin terceros países, y el inédito discurso que el Papa hará ante el Congreso, la prioridad vaticana de ser el tercer actor en esta nueva era entre ambas naciones. Su acompañamiento en el proceso, adelantan, le asegura a la Santa Sede la condición de garante moral, lo cual reposiciona a una diplomacia que se sacude de fracasos anteriores –sobre todo en Oriente Medio– y que está ávida de mostrar su grado de independencia y credibilidad frente a los poderes mundiales.

“Es algo muy obvio…indica claramente cuál es la agenda política del Papa”, despachó a la revista mexicana Proceso el experto cubano en religiones Enrique López Oliva; un matiz que admite Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina. “Este viaje estará marcado por la alta política”, manifestó a Radio Vaticano.

En declaraciones a OnCuba, Gustavo Andújar no comparte del todo esa visión politizada. “Ahora el Papa Francisco viene, añadiendo una etapa a un viaje a Estados Unidos ya programado desde hace algún tiempo. La decisión de unir ambas visitas se articula perfectamente en la dinámica de los viajes pastorales que el Santo Padre ha realizado hasta ahora”. Andújar, director del centro cultural padre Varela –un tanque de pensamiento del catolicismo en la isla– y de la revista Espacio laical,  asegura que Francisco “quiere fortalecer o reanimar procesos hacia el establecimiento de acuerdos de paz, como Tierra Santa, o apoyar a aquellos que ya han logrado tales acuerdos, como Albania, Sri Lanka y Filipinas.”

Hablando en un programa televisivo de entrevistas, en horario estelar, el cardenal cubano Jaime Ortega confirmó el interés de Francisco por apuntalar el nuevo escenario, sujeto, presumiblemente, a más de una borrasca en el futuro. “El quiere que esas relaciones avancen”, enfatizó el arzobispo de La Habana.

Ortega se convirtió en el primer dignatario de la iglesia católica en más de medio siglo en ser invitado a un espacio de parrilla y conversar distendidamente sobre asuntos que no aparecen en los periódicos. Según versiones no admitidas, en uno de sus viajes a Estados Unidos habría sido recibido 0ff the record por Obama en uno de los jardines de la Casa Blanca.

fachada del centro Varela 02

Francisco estadista, Francisco pastor

Pesada en sus proporciones, la visita del santo padre es percibida por algunos como algo más política que evangélica. El estadista por encima del pastor. “El Papa como un representante de Estado viene precisamente a Cuba por la iglesia católica, sus relaciones con el gobierno son asuntos internos. Vemos esta visita como una oportunidad para los católicos”, considera Lázaro Álvarez, pastor de la iglesia evangélica La Casa del Padre, aún no reconocida por las autoridades, al igual que otros sesenta grupos religiosos de diverso signo que aguardan por su asiento en el registro de asociaciones.

Álvarez, un ex presbítero de la iglesia metodista con más de treinta años de ejercicio pastoral, calibra las potencialidades políticas del papado: “Los católicos cubanos pueden ver al Papa como un instrumento para que haya apertura en Cuba, ya que el Vaticano es un Estado y el tratamiento del Estado cubano a la iglesia católica es muy diferente al tratamiento con la iglesia evangélica.” Y se queja: “Para la iglesia evangélica no vemos ninguna apertura, ninguna oportunidad con esta visita.”

Las filas de las religiones de matriz africana también son recorridas por aires de resentimiento y demanda. “Respetamos al Papa como representante de la iglesia católica y desearíamos que algún día tuviera el placer o la conciencia de querernos reconocer como humanos que somos y como religiosos que somos”, dice José Manuel Pérez Andino, presidente de la Asociación cultural Yoruba de Cuba. Conocido confesionalmente como Manolo Ogbeyono, este babalawo expone en su amurallada casa Villa Ifá, en el oeste de la ciudad,  la Letra del Año, una tradición de predicciones que se urde a fines del siglo XIX. En una de sus primeras acciones al frente de la entidad religiosa, Pérez Andino logró unificar los oráculos para 2016, pues cada año se publicaban dos versiones del tablero de Ifá, una de ellas regida por el babalawo Lázaro Cuesta. “Separar nunca, unir siempre, acto supremo de humanidad” , se lee en la tarjeta de contactos de Pérez Andino.

Las experiencias que guardan los líderes santeros de las visitas papales no son precisamente gratas. En 1998, solicitaron oficialmente a la Nunciatura realizar un tambor y ciertas ceremonias propiciatorias del viaje a la isla de Juan Pablo II. La petición fue rechazada. Tampoco fueron invitados al encuentro de Karol Wojtyła con representantes de varias iglesias y grupos religiosos, incluidos los judíos. Igualmente no hubo acercamientos durante la estancia de Benedicto XVI, hace tres años.

Vidas paralelas

“La verdad es que entre la Iglesia católica y el complejo religioso Ocha-Ifá no existe relación ni institucional ni ecuménica”, suscribe la doctora Ileana Hogde.

Al frente del Departamento de Estudios Sociorreligiosos, del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, de La Habana, una dependencia del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, la investigadora admite que los prejuicios son visibles en la ignorancia de la iglesia católica hacia los religiosos llamados yorubas, que tomaron como matriz la cosmogonía politeísta de sus ancestros del Africa occidental traídos como esclavos al Caribe.

Ya en la isla, esas identidades se metamorfosearon para sobrevivir a la conversión forzosa de los colonizadores. Eso explica que santeros y babalawos peregrinen hoy día hacia los templos luego de su iniciación y en festividades del santoral católico, a los que han sincretizado con sus orichas como Babalú Ayé, Obatalá, Ochún, Yemayá y Changó, entre muchos. “Su significación religiosa marca determinados compromisos con esos santos-deidades, mediante el cumplimiento de promesas, pedidos o agradecimientos”, explica la doctora Hogde.

¿Hay un sustrato racista en el desdén eclesiástico hacia las religiones populares? No son pocos los que responderían con un sí a esa pregunta. “La iglesia católica no nos acepta, tal vez, porque la mayoría en esta religión son negros”, decanta el presidente Pérez Andino, un exmonagillo de ojos glaucos, tez blanca y voz pausada, a quien algunos recuerdan en la iglesia La milagrosa, de Matanzas, allá por los años sesenta. La conversación con este venerable maestro de la logia masónica y también abakuá es interrumpida por los saludos de más de un iniciado- iyawó- que le pide la bendición como su padrino de religión en la Regla de Ocha-Ifá, la más numerosa de Cuba.

Se especula que entre sesenta y ochenta por ciento de la población de la isla realiza algún tipo de ritual de marca afrocubana, sea santería o en menor medida, otras de ascendencia igualmente africana, como la Regla de Palo Monte, la de Arará o los Abakuás.

La Iglesia católica, por su parte, suma una feligresía que no supera diez por ciento de la población y enfrenta, en lo que se denomina el mercado simbólico, la competencia de otras denominaciones occidentales como las prolíferas iglesias evangélicas, donde “no hay mediadores entre Dios y los hombres”, según define el pastor Álvarez en conversación telefónica con OnCuba desde su templo en Cojímar, un pueblo costero del este habanero famoso por su relación con Ernest Hemingway y la pesca en la corriente del Golfo.

Aunque Gustavo Andújar reconoce que el número de católicos orgánicos, “es pequeño”, contrapone a ello los cinco o seis millones de cubanos que en 2012 corporizaron las procesiones y celebraciones al paso de la imagen de la Virgen de la Caridad, lo cual, interpreta, como “una clara evidencia de que esa fe de nuestro pueblo tiene raíces católicas”.

Por otra parte, la autoctonía de la regla de Ocha no está en tela de juicio para una etnóloga como María Fraguada. “La santería es con todas las de la ley una religión. Una de las varias que existen aquí, pero con una particularidad distintiva, es la única cubana”, asegura y describe una dicotomía histórica. “El cristianismo vertical y marcado por el autoritarismo y la Regla de Ocha horizontal y marcada por la tolerancia, condicionan hasta la actualidad las actitudes de gran parte de sus miembros”.

Pese a su represión en la sociedad colonial y en buena parte de la post colonial, ya en el republicano siglo XX, la expansión de los llamados cultos sincréticos en Cuba fue tan vasta que en 1986, en el Encuentro Nacional Eclesial Cubano –la primera gran reflexión de la iglesia católica después de la Revolución de 1959– sus participantes reconocieron que “muchas iniciativas pastorales nos esperan en este mundo de la religiosidad popular y el sincretismo religioso. Tomemos conciencia de su crecimiento en las últimas décadas”. Diez años después, el pensador más aventajado de la catolicidad en la isla, monseñor Carlos Manuel de Céspedes, se mostraba de acuerdo con que las culturas y religiones de matriz africana eran el “principal desafío” que enfrentaba la religiosidad católica en Cuba.

Desde entonces han ocurrido algunas iniciativas, aunque de alcance limitado.  En 1997 se inauguró la cátedra de estudios afrocubanos en el Seminario católico San Basilio Magno, en Santiago de Cuba, y el sacerdote Raúl Rodríguez Dago publicó los libros didácticos El Santero Cubano y Paleros y Espiritistas. Otros intentos de diálogo han sido más atrevidos, pero menos felices. En los noventa, un sacerdote español en la ciudad de Matanzas convidó a sus amigos santeros a un oficio religioso para que lo acompañasen con los sagrados tambores batá. Tiempo después el párroco fue trasferido a otro país y el suceso ha servido de anécdota para unos pocos con buena memoria y ganas de contar extravagancias.

En su libro Memorias y olvidos, un ferviente católico, el intelectual Cintio Vitier convenía en que “debiéramos aspirar a un sincretismo indo-cristiano y afro-cristiano dentro de una evangelización ya sin espada ni género alguno de poder temporal”.

Atento a esa aspiración, el padre Miguel Ángel Arregui se mueve en uno de los bastiones de la religiosidad popular de La Habana: el barrio Los sitios, donde está enclavada la gótica iglesia El sagrado corazón de Jesús. En su fachada sobresalen los rostros esculpidos de Ignacio de Loyola y Francisco Javier, los padres fundadores de la compañía de Jesús en 1543. Aunque hay un sol que raja las piedras, cae una fina llovizna desde lo alto. Es el agua residual de mangueras a presión que están deshollinando los rostros de los santos jesuitas expuestos por décadas al smog de la ciudad.

En el cuartel general de los jesuitas en Cuba

Arregui recibe a OnCuba en uno de los patios interiores del templo. Esta es su segunda estancia en la isla, la primera fue en 2008. Ahora como superior de la Compañía de Jesús en Cuba, integrada por una treintena de miembros –de hecho la más numerosa de las órdenes católicas masculinas destacadas aquí– el religioso español es también director del centro cultural Loyola, ubicado en la nave posterior de la iglesia, cuya terminación data de 1923.

“Abrimos la compañía a las necesidades de la gente… Es una zona poblacional bastante pobre y en situación económica difícil”, evalúa el sacerdote de 56 años, nacido en Azpeitia, pueblo natal de Loyola.

La labor asistencial es diversa. Repaso escolar gratuito a los niños que no pueden costearse los privados, desayuno para ancianos en estado de insolvencia, talleres de valores, de nombre Convivir, a los que acuden menores de la comunidad en horario lectivo en coordinación con sus escuelas; cursos de formación en artes, música, teatro y danza. También hay cursos de idioma, informática y autoemprendimiento empresarial.  “Acompañamos a las familias para que vayan recuperando los valores que el mismo gobierno dice que se han perdido y eso nos acerca a la problemática social de aquí, que es muy fuerte. Están muy hacinados, con toda la desestructuración familiar que eso trae, las necesidades, la violencia doméstica, a veces el abuso de niñas que viven con padrastros… La gente ha invadido un poco el centro y estamos desbordados en matrícula, pero tenemos la alegría de dar ese servicio”.

La iglesia está insertada en un barrio de fuerte tradición sincrética, pero como institución sigue sin reconocer la legitimidad de las religiones populares. ¿Cómo actuar en medio de esta paradoja?

La iglesia está interactuando con ellos, porque dentro de sus procesos rituales vienen a la iglesia católica a recibir bendiciones, a los bautismos, misas de difuntos…Si uno se acerca un miércoles, en plena misa de difuntos, ve que la iglesia está llena de gente sincrética, que no viene más que a eso. Entonces hay una interacción habitual.

¿Y no hay diálogo interreligioso…?

Creo que la iglesia necesita una reflexión mayor para convivir e integrarnos mejor. Eso no está hecho suficientemente. No tanto para la convivencia, sino cómo ir caminando juntos.

¿Cuál es el valor de Cuba para el Vaticano?

Los Papas son conscientes que el apoyo de ellos a la iglesia cubana le ayuda a poder ir normalizándose y llevar a la calle su ministerio evangelizador y de salvación. Estamos haciendo cosas desde la iglesia que hace un par de años pensábamos que no podíamos hacerlo. Se va avanzando y la sociedad va perdiendo el miedo a unos miedos que se crearon en torno a la influencia negativa de la iglesia.

¿Qué asignaturas pendientes tiene el Estado con la iglesia?

p.MA.-Lo que echamos un poco de menos todavía es una mayor libertad para actuar a nivel de la formación y educación con los niños, adolescentes y jóvenes. La máxima aspiración sería tener una oferta educativa para los niños, pero esperamos que con el tiempo vaya llegando.

¿Qué opinión le merece Francisco, para muchos el más terrenal de los pontífices?

Francisco es un hombre que tiene un corazón muy evangélico. Lo que está haciendo no es demasiado distinto a l o que hizo como arzobispo de Buenos Aires. Es un hombre que se ha ido liberando evangélicamente con el contacto con la gente, con su sufrimiento, y creo que nos está empujando a eso, a la decisión de leer la realidad y a la decisión de comprometernos, y aunque nos cueste, porque nos saca de nuestros esquemas habituales, creo que es un bien para la iglesia, para la humanidad. Al final el evangelio es eso. Jesús optó desde los más pobres y desde el amor y la no violencia, desde el amor entregado, gratuito y esto es muy revolucionario y muy contracultural, pero es muy evangélico.

Y de la feligresía, de la gente, ¿qué le llega?

Cuando uno contacta con la gente en general, con el pueblo llano, se percata de que está muy contento, admirado de que este Papa hable así, intuyen de que es el auténtico evangelio y eso puede ayudar mucho a la iglesia.

¿Cuán diferente es su experiencia sacerdotal en Cuba y en España?

Yo trabajé más en España, que era muy católica, y que ahora ya es muy poco católica en sus prácticas; es una sociedad que ha evolucionado hacia la no creencia y hacia una agresión hacia la iglesia, y cuando uno va por la calle vestido de sacerdote o es una religiosa, lo que le espera son unos cuantos insultos de la gente…En cambio, aquí en Cuba, un país comunista, lo que encuentro es una admiración y un respeto muy grande de la gente hacia la religiosa y el sacerdote. A uno le impacta eso. Sientes que en Cuba la religiosidad sigue muy latente y para mí eso es muy admirable.

La comitiva del Papa pasará por la avenida Reina. ¿Tienen expectativas mayores que un simple saludo al paso de la caravana?

Tenemos esperanza de que el Papa se detenga acá, que pueda saludarnos, no sé si entrar incluso en la iglesia. Los jesuitas estaremos ahí para saludarle cuando pase.

jesús y san lázaro

Un crucifijo frente al Atepón de Ifá

A menos de dos kilómetros del emporio jesuita en La Habana se encuentra el Mercado General de Abastos y Consumo Único, comúnmente conocido como Mercado Unico o Plaza de Cuatro Caminos, un imponente comercio inaugurado en 1920, rematado con cornucopias que flanquean un antiguo reloj de números romanos, cuya esfera ahora es un hueco, tal vez como símbolo de que la abundancia no tendrá para cuando regresar. En vías de reconstrucción, este bazar está flanqueado por abarrotes de misceláneas para los practicantes de la santería y otras religiones populares. Yyabó es la más antigua y mejor surtida de las tiendas de la manzana. Es administrada por Lázaro Enciso Méndez, alias Papito, babalawo, santero, miembro de la Sociedad Yoruba de Cuba, alfarero, yerbero y estudioso de la obra botánica del sabio cubano Juan Tomás Roig, como gusta decir en retahíla imparable.

“El papa es un hombre que está fuera de lo común, de época; es un hombre que trasmite mucha paz, tranquilidad, esperanza, es un hombre muy revolucionario si se puede decir esto, porque no se trata ni de izquierda, ni de derecha, se trata de hacer el bien a la humanidad”. Así responde Lázaro Enciso cuando OnCuba le propone un retrato del obispo de Roma.

Papito está en desacuerdo con aquellos que aseguran que la iglesia católica no considera a los santeros como religiosos. “Las dos religiones, la católica y la yoruba, están mezcladas de tal manea que es imposible separarlas, porque no hay yoruba que no tenga un crucifijo, cuando se consulta hay un crucifijo presente, así que Cristo esta ahí”, manifiesta resuelto, tanto que una las clientes de la tienda, tocada con un turbante blanco, respalda sus declaraciones con un cabeceo afirmativo. “Periodista, aquí todos somos gente de fe, paganos, porque creemos en más de un dios, que al final es uno solo. ¿Ud. entiende?”, pregunta insistente, dejando flotar otra paradoja en el aire de la plaza.

Salir de la versión móvil