La bolita: el juego nacional (+Infografía)

Listas de la Bolita

Las listas de la bolita con los números los que la gente apuesta llenan la mesa del banquero / Foto: Marita Pérez.

“Todo el mundo juega a la bolita en Cuba. O la charada, lotería, como quieran llamarle. No importa que sea ilegal y den hasta cuatro años en el «tanque». Aquí cualquiera le ha puesto aunque sea un peso a un número”, dice Ricardo, de 57 años, con el brillo maniático que deja el
vicio.

Antes jugaba más. Cuando no había comida y la Cábala le ayudaba a estar atento a los detalles de la vida. Si habían palomas, el 24. Para el día de San Lázaro, el 17 y el 77, que es «muletas». Para el cumpleaños de Fidel el 13, el número que cumple y el 1, porque es «caballo».

Ricardo aprendió el significado de los dígitos primero, y después aprendió a leer. La tradición venía por la familia. Su abuelo paterno vendía billetes antes de la Revolución, cuando los resultados se transmitían por Radio Progreso a las dos de la tarde. La misma época en que su coterráneo, el avileño Martín Fox, se convirtió en el mejor banquero de la región y llegó a ser el dueño de Tropicana, en La Habana.

Pero en los años noventa apostaba por “hambre”. Y el cachumbambé de su instinto lo llevó a la ruina en varias ocasiones. “Un tiempo estuve de listero o apuntador de terminales. Escondía las listas en el culero de mi hija y las llevaba de aquí pa´ allá. Pero eso era más peligroso y lo dejé”.

Ahora solo juega un número, el mismo que desde hace 30 años lo sacó de momentos difíciles. Un peso al 31, «zapato», todos los días, religiosamente, en la Ciudad de los Portales.

En uno de esos portales, el viejo Alberto se sienta todas las tardes a tomar ron en un bar de mala muerte. Lleva papel, lápiz y mucha paciencia. Todo el mundo sabe que es “listero”, pero mira discretamente a su alrededor mientras habla.

“Siempre hubo una bolita por la «izquierda», aunque fuera legal, porque algunos «banqueaban» en sus casas. Después que prohibieron la lotería nacional, la suplantó las de Táchira y Zulia, en Venezuela. Pero cuando triunfó Chávez, dejaron de oírse las emisoras Radio Rumbo y Ecos del Torbe. Entonces empezaron a guiarse por la lotería de Miami a partir de los años 2000, que entra todos los días por Radio Martí y una emisora que se llama La Poderosa, de Estados Unidos”.

Alberto también apuesta, pero no se guía por el destino. Tiene un sistema empírico de estadísticas que pocas veces falla. Su lista promedia 250 pesos cubanos diarios y el 20 por ciento de lo que recoja es suyo. Cuando sus “puntos” ganan, acostumbran a hacerle un pequeño regalo. Se cuida de tener su lista en orden antes de entregarla con el dinero al «cabeza de banco», el hombre que amontona la «jugada» de un barrio y se la lleva al banquero.

Pero un banquero que se respete tiene al menos tres «cabezas de banco» que recogen mínimo seis listas. Ese es el caso de Pancho, quien banquea desde hace más de 20 años en una céntrica zona de la ciudad.

“Aquí se juega por el Ca$h3 y el Play4 de Miami, dos veces al día. Los resultados se saben enseguida porque ahora están las antenas parabólicas y lo pueden ver en el Canal 4 a las ocho de la noche. La del mediodía casi siempre sale por Internet”.

Los premios varían de una provincia a otra. En Ciego de Ávila, por ejemplo, un peso al número fijo puede reportar de premio hasta 70 pesos, mientras en La Habana puede ser de 80. Otras modalidades son los números corridos, las centenas y el famoso parlés de 700 pesos por
cada uno que se apueste. “Pero si un banquero osa modificar esas cifras, enviamos un grupo de amigos para que le recuerden cómo funciona el negocio”, explica Pancho aludiendo a la mafia alrededor del juego.

¿Y la policía? Cubanos al fin, llevan en las venas también el deseo de tentar a la suerte con los números. Como aquel cliente de Pancho que se ganó un «candado», algo muy difícil, las tres combinaciones posibles de parlés. Fue un golpe de miles al banco y para celebrar
compró un puerco entero, lo asó y se asfixió con un pedazo de carne.

“Pero ya no cogen preso a la gente por eso. Si lo hicieran, sería mejor dejar adentro a los que no juegan, porque en una cárcel no caben tantos millones de cubanos”.

¿Y no le da miedo quebrar, quedarse sin nada?, pregunto mientras esperan por Pancho cinco hombres para “cuadrar” la jugada de la tarde.

“Lo primero es que yo no apuesto. El que es inteligente exprime el negocio, pero no cae en el vicio. Si alguien saca un premio gordo no me preocupo, porque se recupera con los días. Además, en esto del juego hay un refrán que es una ley y hasta ahora no me ha fallado: «De
enero a enero, siempre gana el banquero». Siempre.”

 

Infografía

* Los nombres de los entrevistados fueron cambiados para proteger su identidad.

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