Las chapitas

Chapitas

Este juego de apuestas es una estafa en la que muchísimos cubanos caen por desconocimiento / Foto: Raquel Pérez.

“Subieron a la guagua (bus) varios hombres, se sentaron y se pusieron a apostar con las chapitas hasta que una muchacha cayó. En pocos minutos le habían ganado el dinero, el reloj y se bajaron antes de que ella pudiera reaccionar”, me cuenta una periodista de A Fondo que lo vio todo.

Estos estafadores juegan con la inocencia y la ambición de la gente. Siempre trabajan en grupo, un par vigilando la llegada de la policía, una pala jugando y el mago, que con rápidos movimientos de manos hace aparecer y desaparecer una bolita bajo 3 tapas de ron que cambia de lugar constantemente.

La treta consiste en jugar frente a la gente poniendo de forma evidente la bolita debajo de una de las tapas pero el pala elige equivocadamente una y otra vez. Mientras, los espectadores se cocinan en su salsa, calculando cuanto habrían podido ganar de ser ellos los jugadores.

“Yo fui a comprarme un par de zapatos al Habana Libre y en la puerta un hombre me ofreció los mismos más baratos. Lo acompañé a su casa y me dejó en la sala esperándolo mientras los buscaba. Allí estaban jugando a las chapitas, me puse a observar y yo adivinaba cada vez donde estaba la bolita”.

Alicia tenía 20 años y trabajaba en un hotel turístico, de las propinas había ahorrado, centavo a centavo, 50 dólares para comprarse sus zapatos, pero quiso ahorrarse una parte adquiriéndolos en el mercado negro. Más tarde vio la posibilidad de que le salieran totalmente gratis.

Calle de La Habana
Los estafadores se ubican en cualquier lugar donde se reúna gente para atraer a sus presas / Foto: Raquel Pérez.

“Yo misma pregunté si podía apostar, puse todo el dinero en la tapa donde vi la bolita y gané. Me ofrecieron entonces duplicar la apuesta y puse los 100 dólares a una tapa y perdí todo. Me ofrecieron que apostara mis joyas pero me contuve a lo mejor por la tristeza de haberme quedado sin mis zapatos”.

Así es, cuando finalmente el más ambicioso o inocente se arriesga y apuesta, lo hace sin saber que al final nunca podrá ganar porque debajo de las tapas no habrá nada. El mago dará la impresión de haber puesto el grano pero en realidad estará escondido en su mano.

“Yo estaba con mi hijo de 10 años en la parada de la CUJAE (Facultad de ingenierías) y aparecieron los de las chapitas. Mi niño empezó a observarlos y me decía dónde se escondía cada vez la bolita, estaba muy entusiasmado”, me explica una madre cubana.

Los estafadores aparecen y desaparecen de los lugares como las chapitas entre sus manos, por eso es tan difícil localizarlos para la policía. Siempre tienen personas avisándoles de la llegada de patrullas y casi nunca están dos días seguidos en el mismo punto por lo que las denuncias de poco sirven.

“Aproveché la ocasión para enseñarle, le pedí que observara todo lo que estaba pasando. Enseguida el pala dejó de jugar y una señora de unos 60 años tomó su lugar. Mi hijo vio como perdía el dinero, un reloj y un anillo. Inmediatamente desaparecieron todos, dejando a la pobre mujer desesperada”.

“Creo que fue una buena lección para él porque mi hijo nunca ha jugado a nada”. Seguramente tiene razón y sería un excelente método para “educar” a todos los cubanos. Sin embargo, los medios de prensa nacionales en vez de mostrar en que consiste la estafa se dedican a jurar que en Cuba no existe el juego por dinero.

 

* Los nombres de los entrevistados fueron cambiados para proteger su identidad.

 

 

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