Palabras para despedir y recibir un año

Cuando a la Madre Teresa de Calcuta le concedieron el Premio Nobel de la Paz en 1979, alguien indagó sobre la mejor manera para apoyarla en su misión. Y aquella mujer nacida Agnes Gonxha, que dobló su espalda por los pobres de este mundo, le sugirió el camino más sencillo: Ir a su casa y amar a su familia

Lo había dicho todo: La paz empieza por el hogar, por el entorno más cercano.

En una pared de una de las casas abiertas por las Hermanas de la Caridad en Nueva York, escribió de su puño y letra: “La vida es un himno, cántalo / La vida es un combate, acéptalo / La vida es una tragedia, doméñala / La vida es una aventura, arróstrala…”

Son palabras conocidas, pero no aquilatadas. Himno, combate, tragedia y aventura, así ha sido la vida para muchos cubanos en este 2014. Diría que para los terrícolas. Y seguramente, en este 2015, habrá otros cantos y otras aventuras que arrostrar.

Nunca he creído a pie juntillas aquella frase de que una imagen vale más que mil palabras. La creo tendenciosa, porque ―a contrapelo de su formulación― siempre he pensado que una palabra es capaz de evocar mil imágenes.

“Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos”, apuntó Mahatma Gandhi. Otro Nobel hindú resumió en quince palabras la filosofía de la vida, en la cual no hay voces o esfuerzos menores:

“Qué pequeña eres brizna de hierba. Sí, pero tengo toda la Tierra a mis pies”. Así escribió Rabindranath Tagore.

Abraham Lincoln, uno de los padres de la nación norteamericana, murió por el odio.  El odio le acortó el camino, mas su advertencia no cayó en el desierto:

“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

No hay pobreza cuando hay palabras. Tal vez la palabra más hermosa es gracias. Nunca me he cansado de brindarla.

Las palabras han querido ser acribilladas, descoloridas, ninguneadas; pero ahí están, sobre papiros, arcilla, papel, en la pantalla. Creo en las pequeñas palabras. En ellas me envuelvo.

Una palabra no es solo una palabra, es un espíritu. Siempre están en el comienzo de un diálogo, y solo dialogando habrá oportunidad para la paz, bien en nuestra casa, bien en el mundo.

Por eso he querido compartirlas. He querido recibir un año, he querido despedir un año con ellas.

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