Trinidad, el agua y la angustia

Foto: Carlos Luis Sotolongo Puig

Foto: Carlos Luis Sotolongo Puig

“¡Ay, San Pedro, por tu madre, acuérdate de nosotros! ¡Yemayá, hazme el milagro!”, ruega de pronto Sonia Guzmán en medio de nuestra conversación, síntoma de un desespero acumulado por décadas de ver las tuberías vacías, de planificar gota a gota el uso diario del agua para evitar quedarse en cero.

Ella, y otros vecinos La Barranca, barrio ubicado en las inmediaciones del centro histórico de Trinidad, no tienen otro recurso que apelar a sus creencias para invocar la lluvia. Es el único recurso por agotar. Los otros, según cuentan, no han surtido efecto.

La villa colonial sufre problemas con el abastecimiento de agua desde los últimos casi diez años; aunque la situación se ha recrudecido en el último lustro a partir del auge demográfico en este polo turístico. En poco tiempo la ciudad alcanzó los 70 mil habitantes y el acueducto local está diseñado solo para 21 mil.

Por si fuera poco, los principales sitios de abasto (la fuente superficial San Juan de Letrán y la batería de pozos en Santiago Escobar-Las Piñas) hoy bombean menos de la mitad de la cantidad que debieran, tanto por la precariedad de las redes como por la ausencia de precipitaciones para rellenar estos embalses.

Lo confirmó a la prensa local Michel Sorroche Ruiz, director de la Unidad Empresarial de Base Acueducto Trinidad al referir que actualmente el municipio recibe 125 litros por segundo entre ambos lugares, de los 330 litros por segundo que debería.

Ni los 14 carros cisternas (pipas) conseguidos a partir de colaboraciones con otras instituciones estatales para satisfacer la demanda de 21 comunidades del Plan Turquino y distintas zonas de la ciudad, ni la cogida de los parches de las conductoras alivian la tensión del territorio.

Foto: Vicente Brito
Foto: Vicente Brito

Desde que tuvo que dormir con una pipa en la sala de su casona señorial, en pleno corazón del centro histórico, Daniel Mendoza vaticinó la llegada del período crítico. “Empezaron los ciclos de rotación. Al principio eran cada dos o tres días, hoy puede ser hasta 10. En el medio tiempo, ¿qué le vas a decir a un huésped: ‘orine varias veces y después descargue porque tenemos serios problemas con el agua en el pueblo’?”, cuestiona el también propietario de un hostal.

Una pipa de 4 000 litros aproximadamente cuesta 25 CUC. Existen otras de menor capacidad, que oscilan entre los 15 ó 20 CUC, pero resultan las menos demandadas. Propietarios de restaurantes o casas particulares con habitaciones para rentar constituyen los principales clientes de estos abastecedores por cuenta propia, cuya cifra no consta estadísticamente, pero hoy devienen punto clave para la supervivencia de los negocios del sector no estatal.

Encaramado en su tractor, El Guajiro, uno de los piperos más famosos aquí,  desanda la villa a plena madrugada para empezar temprano a cumplir con sus compradores. “Para la zona histórica hay que subir antes de las 9:00 am porque después empieza el traqueteo con los turistas y la Oficina del Conservador no lo permite. Yo me levanto todos los días a las 4 de la mañana, cargo el pipón y empiezo. Un día antes le aviso a la gente la hora que le toca y mata´o. Descanso y vuelvo a la carga después de las 5:00 pm.”.

Con El Guajiro hay que andar rápido. Apenas llega, el ayudante desenrolla la manguera, que arma por tramos de acuerdo a la distancia, la engancha a la turbina adosada a la pipa y listo. “Hay que ir ganando en agilidad en el servicio”, comenta con tono de gran empresario.

— ¿Cuántos viajes das por día?

—Seis, siete… depende. A veces, hasta 10.

—¿De dónde sacas el agua si Trinidad entera está en crisis?

—Ven acá, compadre ¿tú eres policía? Eso es lo de menos, lo importante es que a la hora que la gente me llame, tiene agua conmigo.

Foto: Carlos Luis Sotolongo Puig
La pipa del Guajiro. Foto: Carlos Luis Sotolongo Puig

Para Teresa Naranjo, de 82 años, comprar una pipa ni siquiera figura como posibilidad remota. Después de meses de ahorro, la jubilación le permitió comprar una turbina y varios metros de manguera. Resulta curioso: cuando toca el agua en su barrio por el ciclo, el agua llega a las casas ubicadas a mano derecha; a las de la izquierda, no. Solo cuando el vecino de enfrente termina de llenar los depósitos, Teresa comienza con los suyos. La manguera atraviesa la calle, literalmente.

Desde el 2010, un plan de rehabilitación moderniza las conductoras de la ciudad, proceso que recientemente recibió una inyección de capital extranjero con la rúbrica de un acuerdo de préstamo entre Cuba y el Fondo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para el Desarrollo Internacional, informó el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Hasta el momento, el poblado pesquero de Casilda y zona de la Media Legua se han beneficiado con la sustitución de 14,3 kilómetros y 1,3 kilómetros, respectivamente, entre redes y conductoras. Laritza Rivero Jorge, subdelegada de inversiones de la Delegación Provincial de Recursos Hidráulicos, explicó que las labores abarcan, además, tres lagunas de oxidación, un sistema de tratamiento terciario y exploración de terreno en zonas periféricas con vistas a establecer cargaderos emergentes, si persistiera la situación en San Juan de Letrán.

Foto: Carlos Luis Sotolongo Puig
Foto: Carlos Luis Sotolongo Puig

Pero ni aun así los trinitarios respiran con tranquilidad. Más de uno puso el grito en el cielo al leer la entrevista publicada por el semanario Escambray a Pablo Hernández, especialista de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico en Sancti Spíritus, a propósito del peligro de salinización de la cuenca Trinidad por la explotación de las reservas estáticas (no renovables) de este acuífero costero.

“Esta es la única cuenca costera que se explota con tanta intensidad, explicó. Existen otras por el norte y el sur, todas se explotan, pero Trinidad es la única de interés nacional desde el punto de vista hidrogeológico que existe en la provincia, debido al grado de explotación a que está sometida y a que abastece a un polo turístico. Este acuífero tiene características muy específicas, demora en recuperarse y el descenso es lento. El volumen que se le extrae no debe ser superior al que le entra.

“Hoy por hoy el agua subterránea es la única fuente que posee Trinidad. Es un reservorio que hasta ahora ha cumplido un rol importantísimo allí, que dejaría de existir si no somos previsores y no aplicamos lo que técnicamente se ha alertado para no llegar a esa situación, lo cual provocaría un perjuicio a la población y al Estado por lo que económicamente significaría. Existen estudios encaminados a buscar fuentes alternativas, pero resta un buen tiempo para que se puedan llevar a término”.

Desde aquel día Sonia Guzmán no ha podido poner la cabeza en la almohada. Por momentos le parece escuchar el sonido del grifo, porque al agua llega a cualquier hora. A veces, el estrés le juega malas pasadas; a veces, el sonido es real. Entonces echa mano a cuanta vasija encuentra y a ratos vuelve a suplicar: “¡Ay, San Pedro, por tu madre, acuérdate de nosotros! ¡Yemayá, hazme el milagro!”.

Foto: Carlos Luis Sotolongo Puig
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