Tuyo es el Reino (IV y final)

Con esos fierros, y más, las iglesias de su tipo se preparan para el último round, convencidas de que van a ganar la pelea decisiva contra un "matrimonio perverso."

Un culto del Movimiento Apóstolico Fuego y Dinámica, Versalles, Camagüey. Foto: Facebook.

Hace tres años algo más de una veintena de iglesias cubanas dieron a conocer una carta posicionándose ante el matrimonio igualitario. Eran sobre todo iglesias evangélicas, pero con presencia de metodistas, bautistas occidentales y bautistas orientales, entre otros.

Impulsadas por la discusión que tuvo lugar en Cuba a propósito de la nueva Constitución, en este caso por el artículo 68, desarrollaron un inusual activismo que incluía, entre otras cosas, visitas casa por casa, colocación de carteles en muros, cafeterías y paradas de ómnibus con la inscripción ESTOY A FAVOR DEL DISEÑO ORIGINAL y hasta prédicas en agromercados. Algunos de sus feligreses se dedicaron a retratarse junto a menores de edad a la salida de una iglesia de El Vedado con ese mismo letrero en las manos.

Ahí nacieron las ideas que repetirían después, en gran medida extrapoladas del movimiento evangélico internacional.  Como se sabe, para esos cristianos la familia constituye “una institución divina, creada por Dios” y el matrimonio “exclusivamente la unión de un hombre y una mujer”, idea originada en el Génesis: “Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: ‘Sean fructíferos y multiplíquense’” (Gen. 1:27-28). Este es precisamente el punto de partida una vez que se valida a la “estructura binaria” de la sexualidad humana —esto es, varón y hembra—, que está “grabada” —dicen— “en el ADN desde el surgimiento de la especie”. Un argumento de corte cientificista que sin embargo desconoce que la sexualidad humana es también una construcción cultural.

Por el diseño original. Foto: Iglesia Metodista de Marianao.

El objetivo se dirige a buscar empatías y aliados sociales, ante todo declarándose no homofóbicos: “no somos homofóbicos porque los cristianos no tememos, no rechazamos y no somos intolerantes de [sic] las personas homosexuales; por el contrario, cumpliendo con el mandato divino, les amamos, oramos por ellos y les predicamos el Evangelio”. Una formulación bastante aséptica que ciertamente deja fuera un rosario de exclusiones propio de un expediente en el que no solo figuran expulsiones por confesiones o infragancias, sino también por posturas teológico-doctrinales que hayan cruzado la línea política y religiosamente correcta. Pero entre ellos no puede haber aceptación de la alteridad. La consideran  incompatible de raíz  con la condición cristiana.

Lo característico de ese pensamiento consiste en identificar una causa pecaminosa cuya solución radica en validar la palabra verdadera, administrada por el predicador. Y ya se sabe cuál es esa “palabra verdadera”, profunda, subyacente. Una estudiosa la describe de la siguiente manera: “existen acontecimientos que prevalecen en la vida y que en la mayoría de los casos son dramáticos: la transgresión, el pecado, la enfermedad, el dolor, la pobreza, la muerte; todos estos acontecimientos están determinados aparentemente por la forma en que se ha conducido la vida, y quien los vive necesita la salvación y el perdón, por lo cual se requiere de la intervención de un tercero, de un ‘otro’ que lo absuelva, perdone o restaure, para esto es necesario la ‘renuncia a sí mismo'”.

La idea de arrepentimiento/perdón/conversión se encuentra entonces específicamente desarrollada en este acercamiento hacia el matrimonio igualitario: “el amor de Dios es para todos los seres humanos independientemente de su orientación sexual, ideología política o religiosa, para ser regenerados y transformados una vez que hayan procedido al arrepentimiento por medio de la fe en Jesucristo”. Para decirlo en lenguaje directo: las iglesias afirman que las personas homosexuales viven en pecado solo por su condición de tales, pero que son rescatables si renuncian a esa preferencia sexual/identitaria y entran por un aro: el suyo. No hay ni siquiera el intento de una lectura contextualizada de la Biblia, sino se valida esa que, según dicen, es literalmente la verdad revelada de “tapa a tapa”.

Foto: Proyecto Arcoiris.

Para remediarlo, algunas han llegado incluso a acudir a exorcismos como los que se han hecho en Casa de Gloria, la iglesia de Adrián Pose, allá en Marianao. El joven pastor ha asegurado que los homosexuales se vuelven heteros por obra y gracia del Espíritu Santo. Pose, como Jesús, expulsa demonios. En este caso, de los cuerpos gays, que para no variar son personas enfermas: “He hecho par de liberaciones a homosexuales. Nosotros no los rechazamos en nuestro templo. Solo queremos introducirles el fuego de Dios y liberar sus ataduras, curarlos”.

Por descontado que el ritual aludido forma parte del proceso para “llevar el poder sobrenatural de Dios a esta generación”, muy a lo Guillermo Maldonado y su discípulo de Amancio, Bernardo de Quesada. Como otros, Adrián Pose parece construido con los mismos gestos, las mismas palabras. Y sobre todo con las mismas profecías. Una de ellas consiste en asegurar el carácter absolutamente abrumador del avivamiento en la Isla, una expresión peculiar del “excepcionalísimo cubano”: “Lo que Dios va a hacer en Cuba es tan increíble que no va a ser una resurrección de cosas pasadas, va a ser algo totalmente nuevo”, dijo una vez en una entrevista.

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Pero en esa guerra contra los derechos de otras personas resulta importante el enfrentamiento a la llamada “ideología de género”. De acuerdo con esta perspectiva, resulta incompatible con los valores culturales y el pensamiento de los fundadores de la nación y, por consiguiente, con la identidad cubana. Aquí hay un problema de fondo, y es que este peculiar “historicismo” asume la identidad como un hecho cerrado y congelado, obviando que la fragilidad constituye una característica sustancial suya en cualquier tiempo y lugar. Distintos críticos culturales han subrayado, por ejemplo, que las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, adoptadas por los radicales cubanos del siglo XIX, no estaban obviamente contenidas en el discurso colonial, que las condenaba como expresiones de afrancesamiento y por consiguiente el poder las consideraba ajenas a la cultura. Básicamente, estos cristianos hacen lo mismo que las autoridades coloniales desde su peculiar posición de poder: congelar la identidad y meterla dentro de sus propios esquemas/moldes. Tal vez por ello un pastor neopentecostal no ha podido evitar caer en eso que los franceses llaman una boutade: “el matrimonio igualitario acabará con la especie cubana”. Y otro se ha sumado al coro aplicando la misma lógica de “ahí viene el Coco” desde la posición de un Adelantado: “Queremos sensibilizar a las autoridades del peligro que puede traer para la nación el matrimonio igualitario” …

Hasta donde he podido investigar para esta serie, el Movimiento Apostólico Fuego y Dinámica, de Bernardo de Quesada, no se ha pronunciado sobre el tema en sus propios términos, si es que existen. Pero el pastor sí ha reproducido en su página de Facebook una carta de un grupo de padres cubanos, cristianos y no cristianos:

RECHAZAMOS:

  1. A la ideología de género que ataca al matrimonio y a la familia, pues sostiene que las diferencias entre varón y mujer no se deben a una naturaleza fija, sino que son construcciones culturales que responden a estereotipos impuestos a lo largo de la historia. Por lo tanto, el género asumido (su expresión a través de comportamientos) depende de la autopercepción. No considera que varones y mujeres sean diferentes, sino que existen espectros de género, independientemente del sexo biológico que cada uno tenga.
  2. – La ideología de género y sus distintos postulados: feminismo radical, igualitarismo, anticristianismo y homosexualismo, relativismo ético y hedonismo, ejerciendo presión política y económica a través de los medios de comunicación masiva, la legislación y la educación.

Con esos fierros, y más, las iglesias de su tipo se preparan para el último round, convencidas de que van a ganar la pelea decisiva contra un “matrimonio perverso.”

 

 

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