Un año después, Oriente vuelve a temblar

Santiagueros pernoctando en un parque durante los temblores de enero de 2016. Foto: José Roberto Loo.

Santiagueros pernoctando en un parque durante los temblores de enero de 2016. Foto: José Roberto Loo.

La sacudida empujó la cabecera de la cama contra la pared. Tamara abrió los ojos incrédula, aterrada. “No –se dijo con el corazón martillándole el pecho–, otra vez no”.

La muchacha corrió disparada hasta el cuarto de su hija. La niña estaba ya despierta pero tranquila. “Está temblando, mami” –le confirmó con la ecuanimidad que hubiese querido Tamara para ella misma. Fueron hasta el comedor y se abrazaron debajo de la mesa.

Las paredes siguieron vibrando larguísimos segundos. Afuera, en el barrio, los gritos se multiplicaban. Miró el reloj: eran las 4:12 de la madrugada. Casi enseguida sintió unos toques en su puerta y reconoció la voz de Caridad, la vecina del segundo piso.

“Hazme el favor y baja –le ordenó Caridad. Nos estamos reuniendo en el parque, no vaya a ser que la cosa siga”.

Tamara abrigó a la niña y tomó el celular, por si llamaba su esposo, de misión médica fuera de Cuba. También cogió un pomo de agua y el paquete de galletas del desayuno. Se puso un jeans y se arregló un poco el pelo. A fin de cuentas, era su cumpleaños, el segundo consecutivo en el que despertaba en medio de temblores.

Un año atrás, para esta misma fecha, Santiago de Cuba vivió un amanecer de miedo. En menos de doce horas ocurrieron más de trescientos sismos, muchos de ellos perceptibles. La situación se mantendría por varias semanas. El más fuerte de los registrados entonces alcanzó los 5.0 grados en la escala de Richter. El de esta madrugada llegó hasta los 5.8 grados y se sintió en todo el oriente cubano.

Santiago estremecido

De acuerdo con la información oficial, el sismo de este martes se registró a las 4:08 hora local, en las coordenadas 19,6 de latitud norte y 76,6 de longitud oeste. Su epicentro se localizó en el mar, al sur del municipio santiaguero de Guamá, a 10 kilómetros de profundidad.

Casi en línea recta hacia el norte, el territorio montañoso de Buey Arriba también despertó súbitamente. En San Pablo de Yao, poblado de ese municipio de la provincia Granma, las personas salieron de sus casas en plena madrugada, menos acostumbradas a estos eventos que quienes habitan en Santiago.

Uno de ellos fue Carlos, realizador de la TV Serrana. “Me levanté desorientado y salí a medio vestir –comenta vía Facebook. Ya todos mis vecinos estaban afuera. En el resto del pueblo fue igual”.

Carlos amaneció en el patio de su casa. Luego fue hasta su trabajo y allí supo de las vivencias de compañeros suyos que residen en zonas aledañas. Todos estaban impresionados. También pudo comunicarse con amigos de otras ciudades y recabar información en el sitio web del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas de Cuba (CENAIS).

“El sismo se sintió fuerte en casi todo Granma, al menos acá en la Sierra y en la ciudad de Bayamo –confirma desde San Pablo de Yao. Ojalá y la tierra se tranquilice porque no es fácil vivir con una zozobra como esta”.

Por el momento, no existe un recuento oficial de posibles daños, aunque la emisora Radio Ciudad Monumento de Bayamo informa en su página de Facebook algunas interrupciones en el sistema eléctrico y dos derrumbes: una pared en el centro histórico de la ciudad y una edificación en la comunidad rural William Soler.

También circulan rumores no confirmados de afectaciones menores en otras partes de oriente.

Las réplicas reportadas hasta el mediodía no habían sido significativas, pero los especialistas aconsejan mantener la vigilancia sismológica.

Como Tamara y Carlos, muchos esperan que lo peor haya pasado. Como ellos, numerosas personas no volvieron a sus casas hasta que despuntó el sol. El recuerdo de los episodios de 2016 hace que los santiagueros y granmenses se mantengan alertas.

Las mochilas con alimentos y medicinas han vuelto a estar listas. Las escuelas tuvieron este martes una asistencia por debajo de lo normal.

Foto: José Roberto Loo Vázquez
Durante los temblores de inicios de 2016, a los niños en Santiago de Cuba les colocaron manillas como precaución ante un posible terremoto. Foto: José Roberto Loo Vázquez.
Salir de la versión móvil