Un tiempo para construir

A pesar de la destrucción que nos dejó en menos de veinte minutos un fenómeno natural, poderoso e inesperado, la polarización ideológica no se toma un descanso.

Foto: Otmaro Rodríguez.

Foto: Otmaro Rodríguez.

Entre los libros de la sapiencia hebrea está el Eclesiastés. Uno de sus pasajes más relevantes establece que hay un tiempo oportuno para todo bajo el cielo, un tiempo para odiar y un tiempo para amar y reconciliar, un tiempo para plantar y un tiempo para cosechar, un tiempo para destruir y un tiempo para construir. En presencia del sufrimiento causado por el reciente tornado en Cuba, ¿nos aplicamos la enseñanza?

A pesar de la destrucción que nos dejó en menos de veinte minutos un fenómeno natural, poderoso e inesperado, la polarización ideológica no se toma un descanso. ¿Es tiempo de eso?

Si un grupo de agentes del gobierno hace algo estúpido, corrupto o incompetente, como impedir que la Camerata de Zenaida Romeu entregue ayuda a los damnificados, es sano que se reporte y critique. Los revolucionarios que no quieren que se critiquen esos actos, lo primero que debieran hacer es prevenirlos y, si ocurren, pues admitirlos y empeñarse en resolverlos.

La regla es patrióticamente clara: cada problema que dificulte que un cubano tenga techo, comida, ayuda, debe reportarse, sin paños tibios.

¿No sería de mínima decencia patriótica que los diarios estatales, hicieran un reportaje, por lo menos uno solito, sobre la conmoción y el interés entre miles de emigrados por enviar ayuda y apoyar a sus compatriotas en la Isla? ¿No debería reconocer la prensa oficial el esfuerzo y disposición autónoma de artistas y empresarios privados? ¿Por qué un artículo tan bien hilvanado como el de Sergio Alejandro González Gallo, un periodista de Cubadebate, sobre la pluralidad y autonomía de actores que han respondido al desastre natural y las responsabilidades del estado no se publica en uno de los órganos de prensa oficiales de mayor circulación?

Pero criticar ineficiencias en el cumplimiento de las funciones gubernamentales exige también la responsabilidad de la objetividad, sin chanchullos. Para criticar con honestidad al gobierno no hay que inventar nada. Sus fallas y problemas son visibles.

Caldosa para los vecinos y visitantes en Regla. Foto: Otmaro Rodríguez.
Caldosa para los vecinos y visitantes en Regla. Foto: Otmaro Rodríguez.

Desafortunadamente, en lugar de centrarse en ayudar los damnificados, hay un corito que desde el primer día está dándole a la matraca anticastrista, sin objetividad ni balance alguno. Desde que se levantan hasta que se acuestan se centran no en la solidaridad con el afectado sino en sacarle lasca antigubernamental a la destrucción para acercar la brasa a su sardina. No es tiempo de eso.

Para denunciar lo que anda mal en la respuesta estatal al desastre no hay que pontificar teorías neoliberales sobre las virtudes del sector privado y la filantropía. Tampoco es justo difundir una serie manipulada de fotos y videos dando la apariencia de una ocupación militar en Regla y Luyanó.

La filantropía, por un lado, y el ánimo hacia una economía con más protagonismo del mercado y de la propiedad privada son importantísimos. Pero esa economía mixta para tener fondos que permitan lidiar con las demandas de destrucciones naturales como esta, necesita un gobierno con capacidad para regular, e intervenir. Para dar exenciones fiscales, primero tiene que haber impuestos. Hablar de atender pobreza, indigencia y desigualdad sin mencionar impuestos y presupuesto estatal es como disertar sobre Hamlet sin el príncipe de Dinamarca, que por cierto es una economía de mercado, con altos impuestos. ¿De qué país hablan los que traen una listica en la que exigen que se den exenciones fiscales a los negocios por recoger dinero y entregar ayuda? El énfasis no puede estar en pagar menos impuestos sino en que los que se recaudan se usen responsablemente.

Soy de los que piensa que el mejor homenaje a José Martí el pasado 28 de enero era repartir palas en lugar de antorchas; recoger escombros y ayudar al desfavorecido, pero entre expresar esa opinión y divulgar videos de ilustres desconocidos gritando groserías inconexas contra la marcha, o propagandizar con descalificaciones a toda la labor de rescate del gobierno, está la amplia brecha de la politiquería.  

Ante un tornado como este, para el que nadie está preparado, generalmente se produce un reforzamiento de las fuerzas de orden. ¿Por qué? Pues porque pueden ocurrir robos, abusos en la distribución de las ayudas, y desordenes provocados por la desesperación.

Si las sociedades fueran formadas por serafines y querubines, no haría falta el gobierno, pero como están formadas por hombres y mujeres, hay funciones legítimas del gobierno, la policía y las fuerzas del orden, después de una devastación.

Aprovechar hasta la última claridad. Foto: Otmaro Rodríguez.
Aprovechar hasta la última claridad. Foto: Otmaro Rodríguez.

Todos los cubanos que en ejercicio de sus derechos se oponen y discrepan, que están llamando a votar NO contra la Constitución propuesta, pierden una oportunidad de oro, al no reconocer y apoyar las acciones del gobierno. ¿No sería saludable reconocer y luego exigir y monitorear el cumplimiento de esos compromisos con los más necesitados?  

La virulencia con la que se ataca todo lo gubernamental desde estos sitios de revolucionarios descontentos con la Revolución, contrasta con la indulgencia con la que tratan las restricciones estadounidenses para la recogida de fondos, el envío de dinero, los viajes, y el comercio y la inversión desde ese país hacia Cuba.

¿Es acaso un secreto que el bloqueo/embargo procura, desde su gestación, causar dificultades económicas y desesperación para que el pueblo cubano se rebele?

Sería lógico que aquellos tan bravos con Díaz-Canel, descargaran algo de su ira sobre Marco Rubio, inmutable en medio de esta desgracia, mientras trata de impedir viajes que benefician a miles en la sociedad cubana y trabaja para activar el Capítulo III de la Ley Helms-Burton.

Es por lo menos posible sostener, ante tanta evidencia, que el aterciopelado trato hacia el tema del bloqueo/embargo tiene su causa en por lo menos temor, sino sumisión, a Washington.

Honrar honra” –decía el más grande de todos los cubanos, José Martí. Una postura patriótica dicta respetar los esfuerzos de ayuda a nuestros compatriotas que están en desgracia y necesidad, no importa la ideología de sus actores.  

Si proviene del gobierno, que tiene la primera y mayor responsabilidad con la asistencia social, merece respeto; si viene del sector privado, la emigración, las iglesias, o los artistas, respeto también. Siempre respeto. Reconstruir un techo no tiene signo ideológico, como no lo tienen las latas de comida, ni las botellas de agua.

Como dice el Eclesiastés hay un tiempo para todo bajo el cielo. Para las broncas políticas habrá hora. Hoy, después del tornado, es un tiempo de ser cubanos. Cubanos y nada más.

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