Un viaje en taxi rutero por La Habana

Desde hace algunos días microbuses amarillos circulan por la calle 23 del Vedado capitalino como taxis ruteros. Pertenecen a la cooperativa de transporte público número 2 y realizan recorridos desde la Estación Urbana de Playa (en el Náutico) hasta el Parque El Curita, ubicado en la intersección de las avenidas Reina y Galeano en Centro Habana. El costo del pasaje es de 5 pesos en Moneda Nacional y la población los utiliza como una opción ventajosa para trasladarse dentro de la ciudad. En busca de mayor información sobre esta nueva forma de gestión del transporte público en la capital cubana, OnCuba llegó hasta el mencionado parque de destino y salida de los microbuses.

Son las 12 p.m. El sol calienta sin compasión. Varios grupos de personas aguardan a la intemperie para abordar los taxis ruteros. Algunos van para Alamar, otros para Santiago de las Vegas o para Playa. “Lo primero que deben hacer es crear condiciones adecuadas para la espera en este lugar porque uno se derrite antes de montarse”, responde Yosvany casi molesto cuando le pregunto qué le parece esta reciente opción. A Magaly, por suerte, se le ocurrió salir con sombrilla y tiene mejor humor: “Pienso que es una buena idea, no todos los días se pueden destinar 5 pesos para el transporte, pero de vez en cuando podemos darnos el gusto”. “Además, siempre es mejor pagar 5 y no 10 a un almendrón (nombre por el que se conocen los taxis particulares en La Habana) donde al final uno va apretado”, agrega su esposo.

En ese momento llega un microbús con destino a Playa. Las gotas de sudor me corren por el cuerpo y como mi objetivo es conocer más sobre el nuevo sistema, independientemente de la dirección del viaje, decido montarme en ese mismo.

Me siento en el puesto del copiloto con la intención de conversar con el chofer. “No puedo hablarte mucho de esto porque acabamos de comenzar y todavía no sé bien cómo funciona”. Pero solo quiero que me cuente su experiencia, le contesto. “Bueno a mí me ha ido muy bien, estoy entusiasmado con esta idea y creo que va a funcionar”. Entramos en la calle Zanja y ya un poco alejados de la barahúnda que circunda el Barrio Chino, me cuenta que si va desde la Estación Urbana de Playa hasta el descampado parque, debe pagar a la administración 120 CUP (Moneda Nacional). Por el recorrido en sentido contrario da la misma suma. En resumen: entrega 240 CUP por cada viaje completo (ida y vuelta).

Estos taxis tienen 22 asientos, de modo que en un viaje completo en el que entregan 240 CUP, recaudan 220 CUP. Lo beneficioso de esta forma de gestión para los choferes es que, como son pocos carros circulando, siempre están llenos. Además, muchos de los pasajeros no llegan hasta la última parada, por lo que pueden recoger a otros por el camino y ese dinero les queda como ganancia. Claro, con ese valor deben garantizar el mantenimiento del carro y pagar otros impuestos. “Hasta el momento nos han dado las piezas, pero a partir de ahora ya no será así. El Estado subsidia parte del costo del combustible, de esta manera, garantiza que el precio del pasaje sea de 5 pesos, pienso que esto se mantenga. Lo que pasa es que comenzamos a trabajar como cooperativa el 15 de julio y no conocemos bien los detalles”.

El singular taxi se incorpora a Infanta, dobla por Neptuno, baja por L y llega a 23. La travesía transcurre con rapidez pues no se detiene en las paradas mientras nadie pida bajarse y se encuentren ocupados sus 22 asientos. Además, las personas pueden quedarse en cualquier punto del trayecto y no necesariamente en los lugares establecidos para el resto de los ómnibus. Como valor agregado, y en recompensa al calor soportado durante la espera, adentro se disfruta de un agradable aire acondicionado.

Cruza el puente Almendares, se incorpora a la calle 41 y el chofer me dice que al día cada uno de los trabajadores, socios de la cooperativa, debe dar ocho recorridos completos. Actualmente tienen 15 carros aunque no todos pueden salir diariamente debido a desperfectos técnicos. Por tal razón, todavía no satisfacen las demandas de la población. Ya me había advertido Magaly cuando esperábamos en el parque El Curita que “son pocos y a veces se demoran, aunque siempre son más rápidos que el resto de los ómnibus”.

Ahora baja por 44, dobla en 19 y continúa por esta avenida hasta 84. En 9na dobla una vez más. De ahí llega al Paradero de Playa y luego al Náutico. Fueron, aproximadamente, 40 minutos en marcha. El término de esta aventura marca sólo el comienzo de una nueva: desciendo del taxi y voy en busca del administrador de la cooperativa número 2 pero no está en ese momento. OnCuba va a la captura de nuevas informaciones sobre el funcionamiento de esta forma de transporte público.

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