Cada 17 de diciembre, los devotos de San Lázaro-Babalú Ayé le dedican sus ofrendas y peticiones, y se disponen a cumplir con total entrega las promesas que le han realizado.
El 17 de diciembre es una jornada especial para muchos cubanos. Una jornada de veneración, de cumplimiento, de esperanza, de fe.
Este es el día en que los devotos honran a San Lázaro, el santo reverenciado en esta fecha por la Iglesia Católica, y también al anciano milagroso, al mendigo de llagas, perros y muletas que en Cuba se sincretiza con la deidad yoruba Babalú Ayé.
Ya sea por el orisha o por el santo, o, incluso, por los dos, el viejo Lázaro es una de las figuras sagradas más queridas en la Isla. De las más veneradas y respetadas por los creyentes, que por estos días multiplican sus ofrendas y peticiones, y se disponen a cumplir con total entrega y devoción las promesas que le han realizado.
Son muchos los que visten su indumentaria de saco y color violeta, los que le prenden velas y le colocan flores, los que cargan con su estatuilla y mendigan por las calles, los que llevan cadenas atadas a los pies, los que se arrastran por el pavimento o caminan de rodillas, los que imploran y lloran y ponen toda su fe en él, y le agradecen por responder a sus cuitas y le piden por nuevos milagros.
El sitio más concurrido por estas fechas es el Santuario Nacional del Rincón, en el municipio habanero de Boyeros, al que peregrinan cada año miles de personas. Llegan de toda La Habana, de toda Cuba, de fuera de Cuba, y ni siquiera la pandemia, en los dos últimos años, ha logrado impedir su caminata, sus promesas, sus sentidos actos de devoción.
Hasta allá llegó también este año nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez, a dejar testimonio de una tradición única, de una creencia fuertemente arraigada en la Isla. Con sus fotografías honramos también desde OnCuba al viejo Lázaro, al misericordioso Babalú Ayé, al que, como tantos y tantos por estos días, pedimos lo mejor para todos los cubanos.