Agosto, memorias del adiós

Foto: Al Diaz/Miami Herald

Foto: Al Diaz/Miami Herald

Es posible que para muchos de quienes lo vivieron –especialmente la generación que cuenta con entre 25 y 35 años en la actualidad–, el mes de agosto de 1994 pase como vaga referencia a un período precario de la historia del país, en el que sus padres tenían que “hilarla bonito” para conseguir los artículos básicos del funcionamiento hogareño.

Sin embargo, la misma fecha provoca un estremecimiento en otros tantos que fueron protagonistas o testigos conscientes del éxodo masivo de personas que se lanzaron al mar buscando las costas de los Estados Unidos. Agosto de 1994 es una fecha que reviste una trascendencia indiscutible en la historia reciente de Cuba, cuyas huellas se expresan ya en numerosas obras artísticas.

Por esa razón no resulta extraño que la crisis reaparezca, en esta ocasión, a través de la mirada del joven cineasta Armando Capó, quien contaba con apenas 14 años cuando presenció el drama que ahora recrea en el guión de su proyecto Agosto.

La futura cinta se fragua en los extendidos márgenes del cine independiente nacional, y para su materialización confía en dos pilares fundamentales: la fuerza de su historia y la contribución del público. En estos momentos el equipo desarrolla una campaña de crowdfunding –financiamiento colectivo– con el propósito de recaudar el presupuesto necesario para transitar desde la filmación hasta las salas de exhibición.

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La historia concebida por Capó con ayuda de Abel Arcos, narra los hechos que marcaron a un pueblo costero durante el verano de 1994, a través de los ojos de Carlos, un adolescente de 13 años que asiste al desmembramiento de su familia en medio de la histeria colectiva.

Según la productora Claudia Olivera, entre las principales fuentes de apoyo al proyecto se encuentran instituciones del mundo del cine como los festivales de San Sebastián, de Cannes y de Amiens, además de la designación de la película como una coproducción oficial entre Cuba, Costa Rica y Francia. Sin embargo, según el propio Capó, ha vuelto difícil la realización de Agosto.

“En Cuba, por ejemplo, no existe un fondo para las creaciones cinematográficas al que podamos postular y el ICAIC tiene un presupuesto anual que maneja a puertas cerradas y al que los artistas independientes no tenemos acceso”, aseguró.

Sobre la experiencia del crowdfunding, Capó explicó que a pocas semanas de lanzada la campaña, con fecha tope para el 12 de diciembre, han recibido un monto cercano al 15 por ciento del dinero que necesitan y numerosos mensajes de elogio hacia el proyecto, a través del sitio digital Verkami.

El realizador comentó, además, que el poder que otorga el crowfounding a la audiencia de apoyar películas que le gustan y hacerlas realidad, es otro de los elementos que más le satisfacen de esta modalidad de financiamiento, que cuenta con algunos antecedentes en Cuba, como el del filme Corazón azul, de Miguel Coyula y el documental Juan sin nada, de Ricardo Figueredo.

Agosto no es un tema nuevo para la audiencia cubana, gracias a cintas como Una noche, de Lucy Mulloy; 90 millas, de Francisco Rodríguez Gordillo, y el documental Balseros, de Carles Bosch y Josep María Domènech. No obstante, ninguna de esas obras pertenece a realizadores cubanos.

“Por el contrario -asegura la productora Olivera- nuestra película se genera, produce y dirige desde Cuba, por artistas que eran niños y adolescentes en las vacaciones del 94 y que se acercan al tema con una mirada fresca, cada vez menos encadenada a prejuicios o autocensuras”. Entre los entusiastas del proyecto se encuentra el director cubano Fernando Pérez, quien expresó: “Creo firmemente que Agosto es un guión que merece todo el apoyo porque puede convertirse en una de las películas más significativas del cine cubano de hoy”.

Agosto La película

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