Al fin… el mar de Korda

Además de la mundialmente conocida imagen del Che –esa que lleva por título Guerrillero Heroico y es considerada por los críticos como una de las más famosas de la historia de la fotografía junto a otras como la de Marilyn Monroe realizada por Philippe Halsman y la de Kennedy, de la autoría de Cornel Capa–, Alberto Díaz Gutiérrez (Korda) captó con su lente las riquezas naturales del Mar Caribe.

Cuenta su hija y heredera, Diana Díaz López, que después de hacer fotografías subacuáticas por primera vez, su padre quedó cautivado de tal manera que se dedicó durante más de diez años a esa vertiente. “Él decía: «No entiendo por qué el hombre quiere conocer la Luna si aún no sabe qué existe debajo del mar», y por eso se empeñó en develar los misterios de las profundidades marinas. Esta afición comenzó en el verano de 1963 cuando, siendo fotógrafo de Fidel Castro, fueron juntos a estrenar una cámara que al líder de la Revolución le habían regalado. Nunca había hecho este tipo de fotos pero se aventuró y descubrió un mundo fascinante”.

Años más tarde, tras abandonar el fotoperiodismo, Korda fue uno de los fundadores del Departamento de Fotografía Científica Submarina del Instituto de Oceanología de la Academia de Ciencias de Cuba, donde realizó gran parte de las instantáneas que conforman Al fin… el mar, exposición de fotografía digital que hasta agosto acoge la Sala de la Diversidad del Centro histórico de La Habana Vieja, ubicada en la sede de la Sociedad Civil “Patrimonio, Comunidad y Medio Ambiente”, en la calle Amargura entre Mercaderes y San Ignacio.

En este novedoso salón, único de su tipo en Cuba, se exhiben imágenes en las que tal parece que corales y peces posaron para Korda. “Un fotógrafo tiene que estar siempre «en la viva» y captar el momento preciso”, comentó en una entrevista pocos días antes de morir en París. Además, “debe ver aquello que es invisible a los ojos, dijo en el documental Sencillamente Korda, de Roberto Chile, que también se proyecta en una de las pantallas de la muestra.

Con curaduría de Lesbia Vent Dumois, diseño de Pepe Nieto y banda sonora de José Víctor Gavilondo, Al fin… el mar tiene también como atractivos varios fotogramas donde aparece el artista junto a Fidel y a sus compañeros del Instituto de Oceanología en plena vorágine de trabajo. Precisamente, “la exposición es un homenaje a todas las personas que desarrollaron junto a él esta labor de registrar la flora y la fauna submarinas. En la actualidad es muy sencillo hacerlo, pero en aquellos años 60` del siglo pasado ellos fueron iniciadores de una tradición y ponían sus vidas en peligro constantemente porque no poseían los equipos y las tecnologías necesarias. Estas piezas tienen valor no solo por lo que muestran, sino también porque guardan la historia de un periodo donde la fuerza de voluntad y el amor eran los motores impulsores”, señala Diana Díaz, quien próximamente viajará a Estados Unidos para exponer la fotografía de moda a la que igualmente se dedicara su padre, “gran admirador de las mujeres”.

Luego de un largo proceso de preparación, que incluyó el revelado de muchas de las fotos que ahora se exhiben, la heredera de Korda se siente feliz por presentar una faceta desconocida de la obra de su padre y demostrar, de esa forma, –en homenaje al aniversario 85 de su natalicio– la variedad de su creación. “La foto del Che lo hizo famoso pero también lo encasilló y él hizo muchas otras cosas que a los amantes de su obra les encantará conocer”, enfatiza.

Un ejemplar del Atlas de corales cubanos, en cuya confección colaboró activamente el artista se muestra al espectador en la Sala de la Diversidad, un espacio donde imágenes, algunas de ellas inéditas, nos advierten que Alberto Korda también encontró modelos en el mar.

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