Artes decorativas, cinco décadas exhibiendo mitos patrimoniales

Museo de Artes Decorativas

Conserva en sus almacenes y salas expositivas más de 33 000 obras / Foto: Cecilia Crespo.

Hoy el Museo de Artes Decorativas cumple medio siglo de ininterrumpida labor en la preservación y exhibición del patrimonio cultural del país. Conserva en sus almacenes y salas expositivas más de 33 000 obras con alto valor artístico e histórico.

Fue fundado por Marta Arjona en la antigua mansión de la calle 17 en el Vedado, en otros tiempos propiedad de la condesa de Revilla de Camargo, María Luisa Gómez Mena. La afamada condesa pertenecía a una de las familias de la más alta burguesía aristócrata de la época y se apreciaba de recibir a los personajes más notables de la Europa del siglo XX en sus salones y jardines.

El fastuoso inmueble en que reposan los tesoros es ya una obra arte, pues sus planos le fueron encargados a una firma francesa, aunque la construyeron prestigiosos arquitectos cubanos. Todo se hizo con materiales importados de Francia e Italia. Desde la verja del exterior, hasta los adoquines que vinieron de Bélgica. Lo único que se usó de la Isla fue la madera para la carpintería interior, que se hizo de caoba, y, aun así, toda la talla se hizo en Francia y luego se ensambló aquí. Los jardines están ambientados con esculturas de inspiración rococó y neoclásica, que complementan el recorrido por el precioso lugar.

El museo comenzó con las colecciones de la condesa que eran principalmente de arte francés: mobiliario, porcelana, bronce y algo de textiles de los siglos XVIII y XIX. Ella era una apasionada de los períodos Luis XV y Luis XVI. También tenía una importante colección de porcelana china de determinadas familias y dinastías. Coleccionaba muebles chinos como una mesa que se exhibe en la sala de lacas chinas, una mesa japonesa del siglo XVIII y algunos biombos.

Una de sus aficiones era comprar en subastas objetos que pertenecieron a personajes de los siglos pasados, como el secreter de la reina María Antonieta de Francia, de quien se sospecha es también una pequeña ánfora que se exhibe en la que fuera su recámara originalmente. María Luisa poseía también una inmensa compilación de abanicos, de orfebrería de diferentes países europeos y raros cubiertos.

Además de las piezas pertenecientes a la condesa, la naciente institución fue llenando sus vacíos con elementos provenientes de las colecciones del conde de Jaruco y Oscar Cintas, y la de Elena Fernández de Guevara, quien a finales de los ochenta donó un importante legado de miles de objetos al Museo en aquel momento.

María Luisa, quién fue una gran mecenas del arte cubano y musa recurrente de los pintores de la vanguardia, vivió en su palacete hasta 1959, cuando se marchó del país y dejó a su sobrino a cargo del patrimonio familiar. Dos años después, en 1961, este también emigra y abandona la casa, que pasa al Estado cubano.

Ella fue un personaje legendario y controvertido en la llamada Habana Elegante, toda una celebridad. Enviudó muy joven y luego se casó con el pintor Mario Carreño. Fundó la Galería Prado y estuvo muy vinculada a la organización de la muestra Pintores Cubanos Modernos en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) en 1944. Esta muestra, que finalmente agrupó a trece pintores y setenta y cinco obras, estuvo acompañada de una monografía de arte sin precedente en Cuba, Pintura Cubana de hoy, también financiada por ella.

En el Museo de Arte Decorativas, con sus cuarenta puertas y once salones, se pueden apreciar de los estilos Neoclásico, Inglés, Ecléctico, Oriental, Sèvres, Art nouveau, Art Decó, Boudoir Segundo Imperio, valiosas obras de importantes manufacturas francesas de Chantilly y Limoges o inglesas como Derby, Chelsea, Wedgwood, Worcester y Staffordshire.

En su momento, luego de declararse museo, sobre este palacete se tejieron historias y leyendas sobre los objetos valiosos supuestamente encontrados en el sótano de la vivienda. Lo que sí es cierto que la aristócrata capitalina tenía objetos ocultos que siguen apareciendo, fruto de su excelente gusto y refinada cultura de adquisición, que hoy pueden apreciar masivamente quienes se acerquen al lugar.

Hace unos años, en 2003 fueron descubiertos cinco lienzos del siglo XVIII del romanticismo francés, pinturas de temas bucólicos, rurales, con los cuales decoró la aristócrata los principales salones de la mansión. Hasta ese entonces solo se podían apreciar en su lugar cinco inmensos terciopelos dorados, pero estos paños se encontraban deteriorados, por lo que comenzaron a restaurarlos. Al rasgar las telas los peritos de restauración quedaron sorprendidos con el hallazgo. Cuatro lienzos alcanzan un metro y sesenta centímetros de ancho, mientras que el quinto llega a dos metros y veinte centímetros. Más de cuatro décadas enmascarados y se encontraron en perfecto estado.

En todos estos años de historia museística Artes Decorativas ha sido una vitrina para que los cubanos y visitantes foráneos se acerquen a los siglos de gran importancia para la evolución artística de la humanidad. Se afirma también que en esta institución se conserva la más importante colección del estilo Art Decó del país y que atesora más mitos, secretos y leyendas de la célebre condesa, aún por descubrir.

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