No hay nada más placentero que salir cámara en mano cazando instantes y descubrir detalles, personajes y momentos únicos en calles familiares o desconocidas. Creo que fotografiar es una profesión en la que es mejor pedir disculpas antes que permiso. Yo “disparo” a las personas, a través del lente de la cámara, para luego recibir resignado la mirada incómoda o la sonrisa agradecida del que se sabe “inmortalizado”. Es este mi hobby: colecciono momentos.
Aunque parezca cliché, vivo como si la cámara fuera una extensión de mi mano. Si a unos les asustan los monstruos o la oscuridad, a mí me atormenta en sueños no tener con qué hacer una foto si cae un OVNI… o pasa el Air Force One.
Me he probado en varios frentes: comencé como fotógrafo ambulante, me formé como editor en la redacción fotográfica de la Agencia Latinoamericana de Noticias Prensa Latina y vendí lo que tenía para comprar mi primera cámara semiprofesional. Ahora soy fotorreportero del diario Granma y colaborador habitual de otras publicaciones.
No me asusta el término stringer y, aunque me asocian más con el mundo cultural, no me pongo límites. Sobre todo, me gusta retratar lo cotidiano.
Mi ídolo: Robert Capa, aunque no me importaría emular a Annie Leibovitz.
Mi sueño: Fundar mi propia agencia de fotografía.
