Julio César Pérez: pensar La Habana del Futuro

Foto: Maria G. G. de Camargo

Foto: Maria G. G. de Camargo

Por años, el progresivo deterioro del patrimonio arquitectónico de La Habana no solo ha devorado partes importantes de su historia, sino de la ciudad misma. Los esfuerzos realizados hasta el momento para detener este desgaste, aunque valiosos, son insuficientes. La ciudad necesita de nuevas propuestas para revertir la tendencia a sucumbir entre ruinas.

El arquitecto y urbanista cubano Julio César Pérez (JCP), un profesional con más de 30 años de experiencia,  tiene una particular visión sobre el futuro de la ciudad. El profesor es el  primer y único cubano devenido Loeb Fellow de la Universidad de Harvard. Además, ha impartido conferencias sobre arquitectura cubana en varios de los más prestigiosos centros de estudios de EEUU, Canadá y Europa -MIT, Universidad de Cornell y de Notre Dame-.  Hace unos 15 años, ideó su denominado “Plan Maestro para La Habana del Siglo 21”, una  propuesta que aspira a preservar el patrimonio de la ciudad y al mismo tiempo enfatiza la necesidad de crear nuevos valores económicos y urbanísticos.

Pérez accede a conversar con OnCuba, a propósito de su Plan y de las oportunidades que para la conservación y desarrollo de la ciudad se han abierto a partir del nuevo escenario en las relaciones Cuba-Estados Unidos.

¿En qué consiste la propuesta?

El Plan surgió durante mi primera estancia prolongada en la Universidad de Harvard en 2001, y como resultado de mis preocupaciones en torno al futuro de la ciudad. Se basa en un decálogo de conceptos, como la aplicación de una Visión Holística a largo plazo, la Revitalización del Litoral, la necesidad de una Nueva Legislación Urbanística –que revalorice el suelo urbano– y el aumento del Espacio Cívico y de las Áreas Verdes. En general defiende mi idea de que “La ciudad debe ser soñada, pensada y concebida para un futuro que trascienda cualquier marco temporal”.

A diferencia de los planes trazados en la Colonia (de carácter militar), los de la República (fragmentarios y limitados solo a ciertas zonas) y los realizados por Planificación Física (de 1962 a 1990) el “Plan Maestro para La Habana del Siglo 21” considera a la ciudad como un territorio único, con un ecosistema particular debido a su condición geográfica, idiosincrasia y cultura. Por primera vez –y este es posiblemente su mérito mayor- este Plan Maestro concibe y desarrolla ideas para la transformación a corto, mediano y largo plazo de La Habana en una urbe contemporánea. En una ciudad que respete y ofrezca su pasado, y al mismo tiempo, se mueva hacia el futuro.

El progresivo aumento de las iniciativas privadas (bares, restaurantes…) ha comenzado a modificar el rostro de La Habana. ¿Cómo conseguir armonizar la estética de estas propuestas, que en muchos casos no cuentan con asesoría profesional, con la estética de la ciudad? ¿Contempla su Plan una respuesta para este tema?

La proliferación de proyectos de esta índole es algo positivo que, sin embargo, debe ser sometido al escrutinio, juicio y aprobación de las autoridades profesionales correspondientes. Existen comisiones cuyos dictámenes tienen que ser respetados. Las modificaciones son necesarias pero deben ser controladas mediante  la aplicación de las regulaciones existentes. Debe crearse una nueva legislación urbanística que responda a las exigencias contemporáneas para salvaguardar los valores de la ciudad evitando su degradación.

El “Plan Maestro para La Habana del Siglo 21” contempla un orden urbano a partir de reconocer los valores de la ciudad, su tradición, crecimiento y la vocación de cada zona. Incorpora la aplicación de Las Regulaciones Urbanas —que existen en La Habana desde el Siglo XIX— y que necesitan ser revisadas. En algunos casos como El Vedado, Centro Habana y Habana Vieja ya se ha hecho. Corresponde a las autoridades pertinentes velar porque la ciudad no pierda su carácter y porque las nuevas obras que se propongan se avengan con su trazado, fisonomía, forma y estructura urbana, y con la arquitectura de cada lugar.

Enfatizo en este momento el concepto “arquitectura del lugar” y no arquitectura del tiempo. En La Habana existen muchos y excelentes ejemplos de edificios muy bien concebidos y diseñados que conforman un tejido urbano continuo con manzanas compactas. Lo que garantiza la imagen de la ciudad es su continuidad urbana; lo que reafirma su carácter es su capacidad de trascender los edificios y obras individuales, sin que esto minimice su presencia, necesidad e importancia. La Habana posee ambos: los edificios individuales, con su ubicación preeminente y un conjunto impresionante de edificios agrupados en manzanas que le otorgan una imagen urbana sui generis. Esa imagen debe ser preservada.

Propuesta del Parque Maceo / Cortesía del entrevistado
Propuesta del Parque Maceo, que incluye un aumento notable de espacio público y de las áreas verdes / Cortesía del entrevistado

El análisis de su propuesta muestra como un aspecto fundamental la revitalización y actualización del sistema de transporte público, trenes, autobuses, un problema crónico en la historia reciente, no sólo de la ciudad, sino del país todo. ¿Qué plantea específicamente en este sentido?

Uno de los conceptos del Plan es “La Actualización y Mejora de la Infraestructura” existente, que es obsoleta y escasa. En este sentido se propone la creación de un nuevo Sistema de Transporte Público con una alternativa ambiciosa que incluye la construcción de un túnel paralelo al Malecón, aprovechando la pendiente de la topografía existente junto al actual muro. Esto permitiría descongestionar el tráfico del Malecón en sentido Este-Oeste, extender el espacio público junto al mar sin afectar las vistas, resolver los problemas de drenaje y de penetración de agua de mar y además proteger a los edificios cercanos de los efectos del aerosol marino. Esta zona de protección (Buffer Zone) a lo largo del litoral y la bahía para la contención de una eventual elevación del nivel del mar debido a los cambios climáticos derivados del calentamiento global, redunda en la protección del patrimonio edilicio.

Después de 15 años desde el surgimiento del Plan Maestro, identifica algunas de sus propuestas en los cambios que gradualmente experimenta la ciudad. ¿Ha tenido algún tipo de reconocimiento estatal? ¿Existe alguna propuesta semejante en ejecución en La Habana o en alguna otra ciudad del país?

El Plan se ha presentado en Cuba y en muchas partes del mundo. Cada año sus ideas se ponen a prueba en talleres internacionales donde participan extranjeros y cubanos. Al final de cada taller se realiza una modesta publicación de la cual se entrega una copia a la Oficina del Historiador de la Ciudad.

Las ideas del Plan son visibles en algunos de los cambios que se están realizando en la Avenida del Puerto y la extensión del Paseo del Prado. Son cambios mínimos pero que reconfortan. No he recibido ningún reconocimiento de las autoridades -mi propuesta no responde a ningún mandato gubernamental-. Pero no creo que sea importante. Desde el inicio el Plan fue pensado como un regalo, como una contribución personal a la ciudad. Es un deber profesional.

Por otra parte no tengo conocimiento de la existencia de propuestas semejantes por una razón sencilla: en Cuba no hay urbanistas. Nadie piensa la ciudad a largo plazo. Una posible explicación es que los arquitectos y administrativos han dejado de soñar y otra la falta crónica de fondos para proyectos de gran escala. Además, el Gobierno Central tiene otras prioridades y los esfuerzos por tanto se concentran en inversiones aisladas, desde el Puerto de Mariel hasta el Hotel Parque Central.

Propuesta del Túnel de Malecón / Cortesía del entrevistado
Propuesta del Túnel de Malecón, supone la creación de una vía expedita que además ayudaría a limitar la incidencia de inundaciones, ampliaría el espacio público, y crearía una buffer zone que protegería a los edificios del aerosol marino / Cortesía del entrevistado

Usted ha vivido toda su vida en la Isla, y siendo experto en arquitectura cubana entiende como pocos la magnitud del patrimonio que cada año pierde la ciudad. ¿Cómo impedir que ese patrimonio sea reducido a ruinas? ¿Puede el actual sistema de gestión para la restauración y conservación del patrimonio arquitectónico sobrevivir a la cinética del deterioro? ¿Qué debe ser mejorado o cambiado de inmediato en la estrategia aplicada actualmente?

Como mencionas, he vivido toda mi vida en Cuba, exceptuando los períodos de estadía en el exterior –más prolongado en los últimos cuatro años – por motivos profesionales y familiares. Soy consciente de las pérdidas del patrimonio. Son dolorosas y lamentables. Revertirlas requiere de  voluntad política, adecuada gestión administrativa y conocimiento profesional.

La salvaguarda de edificios y espacios por parte de la Oficina del Historiador de La Habana es un ejemplo de lo que puede lograrse si esta iniciativa se extiende a toda La Habana y se cuenta con las finanzas necesarias para respaldar las obras. Mi visión es optimista. La Habana puede salvarse y trascender a su estado actual. Para eso necesita abrirse a un nuevo tipo de gestión que garantice la creación de un fondo —nacional e internacional—para su restauración. La gestión de este fondo debe garantizar, al mismo tiempo, transparencia financiera, apertura al capital extranjero y local y supervisión rigurosa.

Actualmente existen instituciones e individuos con intenciones y deseos de ayudar a Cuba, a La Habana. Pero estas instituciones necesitan garantías de cómo y en qué se emplea el dinero. Las exigen. En noviembre de 2015 fue anunciada en La Habana la creación de la Fundación “Havana Heritage”, con sede en New York, Estados Unidos, por su presidente James Friedlander y cuya Junta Asesora Internacional tengo el honor de integrar, junto con Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad. Es una buena noticia y una gran iniciativa que denota sensibilidad y una voluntad filantrópica. Constituye una posibilidad enorme de colaboración, de realización de proyectos de diversa escala; de trascender la restauración de edificios aislados –muy valiosa en sí misma- y acometer la implementación de un plan urbano a partir de una visión de futuro.

Para terminar. ¿Cómo cree usted que el giro en las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba podría beneficiar el empeño de rescatar el patrimonio arquitectónico de la ciudad?

En los Estados Unidos no se conoce un urbanismo como el nuestro –algo más importante a preservar que un conjunto importante de edificios, por ser el único que existe como muestra del Urbanismo Hispanoamericano, prácticamente extinguido en el resto de Latinoamérica. En este sentido existen preocupaciones diversas tanto en Cuba como en Estados Unidos.

Particularmente entiendo que el nuevo estatus de las relaciones debe permitir, en primer lugar, un conocimiento de los valores de La Habana, de su historia, de su urbanismo y arquitectura. Los Estados Unidos como país y la mayoría de los profesionales norteamericanos no conocen mucho sobre el tema. Esto entraña un gran peligro, porque siendo ajenos a nuestra cultura, puede producirse un deseo de imitar la suya y perpetuarla, implantando modelos diferentes y muy nocivos para nuestras ciudades.

Debemos evitar la  aplicación insensata de tendencias desarrollistas- que despojaron al continente de patrimonios semejantes al que aún posee La Habana.

Aunque en los Estados Unidos se reconoce la falta de carácter de muchas de sus ciudades por la pérdida de su identidad y la presencia de suburbios sólo conectados por autopistas que generan grandes movimientos pendulares, existe la peligrosa tendencia a confundir el desarrollo con hacer tabula rasa. Esto es algo que ni La Habana ni ninguna otra ciudad de Cuba pueden permitirse pues destruiría sus valores y atributos.

Arquitecto Julio César Pérez. Foto: cortesía del entrevistado
Arquitecto Julio César Pérez. Foto: Cortesía del entrevistado

 

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