La orfebrería me cambió la vida

Foto: Carlos Remberto Ramos Gutiérrez

Foto: Carlos Remberto Ramos Gutiérrez

Bertha Vargas Rodríguez es la hermana más pequeña de la orfebre Rosana Vargas y, cuatro años atrás, su vida experimentó un giro de 180 grados. Graduada de economía, Bertha comenzó su vida laboral como dependienta en una tienda de Habaguanex, en el Barrio Chino. Hasta que un buen día recibe una invitación de parte de su hermana Rosana: trabajar con ella en su taller.

Al principio yo me preguntaba ¿cómo mi hermana puede lograr esas formas? ¿Cómo consigue ese acabado perfecto para cada pieza? Luego en el taller, con el día a día, me fui metiendo adentro de ese proceso de creación y me di cuenta que yo también lo podía hacer. Y me quedé allí. Era un mundo totalmente nuevo, porque la economía no tiene nada que ver con la orfebrería. Nunca antes había hecho nada con mis manos.”

¿Será que siempre tuviste vocación de orfebre, pero hasta ese momento no lo habías descubierto?

En la familia nadie había mostrado vocación de artista. Rosana fue la primera que despuntó con esa pasión por la orfebrería, y yo siempre estuve al lado de ella, me llamaba mucho la atención lo que ella hacía, me gustaba mucho, pero hasta ese momento no había pensado que pudiera trabajar con ella.

¿Qué papel ha jugado Rosana Vargas en tu formación como orfebre?

Todo. Ella fue quien me enseñó todo, desde coger una pinza hasta soldar. Cuando yo comencé no tenía noción de nada y ella fue quien me preparó para este oficio. A ella le debo lo que soy hoy.

¿Qué tal es como maestra?

Ella es muy buena profesora, pero un poco impaciente. Como es tan inteligente y capta muy rápido las cosas, a veces espera que todo el mundo sea como ella. Que capte las cosas al vuelo. Al principio me costó un poco de trabajo, pero ella puso mucho interés en enseñarme. Buena profesora sí es, porque ya ha formado a unos cuantos orfebres.

Foto: Carlos Remberto Ramos Gutiérrez
Foto: Carlos Remberto Ramos Gutiérrez

¿Qué ha significado para Bertha formar parte del Proyecto “En busca del sol”?

“Este proyecto lo ha significado todo para mí. La orfebrería me cambió la vida. Nunca he pensado en regresar a mi antigua profesión, ni trabajar en otra cosa. Ya no concibo mi vida sin la orfebrería.”

Bertha responde a mis preguntas al tiempo que corta la plata, martilla, suelda, lija… En mi grabadora su voz se mezcla con los sonidos del taller, su voz: por momentos conmovida. Y todos esos ruidos como música diegética confieren autenticidad a la escena.

¿Cómo te imaginas este proyecto en el futuro?

Muy grande, porque vamos creciendo cada día más. Cada vez se nos acercan más muchachos interesados en aprender, y muchos de ellos se quedan luego trabajando con nosotros. Creo que ya estamos necesitando un local más grande.

¿Qué consejos tienes para los jóvenes que sienten vocación hacia la orfebrería?

Lo primero es tener aptitud. Sin eso no se puede hacer nada, por mucho interés que pongamos. Pero el interés también es fundamental.

¿Qué recuerdos conservas de tu infancia en Mayarí?

Recuerdo que Rosana siempre fue muy estudiosa, y yo era la más regá, como se dice vulgarmente. En la escuela ella era la mejor alumna, y yo era la que se fugaba, la que faltaba a clases… yo era el desastre de la familia. Pero nunca desaprobé. Yo era la más chiquita, la más picuíta, como se dice allá, y cuando discutíamos Rosana era la que salía llorando. Pero siempre nos hemos llevado bien y nos hemos querido, desde chiquiticas.

¿Qué sientes cuando ves una pieza salida de tus manos teniendo éxito en alguna feria, siendo elogiada por los clientes?

“Ese es el momento que más disfruto: cuando termino la pieza y se le entrega al cliente. O cuando se expone en alguna feria y me entero que a la gente le gusta. Eso es lo que más satisfacción me da.”

La plata que al principio era una lámina de metal en bruto, va tomando entre sus manos nuevas formas. El metal se torna dócil y se deja moldear ante el oficio de esta joven orfebre. Bertha me despide sin pararse de su mesa de trabajo, sin perder un solo instante. Acaso sueña ya con el milagro: la joya resultante que terminará adornando un dedo, una muñeca… haciendo feliz a alguien. Y es ese sueño el que la colma y la hace sentirse plena, realizada, útil. Tal vez por eso diga que la orfebrería le cambió la vida.

Salir de la versión móvil