“Los públicos de Sorolla” pone fin a los homenajes por el centenario de la muerte del célebre pintor

La colección más importante de pinturas del llamado Maestro de la Luz fuera del territorio ibérico se encuentra en Cuba.

"Verano", 1904 (detalle).

"Verano", 1904 (detalle). Foto: Museo Nacional de Bellas Artes, Cuba.

La exposición digital Los públicos de Sorolla quedó inaugurada este viernes en la Sala de Audiovisuales del Edificio de Arte Cubano, del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.

La muestra culminó un programa de homenajes y celebraciones por el centenario de la muerte del gran pintor valenciano, fallecido el 10 de agosto de 1923 a los 60 años de edad en su casa madrileña de Cercedilla como consecuencia de un accidente cerebrovascular sufrido tres años antes.

Con esta muestra, la pinacoteca pone a disposición de los seguidores del artista un proyecto inédito, la terminación de un año de trabajo y parte del programa desarrollado en homenaje al retratista, según nota de la institución.

Realizado por la creadora visual Alexandra Álvarez Carvajal, Los públicos de Sorolla ofrece otro modo de aproximarse a la producción pictórica del creador ibérico.

El audiovisual fue concebido para mostrar detalles de las obras que no pueden ser captados por el ojo humano con la precisión lograda por la cámara, explicó la artista.

Alexandra Álvarez en plena faena de su experiencia semiinmersiva con lienzos de Sorolla. Foto. Cortesía de la artista

Graduada de la Academia de Bellas Artes San Alejandro y del Instituto Superior de Arte, Álvarez aclaró que la muestra fue pensada como una experiencia semiinmersiva.

La artista obtuvo las imágenes de los cuadros en un formato de alta resolución previamente digitalizado por el museo y todo el trabajo de postproducción lo trabajó con Adobe Premiere.

“Quería presentar un acercamiento diferente. Ya el espectador había podido disfrutar la obra en físico y entonces apelamos a la búsqueda de detalles que son muy visuales y hermosos en la obra de Sorolla”,  comentó Alexandra Álvarez en exclusiva con On Cuba.

Los detalles, según la artista, pueden ser los empastes, los craquelados de la pintura antigua, la fusión o no de colores;  cómo en una mancha pueden convivir varios tonos y  pigmentos al no estar del todo difuminados o del todo fundidos.

“A veces cuando uno mira los cuadros a grandes rasgos no se percata de esas pinceladas, de esas manchas, y también a veces esas manchas, propias de la técnica del iluminismo o de influencia impresionista, cuando uno lo mira de cerca, pierde la forma”, explica la autora.

En el caso de un rostro , por ejemplo, al alejarse el espectador  visibiliza la forma del objeto sin dificultades, pero en un acercamiento minucioso  detecta que solo se trata de un “reguero de manchas”.

En su afán de prestarle vida a los lienzos, les adicionó sonido, algunas escenas en movimiento y otras animadas.

“Era como percibir el olor del mar o saborear la fruta del cuadro Niño comiendo sandía, percibir el  movimiento de las olas, las flores que caen, dijeron algunos espectadores al ver esta iniciativa plástica”, comentó Alexandra Álvarez a nuestro portal.

Dicha creación va unida en diálogo directo con interpretaciones establecidas por el público vinculado a las actividades del Departamento de Servicios Educacionales del Museo, explicó, por su parte, Oramis López, jefa de esa oficina.

Portada del catálogo de la exposición Los públicos de Sorolla. Foto. FB de la autora

Procurando un diálogo con Sorolla

“Se trata de un nuevo enfoque para aproximarnos a la producción pictórica del pintor español, en diálogo con interpretaciones creadas por los públicos”, añadió López.

Gracias a todas esas iniciativas, como puntualizó López, se desarrollaron diferentes ejercicios de mediación museológica que tuvieron como protagonistas a receptores activos, interesados en la vida y la obra del autor de María en el puerto de Jávea, de 1905, una de las piezas de la colección cubana.

Al recomendar la nueva exposición, la directiva dijo que “las potencialidades del video proyector permiten un acercamiento singular a la obra de Sorolla y a sus soluciones plásticas”.

De acuerdo con la especialista, la “era tecnológica ofrece un abanico de posibilidades en el diálogo experiencial entre los receptores y el arte, proporcionando otras conexiones sensoriales y contextuales entre los modos de producción artística de finales e inicios de los siglos XIX y XX y los nuevos medios del XXI”.

Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba dedico taller de verano a Joaquín Sorolla Vastida

A la muestra, que estará abierta hasta el 24 de marzo, le antecedieron la edición X del espacio Sentir el Arte, el taller de creación infantojuvenil Verano con Sorolla y la inauguración de la muestra expositiva Joaquín Sorolla Bastida (1863-1923): las obras del Museo de La Habana en el centenario de su muerte.

En esa ocasión fue exhibida una treintena de pinturas pertenecientes a la colección de esa institución.

En la muestra se mostraron cuadros como Verano, Bueyes arreando barcas, Elena entre rosas y Haciéndose a la mar, además de un busto realizado por el escultor español Antonio Rodríguez del Villar.

“Niño comiendo sandía”, fue la primera obra de Sorolla que ingresó a los fondos del Museo Nacional en 1920. Foto. Catálogo del MNBA.

Sorolla en el MNBBAA

El MNBA mantiene desde 1987 una sala permanente dedicada a Sorolla con la exhibición de 15 obras, lo que evidencia la particular relación con la obra del valenciano, y en general con la pintura española, a partir de los lazos históricos que unen a Cuba y España.

Considerado como la principal figura del impresionismo español, Sorolla Bastida (Valencia, 1863-Cercedilla, 1923) ha sido calificado como maestro de la luz y de la vida por el mensaje de esperanza que transmite su obra.

“Del año 1921, después de que Sorolla sufriera el ataque de hemiplejia, data la primera y única ocasión que conocemos, en que fuera expuesta públicamente en Cuba —en vida del pintor— alguna obra suya”, escribió el experto sorollista cubano Manuel Crespo Larrazábal.

La pieza en cuestión fue el retrato de la tiple mexicana Esperanza Iris, “una de las últimas telas pintadas por el artista, cuyo propietario de aquel momento desconocemos, así como su paradero actual”, añadió el curador.

Para Crespo Larrazábal “puede parecer extraño que hasta esa fecha Sorolla no hubiera expuesto en Cuba, sobre todo si tomamos en consideración que otros pintores españoles contemporáneos suyos, ya lo habían hecho”.

Testimonios de prensa de 1907 hablan de la intención del artista valenciano de exponer sus lienzos en Estados Unidos, Argentina y Cuba.

Al primer destino viajó un par de veces, invitado por el filántropo e hispanista Archer Milton Huntington. A los otros dos, nunca.

El caso de Cuba guarda cierta paradoja, pues tanto el paisajista y director del Museo Nacional, Antonio Rodríguez Morey, como familias de la sacarocracia cubana, los Fanjul y Gómez Mena, consiguieron, sobre todo los segundos, una valiosísima colección de Sorolla que luego pasó a los fondos de la institución.

 

Salir de la versión móvil