Mario Coyula: repensar la arquitectura en la Cuba de hoy

Difícil fue para la moderadora del encuentro mantener la atención del auditorio en aquellos aspectos propios de la vida privada y profesional del Doctor Mario Coyula Cowley, durante el encuentro con el arquitecto en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba.

La primera media hora transcurrió entre anécdotas de su niñez y adolescencia, período en el que adquirió y descubrió muchas de las destrezas y cualidades que sustentarían su exitosa y prolija carrera como arquitecto, urbanista y crítico: el aprendizaje del idioma inglés, la soltura en los trazos al dibujar, la constancia en el estudio y la autosuperación.

Ante la pregunta de qué le motivó a estudiar la carrera confesó, para sorpresa de algunos: “Pude haberme convertido en ingeniero químico, por el interés que despertara en mí un magnífico profesor del bachillerato en el que estudié, el antiguo Colegio de Belén, pero a la larga me decidí a explotar habilidades que poseía sobre todo para el dibujo”.

Continuó Coyula deleitándonos con historias de su época de estudiante universitario –comenzada allá por el año 1952– y, cuando la memoria le jugaba una mala pasada, interrumpía su relato para apelar a la ayuda de alguno de los muchos amigos que lo acompañaban en aquella animada tarde. Así conocimos del sacrificio que conllevaba entonces el estudio de la carrera, con jornadas de siete de la mañana a seis de la tarde, de forma tal que “… practicar deportes e incluso tener novia era tarea difícil…”, situación distinta a la que existe actualmente en la enseñanza de la especialidad donde la cantidad de horas clases se han reducido a un tercio, razón principal que ha provocado el relativo descenso en la calidad de los graduados, opina.

“Otra importante práctica que se ha perdido es la vinculación del estudiante de arquitectura a empresas de proyecto y diseño durante sus años de aprendizaje”, algo que comenzó a suceder tras la desaparición del Colegio de Arquitectos fundado en 1916, importante institución que trascendía las funciones que sugiere su nombre para apoyar el desarrollo de los profesionales del ramo y potenciar su impacto en la sociedad.

Sin embargo, por más delicioso que resultó este entrante autobiográfico, aderezado con las impresiones del entrevistado sobre la enseñanza del arte de construir en la Cuba de hoy, no fue suficiente para saciar el hambre de debate de quienes escuchábamos, a duras penas contenido por la ingente labor de la periodista Magda Resik, en función de guía del intercambio. Así llegaba, de un golpe,  plato fuerte y postre y los comensales, vencida la timidez inicial, nos abalanzamos en un festín que solo pudo ser detenido por el cumplimiento del tiempo concedido para el encuentro.

Y es que, cuando se está en presencia de Mario Coyula, un hombre que se caracteriza por el lenguaje diáfano y la objetividad crítica al comentar, se hace imperdonable desaprovechar la oportunidad de discutir sobre la problemática actual de la arquitectura en nuestro país.

En lo adelante, surgieron preguntas como qué hacer para revertir el deterioro progresivo y alarmante que sufre la imagen urbana, acrecentada por el auge de la acción privada, a lo que respondió: “hay que crear una infraestructura que permita asesorar a las personas y eliminar las malas influencias que ha instaurado el nuevo modelo de éxito, permeado por la marginalidad; situación en la que incide, incluso, el periodismo cuando califica de bonitas obras con deficiente calidad constructiva y estética, por falta de conocimiento y consulta a fuentes seguras”. Para Coyula el reto se halla en trascender las multas y las penalizaciones, sin que por ello se desechen, y en darle “…valor a los valores…”.

Varias de las inquietudes planteadas por quienes intervinimos en el conversatorio pudieran resumirse en la necesidad de rehabilitar el prestigio del arquitecto como figura en nuestra sociedad. Entre las vías propuestas por el invitado estuvo la de permitirles crear sus propios estudios para que los proyectos cotidianos puedan ser asumidos por profesionales. “Las empresas de diseño están implementadas para enfrentarse a grandes proyectos y desechan los pequeños por no serles rentables”, por lo que en muchos casos la concepción de estas obras corre por el albañil o el constructor que las ejecute. ¡Y luego nos asombran los resultados!

Urge también, para cumplir este objetivo, recuperar la infraestructura que una vez existió de apoyo a la profesión, en lo que influiría grandemente la creación de una asociación como lo fue en su momento el Colegio de Arquitectos. Sería beneficioso, igualmente, “…hacer pública la autoría de las obras de forma que el pueblo pueda reconocer a quien logre buenos resultados y hacer responsable a quien lo haga mal…”. Habría, además, que eliminar la influencia nociva de aquellos que desde una posición de poder, y sin tener la más remota idea o conocimiento de la especialidad, intervienen con impunidad en lo proyectado.

Ante la postrera pregunta, donde un bien intencionado pero impaciente colega le incitaba a enumerar en su orden qué hacer para solucionar tantos problemas, la respuesta salomónica presentada fue: “más que preocuparnos por el qué hacer, habría que preocuparse por hacer que se haga”.

Todas estas consideraciones compartió el Doctor Mario Coyula con quienes tuvimos el gusto de escucharlo expresarse con su estilo incisivo y, al mismo tiempo, permeado de cierto humor que invita a la reflexión al llamar las cosas por su nombre. Un humor que desató más de una carcajada sin que en su rostro asomara la más leve evidencia de sonrisa, cualidad suya que siempre me ha desconcertado.

Escrito por: Ross Muñiz Duarte

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