Nestor Siré: primer cubano en obtener «Visa para la creación” en Francia

Foto: cortesía del entrevistado

Foto: cortesía del entrevistado

Néstor Siré camina y se topa con decenas de partes de bicicletas por Marsella. Llantas, timbres, timones, cuadros medio corroídos, sillines. Todo encadenado a farolas, postes, señalizaciones urbanas, troncos muertos, arbolillos.

«Es un fenómeno local que entraña, en igual dosis, apatía e inconsciencia cívica: las bicicletas han sido robadas y sus propietarios, como gesto de rebeldía o indiferencia, abandonan lo que quedó de ella», dicen la boca sin carnes, los ojos saltones de Néstor.

Si alguno ve chatarrería él encuentra una muestra de pereza y pasividad. Si otro negocio de cosas muertas, Néstor una pista para hacer arte de lo cotidiano, de lo invisible.

«Descubrí una asociación de ciclistas llamada Velo en Ville que creó una estrategia para reutilizar algunas piezas de bicicletas abandonadas», cuentan los brazos huesudos, la voz discontinua de Néstor.

Los franceses dejan una pegatina en la bici-cadáver preguntando al dueño si le molesta que la reutilicen; el cubano mira y toma nota. «Las bicicletas están en el espacio público, pero son objetos privados que no se pueden tocar, y aunque estén mutilados continúan bajo el amparo de la ley».

Durante tres meses Néstor mirará con lupa la sociedad francesa, gracias al programa para artistas de África y el Caribe “Visas para la creación”, del Instituto Francés en colaboración con la Fundación Dos Mares.

Hace unos meses aplicó y se convirtió en el único seleccionado en la sección Artes Visuales de 2016, y en el primer latinoamericano en conseguir ese premio.

Foto: cortesía del entrevistado
Néstor Siré ya trabaja en la ciudad de Marsella. Foto cortesía del entrevistado.

La Fundación, sabuesa de los nuevos vocabularios plásticos, lo invitó a participar del programa. Ronald Reyes, su director, estuvo en La Habana y se tropezó con la obra de Néstor, Combos de Video, y quedó impresionado.

A Reyes lo enterneció lo que a todo extranjero del día a día cubano: las (re)adaptaciones, la inventiva en el ámbito personal. Néstor documentó a través de breves videos varios ejemplos. Niños coleccionando cajas de cigarro a falta de juegos de cartas; una chapa de botella y un palo viejo de escoba que sirven también para jugar pelota.

Para rematar los grabó en CDs y acabaron en varios puntos de vendedores de discos en La Habana. Un guiño a la piratería institucionalizada. «Ese es el núcleo conceptual de Combos de Video… y sí, me utopirateé», sonríe.

Ahora, con la beca en Europa, le interesa expandir su visión de ese mismo concepto, de la creatividad, pero ¿en el Primer Mundo?

Pues sí, porque quiere probar la universalidad de la penuria, aunque sea chiquitica, invisible, oculta tras mil fachadas. Me deja en el email un ejemplo de otro fenómeno en investigación: las reparaciones domésticas de automóviles utilizando precinta.

«Para un gran por ciento de la sociedad francesa los autos son un medio de transporte de primera necesidad». Y luego desglosa razones a modo de silogismo: las abolladuras u otros desperfectos por choques son comunes. Las defensas de los autos modernos son plásticas. Fácilmente se parten y las reparaciones son caras –cuenta. «Esta situación generó que miles de personas reparen manualmente las zonas más expuestas (como retrovisores y defensas) utilizando precintas».

bicicletas-robadas-y-abandonadas

La fundación Dos Mares insiste en que durante las residencias el artista sea acompañado regularmente por uno o varios interlocutores para «re-interrogar su práctica». Para el nutrido y atrevido currículo de Néstor, que lo convierte en una de las figuras del arte joven cubano, significa más.

«El constante diálogo con el equipo de Dos Mares sobre las prácticas y protocolos de mi proceso de investigación en un contexto con nuevas características y diferentes maneras de ver el arte ha sido aportador», asegura.

Casi al descuido, quizá vegetando muy dentro de sí mismo, Néstor deja en el correo una frase intrigante, autocontemplativa: «…encontrarme generando estrategias de adaptación a situaciones como el idioma, las reglas sociales, las singularidades políticas y culturales o sencillamente el cambio de horario, son también ejercicios fundamentales en mi proceso creativo».

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