Rosana de plata

Foto: Claudio Pelaez Sordo

Foto: Claudio Pelaez Sordo

A Rosana Vargas le gusta crear el lujo, pero no tenerlo. La creación de su propia línea de joyas hace un lustro hizo que “perdiera su nombre”. Al principio quería que su marca fuera ROSY, pero se quedó finalmente como ROX 950. “No me acostumbro todavía a ser Rox, pero no me molesta que me llamen así”, dice.
Audaz, Rosana / Rosy / Rox no quiso ser “una joyera cualquiera”, sino una que supiera hacer verdadero arte. Adora “lo sencillo, lo sensible” y por eso, con quince años dedicados al fuego y la forja, no utiliza coral negro ni carey, “ni nada que afecte la naturaleza”.
“Hay muchos que no me identifican como una persona de campo porque he tratado de pulirme, pero mi corazón sigue siendo puro. Si viviera de nuevo querría volver a estar rodeada de verde. El olor a tierra cuando empieza a llover me recuerda a mi madre”, evoca uno de los rostros más emprendedores que ha visto la orfebrería cubana.
Rosana nació en una casa pobre en Mayarí, “un pueblito de sol” del que salía de vez en cuando en un carretón de caballo para ir a bañarse al río y hacer caldosa. Allí, su padre, un guajiro temperamental y medio desordenado, le enseñó las esencias del ajedrez y la fotografía.
La futura Rox no pasaba de ser una joven “desorientada” a la que de alguna forma le tocó “ser la madre de sus padres”, que si bien le inculcaron una nobleza sin par, no fueron la guía espiritual que necesitaba. Tempranamente se vio obligada a ser “meticulosa, organizada, enérgica” por su propia cuenta.
Rox no acostumbra a maquillarse y es buena con los números. Le encanta hacer pastas con mariscos y garbanzos, aunque no cocina frecuentemente. Sale a bailar cada vez que puede. “No me gustan las obligaciones y por eso no hago casi nada por compromiso. Vengo a trabajar todos los días porque me gusta lo que hago, no porque tengo que hacerlo”.
Esta orfebre sabe que “para gustar hay que insistir, sorprender y no parar de trabajar”. Colgantes, sortijas, pulseras, aretes… encierran los sofisticados movimientos de una iniciativa artística que ya cuenta en su catálogo con más de un millar de diseños plateados.
Has sido reconocida dentro y fuera de Cuba por la exclusividad de tus joyas, llamadas “de autor”. ¿Te consideras una diseñadora o una orfebre?
No soy diseñadora, sino una orfebre que ha aprendido a diseñar en función de lo que sabe hacer y de lo que ha creado como ADN de su marca. Mi línea de trabajo ha estado definida por investigaciones, influencias, aportes, desde la arquitectura y las artes plásticas hasta la música, y su desarrollo ha sido intenso, agotador.
Vine a La Habana con 18 años, cuando estaba estudiando Ingeniería Civil en Santiago de Cuba. Me incorporé a la Cujae para seguir la carrera, pero nunca la terminé. Me acerqué al arte en la universidad y eso terminó salvándome.
¿Qué cambió a partir de la llegada de la orfebrería a tu vida?
En la capital conocí las primeras técnicas de la orfebrería, que me llevaron a poder crear y explotar las ideas que estaban en mi cabeza hasta llevarlas a ser algo tangible, un objeto concreto, una pieza. Fue mi manera de buscar un equilibrio, de lograr paz y armonía, de reunir a un equipo en función de esas ideas, dirigirlo, enseñarlo.
¿Qué es o aspira ser ROX 950?
Aunque a veces cueste trabajo porque es algo ambicioso –no en términos económicos, sino de alcance– dar a luz y sostener una marca propia ha sido un reto diario. ROX no soy yo. Yo soy la cabeza, quien se ha atrevido a engranar las piezas de un mecanismo gigante que componen una treintena de personas. Es la forma en que puedes emprender, crear una empresa sólida, que funcione, al margen de cualquier sistema, de si vivimos dentro o fuera de Cuba. Mi visión es llevar al proyecto a una plataforma en la que pueda desarrollarse, elevarse, sin importar lo que esté pasando en Cuba, que sea autónoma, independiente. Todo eso es ROX.

ROX Orfebrería
ROX Orfebrería
ROX Orfebrería

Rosana entra y sale del taller continuamente. Elogia el apoyo de su esposo Tony y su hermana Berta, a la vez que explica que “parimos en colectivo cada pieza, pero cada una la termino yo, cada una pasa por mis manos”. Reconoce que a veces es muy explosiva y eso impide que la entiendan. No obstante, ha logrado un equipo con el que puede hacer que algo se concrete solo con un diálogo visual.
“Antes yo era la única orfebre, pero he tenido que asumir otras responsabilidades también importantes para el proceso creativo y la consolidación de la marca. La gente a veces me dice: ‘Tienes que volver’, pero eso será cuando saque adelante ROX 950”.
Por otro lado, la holguinera ha ido creando líderes que instruyen a los que llegan nuevos. Su proyecto social “En busca del sol” le ha permitido formar como orfebres a jóvenes casi siempre desvinculados.
“Creo que enseñar es complicado, pero es una bendición que no todo el mundo disfruta. Hay quien no quiere transmitir sus experiencias, sus trucos, sus maneras muy específicas, pero yo soy de las que lo enseña todo. No tengo baúles ni puertas cerradas para mis alumnos y creo que por eso he logrado que sean fieles a mi forma de hacer”.
La Cabaña en la Feria del Libro. Foto: Otmaro Rodríguez.
Una madre enseña a su hija a escribir en una pizarra comprada en la Fería del Libro. Foto: Otmaro Rodríguez.
Feria Internacional del Libro de la Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.

¿Por qué dedicarse casi únicamente a la plata?
Porque la plata fue lo primero; llegó a mi vida incluso antes que la orfebrería, antes de que yo supiera cómo moldearla, cómo traducir mis sueños y mis ideas en ella. He experimentado con titanio, cobre, etc., pero me comprometí con la plata de por vida.
La plata es luz. Con la plata puedes coquetear mucho, puedes jugar. Es dúctil, como lo es el oro, pero su brillo, sus formas, sus destellos, son diferentes, exagerados, sobresalen de la piel.
“Uso más las piedras semipreciosas porque son menos costosas y ostentosas. Me gustan las perlas cultivadas (mis favoritas), las turquesas, el cuero. Aunque a veces he empleado esmeraldas, creo que las piedras preciosas se alejan de la plata”.

¿Por qué los productos de ROX 950 son caros?
Tengo que confesar que ROX 950 es un producto extremadamente caro porque nada paga el trabajo con las manos de la manera en que se hace aquí. Cada pieza es hecha totalmente a mano, desde que se funde el metal hasta que se termina la pieza. Eso tendrá que mejorar cuando la tecnología llegue a ROX. En algún momento le temí a la tecnología; ya no, porque grandes empresas del universo de la orfebrería han demostrado que pueden coexistir las máquinas y las manos. Hay que seguir creciendo como crece el mundo.
¿Qué distingue a ROX 950? ¿Qué está presente en cada una de sus colecciones?
Seducción, una de las colecciones surgidas antes de tener la marca, es para mí la madre, la génesis de ROX, porque creó una idea básica, una línea que se ha mantenido en el resto de las creaciones y que definió un antes y un después en mi carrera. Nació estando casada y con hijos, mientras buscaba trazos sinuosos, que atrajeran, que bordearan el cuello. Antes de Seducción todavía era Rosana Vargas.
ROX Orfebrería
ROX Orfebrería
ROX Orfebrería

“Amo las figuras geométricas, los volúmenes cuadrados, redondos, etc., y necesito hacer nuevas colecciones constantemente, aunque pueda parecer un pecado. Me gusta crear a partir de una idea y cuando esa idea muere, se cierra la colección. La inspiración dura normalmente poco. El proceso de producción es más alargado. Hacemos tres o cuatro colecciones cada año.
“Ahí están Entre dos, que nació de una canción de Ivet Cepeda; Lo bello lo llevo dentro porque amo la música de Pablo Milanés; y Haciendo caminos, que pone a Dios como centro de todas las cosas, como el padre que es para mí y mi familia, y que está conformada por piezas que enmarcan una piedra como símbolo de la obra del gran creador.
“Nuestras son también Open Doors, fruto del tiempo en que se estaban arreglando las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, en el que se emplean llaves, bisagras; Alejandra, una colección infantil en honor a mi hija y la masculina Alberto, la primera que hice para hombres y que se llama como mi padre. Luego aparecieron, por ejemplo, Puro Acento, con las series Danza y Habano, para el Ballet Español de Cuba, Crucero y Plata y vino”.
Estudio taller de Rox. Foto: Antonio Hernández.
Estudio taller de Rox. Foto: Antonio Hernández.

Camino a convertirse en máster en Dirección de Empresas de Moda, Rox no habla de clientes, sino de amigos. No pocos de los que usan sus joyas son personas cercanas, con las que existe “una relación bonita”. Fueron los que, en un primer momento, “cuando yo no tenía una marca ni una estética concebida, me estimularon e incluso dejaron el oro para usar la plata”.
La artista autodidacta, poco entrada en los treinta, dice que algunos de esos “seguidores” se encuentran entre los “embajadores” de ROX 950. “Son ángeles que le han dado su corazón a la marca y que se identifican con ella”. Lizt Alfonso, Edith Massola y Alaín Perez son algunos de los ellos.
¿Cómo es la Rox que ya tiene tres hijos?
Como madre tengo deudas, deudas grandísimas de tiempo que espero pagar pronto. Alejandra, Sebastián y Rodrigo son mi mayor obra, son el mejor regalo de Dios. Estos cinco años han sido sacrificados. Ha sido duro pasar poco tiempo con ellos, pero mi esposo me ha ayudado mucho, liberándome de responsabilidades. Trato de aprovecharlos cada ratico que puedo. No sé cómo pero son muy maduros y me entienden.
¿Cuáles son las perspectivas más inmediatas de ROX 950?
Ya tenemos una tienda en La Habana y pretendemos expandirnos a Santiago de Cuba, Holguín y otras ciudades cubanas. Pronto empezaremos nuestras ventas online para personas que quieran adquirirlas a través del Fondo Cubano de Bienes Culturales o de empresas estatales que distribuyen lo que creamos. Que ROX 950 sea líder del mercado nacional puede sonar pretencioso, pero es a lo que quiero llegar, que las personas nos respiren, nos sientan. Asimismo, creo que Internet será la puerta al mundo. Hemos incursionado en el mercado europeo, Colombia, Venezuela, Panamá y Estados Unidos.
¿Qué es Cuba para Rox?
Es la Isla que amo y la que sufro. Yo decidí trabajar y quedarme en Cuba y lo que me toca ahora es salvar mi marca en este país que adoro y que elegí para cuna y como sede de mi empresa. Cada tierra tiene su propia tristeza, sus amores y desamores, sus tareas pendientes, sus deudas. Yo río y lloro como cubana.
Salir de la versión móvil