Cervantes y Shakespeare 400 años después, en La Habana

Ilustración: Paul Gonzales / Los Angeles Times.

Ilustración: Paul Gonzales / Los Angeles Times.

Cervantes y Shakespeare 400 años después, en La Habana Leo Brouwer puede recitar versos en un inglés con acento casi nativo, y conmover al auditorio como con sus composiciones musicales. Si de niño aprendió el idioma de Shakespeare a los cinco años, y leyó al escritor de Hamlet a los nueve, no ha de extrañar que sea precisamente él un promotor entusiasta de una jornada cultural que conjuga a la figura cumbre de las letras británicas y al de las españolas, Miguel de Cervantes.

En los cuatro siglos de la muerte de los dos genios, La Habana acoge este sábado un gran concierto, bajo la dirección de Brouwer. A las 7 de la noche en el recien restaurado Teatro Martí, la presentación cierra una jornada cultural que comenzara este miércoles 20 de abril.

Por restos días convergieron aquí las distintas manifestaciones artísticas, con obras de teatro, proyección de filmes, y por supuesto música. “¿Cómo vamos a crear canciones, si no leemos?”, dijo el Maestro en una conferencia de prensa esta semana, al referirse a sus motivaciones para propiciar eventos de este tipo.

Otro concierto muy especial ocurrirá el sábado 30 de abril a las 8:30 p.m. en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”. Por vez primera se presentará aquí el contratenor francés Philippe Jaroussky, acompañado al piano por Jeróme Ducros.

“La cultura se inculca de manera indirecta, como cuando uno le presta un libro a un niño de 12 años que nunca ha leído”, comentó el Maestro. “Tomamos a Cervantes y a Shakespeare porque sus obras abordan temas que existen y seguirán existiendo, mientras haya hombres sobre la Tierra”, agregó.

La presentación en el Teatro Martí aúna intérpretes de España, como la versátil soprano Pilar Jurado y el guitarrista Ricardo Gallén; el contratenor cubano Frank Ledesma y el pianista Fidel Leal. Leo Brouwer recitará sonetos en inglés y Charles Wrapner lo hará en español. El programa incluye canciones y versos que se estrenan ahora en Cuba.

“Como músico español, para mí siempre es un reto venir a Cuba a tocar en los eventos que convoca el Maestro Brouwer, por su nivel de excelencia”, expresó Ricardo Gallén, quien regresa ahora por quita ocasión a la isla.

En el año 2002, Gallén, intérprete de guitarra y vihuela, ganó el primer premio en el concurso del Festival Leo Brouwer. Luego de haber recorrido buena parte de los escenarios más importantes del mundo, reconoce que sucesos como este enriquecen tanto a los músicos cubanos como a quienes traemos la tradición del Viejo Mundo.

“Leo Brouwer es bien conocido por ser el más grande compositor para guitarra de todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI. Me siento privilegiado al conocer su música e interpretarla junto a él. Me ha permitido conocer mejor la guitarra como instrumento. Siempre me ha hecho descubrir nuevos efectos y elementos técnicos. Para él la guitarra más que un instrumento, es un medio de expresión.”

¿Cómo ha sido su experiencia con el público cubano en los conciertos de música antigua?

El público guitarrista cubano es mayormente joven, aunque muchas veces aquí veo gente mayor. Que el público colme los teatros depende en buena medida de la publicidad que reciba el evento. Los conciertos de la Oficina Leo Brouwer a los que he asistido están siempre muy llenos. Sin embargo, en otros conciertos como los del Festival de Guitarra, donde la publicidad de la prensa no es mucha, desgraciadamente están medio vacíos. Maestros como Marcos Tamayo, quien es bien conocido, y es uno de los mejores guitarristas que hay hoy en el mundo, y su mujer Anabel, tocaron el otro día en la sala Covarrubias y había menos del a mitad del público.

A mí me extraña que sucedan esas cosas. No tiene nada que ver con la calidad del intérprete, que es magnífica, sino con la difusión. El Maestro norteamericano Leonard Berstein decía que el éxito de la música de discoteca radicaba en el hecho de machacar el oído de la gente, en todos lados.

En Cuba lo que predomina es el reguetón. Al final, no es que guste, sino que la gente se acostumbra y cree que le gusta. En el caso de los eventos culturales pasa lo mismo.

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