Abbas Kiarostami en Cuba: el cine en letras mayúsculas

Abbas Kiarostami Foto: Marion Stalens

Abbas Kiarostami Foto: Marion Stalens

Para los amantes del cine, la visita del iraní Abbas Kiarostami será un regalo invaluable. Aunque la Cinemateca de Cuba ha preparado una muestra selecta de su obra (once títulos en total), el propósito central de su presencia tendrá como objeto el taller de carácter  práctico “Filmando en Cuba”, que  se ofrecerá en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños (EICTV).

El director arribará a la isla el 24 de enero (lo acompañarán Mahmoud Reza, su asistente, y Ahmad Mohammad, su traductor privado), aunque la conferencia de prensa está prevista para el día 27, en la Sala Glauber Rocha de la propia escuela. Durante aproximadamente diez días el director acompañará a los cuarenta estudiantes matriculados en el taller en sus ejercicios audiovisuales, que llevarán hasta la fase de postproducción. Esta aventura audiovisual implicará como mínimo dos cuestiones fundamentales: 1) filmar bajo los métodos y la supervisión del maestro iraní, y 2) el choque cultural que significará, para un grupo heterogéneo de jóvenes extranjeros estudiantes de cine, rodar en la Cuba de hoy bajo dichos métodos.

El deslumbramiento por Kiarostami se hizo patente en Occidente luego de la exhibición en el Festival de Locarno, en 1989, de su cinta ¿Dónde está la casa de mi amigo?, rodada dos años atrás. Luego, un alto porciento de sus cintas de la década del noventa obtuvieron premios importantes en los grandes festivales del mundo y su fama se hizo incuestionable. Lo atrayente de sus películas, más allá de los paisajes áridos y los personajes, cargados de bondad, es el hiperrealismo de la puesta en escena. El efecto que produce ver el grupo de películas rodadas en su país de origen (también ha rodado en Japón y en territorio toscano), implica la posibilidad de penetrar, desde la vida cotidiana y las relaciones interpersonales, en una realidad compleja, marcada por religiones milenarias, sin renunciar a una estética soberbia. Toda esa vitalidad asentada en su estilo nace de su método de trabajo, que implica un trabajo previo intenso, tanto con los actores como en las locaciones escogidas.

Esa maestría de quien fuera catalogado por Guillermo Cabrera Infante como “el mago persa”, servirá como aliciente a los estudiantes del taller para recrear su pedazo de realidad en Cuba. La selección de jóvenes (que abonaron 2 500 euros para la matrícula),  incluye tanto a egipcios, sirios, serbios, como paquistaníes, australianos y tailandeses (habrá representación de un total de 25 países), y tendrá a su disposición una base de datos con actores, locaciones, así como de información básica sobre las estrategias de producción posibles para sus cortometrajes. Deberán de atenerse a una realidad incómoda, que tienta a sus interlocutores a tratarla de manera directa. Sin embargo, la paradoja del estilo de Kiarostami los obligará a moverse en zigzag, como recuerda el protagonista de El sabor de las cerezas, la película que en 1997 le posibilitaría la Palma de oro en el Festival de Cannes: “el camino recto, tan recomendado por la filosofía y la poesía, no funciona en la realidad”, dijo en una ocasión.

La experiencia de transmitir el saber fílmico a jóvenes de diferentes lugares del mundo la repite Kiarostami por tercera vez, con su visita a Cuba. La aventura comenzó en Colombia durante el año 2014 y al año siguiente, se produce en Barcelona. Los encuentros han sido apoyados por Black Factory Cinema, un proyecto creado y organizado a dos manos entre Bogotá y Barcelona, con el objetivo de estimular las nacientes generaciones de directores de todo el mundo, en la búsqueda de estructuras narrativas auténticas. La llegada de Kiarostami a la EICTV, también formará parte de los jolgorios que durante todo el año vivirá la institución, que está arribando al 30 aniversario de fundada.

copia-certificada

Salir de la versión móvil