“Am-Pm”, un filme de historias que se entrecruzan en La Habana

Varias historias de la vida cotidiana en la Cuba actual en un edificio multifamiliar durante 24 horas.

Verónica Lynn durante el rodaje. Foto de producción.

Verónica Lynn durante el rodaje. Foto de producción.

Para inaugurar el Festival de Cine de Verano 2023 el Icaic ha escogido la cinta Am-Pm, largometraje de ficción de Alejandro Gil, una suerte de comedia agridulce o drama ligero narrado con solvencia y actuado con eficacia por un grupo de intérpretes de larga trayectoria, entre los que se cuentan el recientemente fallecido Enrique Molina (a quien está dedicado el filme), Verónica Lynn, Blanca Rosa Blanco, Jorge Martínez y Eman Xor Oña, todos con desempeños muy parejos.

Varias historias de la vida cotidiana en la Cuba actual se entrecruzan en un edificio multifamiliar, presumiblemente de La Habana, durante 24 horas. La soledad de la vejez, el desamor, la enfermedad, la imperiosa necesidad de vivienda, el vacío existencial, la depresión económica, el “invento” de la calle, la emigración (solamente esbozada en un personaje referido), son temas que se barajan y vectores dramáticos que se cruzan con las biografías de esos seres sencillos, cada uno en busca de algo de felicidad o, cuando menos, del poco de ilusión que los impulse a remontar cada mañana.

No hay tesis explícitas, ni grandilocuencia, ni actitud admonitoria por parte de la dirección. Alejandro Gil no juzga a sus personajes. Los muestra tal como son. Pareciera decirnos: reconócelos, son tus vecinos, tus familiares, tú mismo.

Y si por momentos asoma la oreja la comedia, viene más de la mano de una frase ingeniosa, de una réplica oportuna y mordaz, que de las situaciones mismas. Sobre esto, su director ha expresado en un texto que se ha hecho circular entre la prensa:

“No soy de los que creen que podemos reírnos de todo cuanto acontece; no soy capaz de convertir cualquier experiencia humana en una broma. Pienso, por el contrario, que el ser humano ha de ser sensible ante la vulnerabilidad de los otros, ante la manera en que los otros lidian con el dolor que se aloja en su intimidad, sin que esto impida que podamos incorporar, en la representación fílmica de esos dramas, enfoques novedosos sobre viejos asuntos”.

Póster para el estreno del filme. Foto de producción.
Póster para el estreno del filme. Foto de producción.

Más adelante, apunta:

“Los cineastas, para bien o para mal, seguimos una idea creativa que da coherencia a nuestra obra, una visión del mundo, de la experiencia, que luego se traduce en concepción propia de las puestas en escena. En Am-Pm, desde el principio evadí la risa ante la desesperación, la violencia o el desamparo. Una vez tomada esta decisión, en términos conceptuales, fue necesario evitar elementos que desmovilizaran el tono dramático, intimista, aprovechando al máximo las asperezas de cada una de las historias, sin afectar sustancialmente los diálogos ni las acciones narrativas”.

De ahí que no estemos en presencia de arquetipos o caracteres de valor simbólico, sino de personajes bordados con empatía y conmiseración. Cada cual tiene su drama personal, que no vale comparar con el de los otros. Son temas de la existencia, universales pero tamizados a través de la gaza de nuestra compleja singularidad.

La dirección de arte (Carlos Urdanivia), la fotografía (Ángel Alderete) y la música (Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galván) se integran en un todo armónico para sustentar el guion de Amílcar Salatti, y en el cual intervino el experimentado Senel Paz.

Am-Pm, asistido por el Fondo de Fomento del Cine Cubano, tuvo un rodaje accidentado, pues su proceso de gestación y puesta en pantalla coincide con los años pandémicos. De modo que su equipo tuvo que armarse de creatividad, optimismo y paciencia. El resultado, a la vista, da fe de que sus empeños llegaron a puerto seguro.

Alejandro Gil y Blanca Rosa Blanco armando una escena en el ascensor. Foto de producción.
Alejandro Gil y Blanca Rosa Blanco armando una escena en el ascensor. Foto de producción.

Alejandro Gil (La Habana, 1958) ha levantado, en diferentes géneros, una obra notable. Se cuentan entre sus títulos más sobresalientes la codirección de la serie televisiva La leyenda del rayo (1998, 80 capítulos) y los filmes de ficción y largometraje La emboscada (2014) e Inocencia (2018). También a él se debe la dirección de los videoclips El revólver, para Gerardo Alfonso y Despojo, para Santiago Feliú, ambos de 2007.

Según el director de Am-Pm, “…el cine no debe imponer o adoctrinar y aburrir hasta el cansancio, sino revelar, inspirar, emocionar.” Y califica a su filme como “una película sobre la Cuba de hoy, con la mirada puesta en los entresijos de la vida cotidiana y las motivaciones de personas sin rasgos extraordinarios, más allá de su propia fábula como seres más o menos anónimos, vecinos más o menos identificables, cuyos microdramas humanos se esconden al cerrar las puertas”.

Enrique Molina en la que probablemente haya sido la última actuación de su vida. Foto de producción.
Enrique Molina en la que probablemente haya sido la última actuación de su vida. Foto de producción.

Dónde: Cines Yara (5:00 pm., jueves, viernes, sábado y domingo), Acapulco (5:00 pm., jueves. viernes, sábado y domingo), Chaplin (5:00 p.m., jueves, viernes, sábado y domingo), Multicine Infanta (sala 2, 7:00 p.m., jueves, viernes, sábado y domingo) y Sala Glauber Rocha (Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, 2:00 pm., jueves, viernes, sábado y domingo).

Cuándo: hasta el 23 de julio.

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