Carlos Machado Quintela: “Intenté filmar las secuelas de una utopía”

La obra del siglo, segundo largometraje de Carlos Machado Quintela, debido a su exitoso periplo, se ha convertido, sin dudas, en el filme del año en Cuba. Prestigiosos festivales de distintos puntos del planeta le han galardonado como el Festival Internacional de Cine de Rotterdam, Holanda donde obtuvo el  Hivos Tiger, el primero en ese certamen para el cine cubano.

Fue el encargado de abrir la pasada Muestra Joven ICAIC y podremos apreciarlo nuevamente en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. El filme, entre lo surreal y el realismo social, como mismo expresara su realizador en exclusiva a OnCuba, aborda una confrontación de criterios entre tres generaciones distintas de una  familia que habitan en un mismo apartamento. Ambientada  en la Ciudad Nuclear en  la provincia Cienfuegos. Lugar  en que quedó inconclusa la que iba a ser la primera central de energía nuclear del Caribe debido a la desaparición de la URSS Estas tristes mitades sirven a Machado Quintela para revisitar el desencanto y la frustación,  mientras escudriña en ese pasado no tan lejano de un sitio olvidado, al que para llegar ni existen señales de tránsito.

¿Cómo surge La obra del siglo?

La historia de la película quizás sea tan accidentada como el proyecto nuclear en sí. Abel Arcos escribió una historia titulada El Balcón, en donde tres hombres solitarios vivían en un apartamento de micro-brigadas. Ese guion en un principio no lo iba a dirigir yo, pero finalmente cuando lo tuve en mis manos lo reescribí pensando en el paisaje de la ciudad nuclear. Después de la primera reescritura comenzamos a escribir juntos nuevamente y nos dividimos el guion en segmentos, segmentos que comenzaron a mezclarse hasta que dos maneras de pensar se acoplaron. Sumado a eso quiero decir que siendo estudiante de guion en la EICTV tuve la suerte de recibir un taller en Pasacaballos, lugar que  está muy cerca de la ciudad nuclear. Allí conocí a los miembros del grupo de Teatro “La Fortaleza” que dirige Atilio Caballero y con algunos de sus integrantes compartí el proyecto, entre ellos Damarys Gutiérrez y Freddy Tejera. El Balcón se convirtió en Benjamín o El Planetario y luego del rodaje, los contratiempos y la aparición del material de archivo, se convirtió en “La Obra del Siglo”. Quizás siempre fue la Obra del Siglo, pero uno tarda en darse cuenta de lo que tiene delante.

¿Por qué realizar un filme sobre la llamada Ciudad Nuclear de Cienfuegos, en qué te inspiraste finalmente?

No es común filmar en la ciudad nuclear (CEN) sobre todo después de lo que allí sucedió, es un lugar del que no se quiere hablar. Tristemente olvidado por el gobierno y por todos lo que apoyaron el proyecto en sus inicios. Confinaron a un pueblo al olvido y les obligaron a convertirse en fantasmas, fantasmas de carne y hueso que la tienen muy difícil para salir adelante. Es muy duro que vayas a estudiar a otro país por ocho años y después tengas que comenzar de cero otra vez. Trabajar en el campo, en una fábrica de tabacos o criar cerdos no es rebajarse, trabajar es necesario, pero lo triste de todo esto es que te olviden los que te pusieron en ese lugar. Ese es el verdadero fracaso del proyecto nuclear, querer enterrar el esfuerzo de mucha gente, borrar la memoria.

¿Qué relación guarda el título con el mensaje de la película?

El Proyecto Nuclear entre Cuba y la URSS se disponía a construir una serie de reactores ubicados por toda la isla, esa fue la intención. La Obra del Siglo fue el nombre con el que Fidel Castro bautizó al proyecto, por la expectativa que se tenía y porque de esta manera un país dependiente del petróleo importado podría dejar de serlo. La película no se llamó así desde sus inicios, pero era un nombre que aparecía cuando repasábamos las imágenes de Tele-Nuclear, grupo de televisión creado para registrar el desarrollo del proyecto. Que la película se llame la Obra del Siglo, lejos de ironizar la magnitud del proyecto, ironiza también a la propia película, convirtiéndola así en un proyecto paralelo al original e inacabado como el mismo. Un proyecto que se construye sobre errores. Todo lo que ocurrió en Juraguá nace y muere a la sombra del reactor y la película no está exenta de esto.

 

 ¿Cuáles son las principales temáticas que aborda el filme?

Es una película suspendida entre el realismo-social y el surrealismo. Una de sus habitantes me dijo que la ciudad nuclear estaba un poquito muerta y un poquito viva, o sea, suspendida en una especie de limbo. Siento que la película es realista cuando tiene que serlo y cuando no, simplemente cambia de tono y se convierte en otra cosa. Con el surrealismo reinterpretamos la historia verdadera (lo que allí ocurrió) y te ayuda a analizar lo sucedido desde otro lugar, te obliga a salir de la ficción y cuando regresas tus ojos no son los de antes, no solo tienes en cuenta la historia narrada. Sumado a eso nunca quise calcar la historia de la ciudad nuclear, no me interesa, me gusta el cine, la capacidad de transformar las cosas. Si los edificios inacabados fueran solo edificios y no cohetes, si no se hablara de ir al cosmos y se viera solo la miseria del entorno y lo fallido, estaría engañando a la propia realidad de la ciudad nuclear. Es muy fácil filmar las derrotas, yo prefiero intentar filmar las secuelas de una utopía, el accidente y mostrar que es lo que pasa cuando sueñas sobre los hombros de otro país, cuando crees que todos pueden ir al cosmos. La película se vuelve el registro de ese gran accidente.

¿Cómo fue la selección y el trabajo con los actores?

Cuando empecé en el proyecto sabía que Mario Balmaseda (Otto) y Mario Guerra (Rafael) iban a ser parte de la película, los dos son actores profesionales. A Leonardo Gascón lo conozco desde la infancia, pero nunca pensé que fuese él quien interpretara a Leonardo. Él no es actor profesional, pero si vendedor de frutas profesional en un mercado agropecuario, es decir que sabe cómo convencer a la gente para que compren sus productos. Y para actuar hay que convencer primero, seducir y saber engañar. Empezamos a trabajar en las relaciones de los tres personajes buscando que el estar juntos fuese habitual, ese fue el primer paso. El resto del elenco, Jorge Molina, Manuel Porto y Damarys Gutiérrez, así como los demás habitantes de la ciudad nuclear fueron llegando. La relación con los dos Marios y Leonardo fue la que mantuvo la película en pie y estar en la ciudad nuclear nos corrompió a todos para bien, por eso la película es lo que es hoy.

¿Qué principales diferencias y semejanzas encontramos entre este filme y La piscina?

A pesar de ser dos películas muy diferentes en las dos los personajes están ligados a su entorno, sí les quitas el espacio se derrumba la historia. Pero en una los personajes saben cómo flotar y en la otra simplemente se hunden.

 El filme muestra un marcado interés social y político. ¿Qué aspiras comunicar con esta película?

Quería hacer una película que doliera, que fuese amargo y que te quedarás sin aire, pero la rabia se fue calmando y se convirtió en una historia más agridulce. Si se piensa construir algo en Cuba habrá que comenzar por reconocer los errores del pasado, la mentalidad triunfalista y el optimismo desmedido de aquellos años y de los que seguimos viviendo nos han hecho mucho daño.

¿Qué elemento destacarías de largometraje?

La Música. Vayan a escucharla.

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¿Por qué en blanco y negro?

Es la pregunta que más se repite, creo que con el uso del blanco y negro, la única secuencia a color (la pelea de boxeo olímpica) resalta más. Una medalla de oro que por momentos nos alivia, pero que no trae devuelta el color. Entonces sabemos que estamos ante un mundo en colores, pero en donde el blanco y negro prevalece. Después de ver la película con públicos de todo el mundo uno se da cuenta que el blanco y negro pudiera ser el color del cine político y la historia de la película no se escapa de eso. La elección está dada por la geografía de la ciudad nuclear, por las facilidades y el bajo presupuesto para la escenografía que teníamos. Cuando estoy allí en la CEN no extraño los colores. El único color que pudiera extrañar es el verde de la naturaleza, el verde gastado de los arbustos que tragan día a día las estructuras metálicas del reactor.

¿Qué relación simbólica establecen el pez y los protagonistas en la trama?

Siempre digo que la película cuenta la historia de tres hombres solitarios que, contrario a su mascota Benjamín (el pez), todavía no han aprendido a respirar bajo el agua.

¿Cómo fue la experiencia de la coproducción en esta ocasión y qué importancia le concedes a esta estrategia a la hora de rodar en Cuba?

Lo ideal sería no tener que hacer co-producciones, pero es la única manera que se puede hacer cine en Cuba y el mundo que no sea de Hollywood. Lo que hay es que lograr que las co-producciones no enfermen las historias y planear desde el inicio cual es el aporte de cada uno y para qué. La Obra del Siglo es cubana, argentina, alemana, suiza y tiene apoyo holandés y noruego, mira tú que combinación, sin embargo es por encima de todo eso cubana. Hernán Musaluppi, productor argentino reconocido en el ámbito internacional comenzó a pujar en fondos internacionales para hacer esta película, teniendo su apoyo fue más fácil. Después se sumó el aporte de las demás partes y el apoyo cubano, Abel Miyares, Kate Hartnoll, yo y los amigos que depositaron confianza en mí y me prestaron dinero. No hay fondos en Cuba para hacer cine, no hay criterios para que el ICAIC produzca un proyecto tuyo o por lo menos yo no los conozco. Hay muchas cosas que tienen que reinventarse en Cuba.

 

¿Con que intencionalidad contrastas imágenes de archivo de TV con la vida de los protagonistas?

Las imágenes de archivo son del grupo de video de la CEN, lo que me gusta del archivo es como la mirada masculina está en el lenguaje y sobrepasa el tiempo hasta nuestros días. Volviendo más fuerte esa mirada en la ficción. Sinceramente estoy enamorado de todo el material de archivo, pero creo que todo en la película es archivo, hasta la propia ficción, cuando las cosas son archivos no se les juzga por como lucen, sino por lo que representan y por su contenido.

 Aparecen en escena tres generaciones de cubanos. ¿Qué fue lo que más te interesó captar del conflicto intergeneracional?

Para muchos llegar a casa significa descansar, pero en Cuba todavía es muy común que tres generaciones vivan bajo el mismo techo. Por lo tanto ese conflicto generacional que tú llamas es natural al menos en la Cuba que yo vivo. Entonces la casa se convierte en un campo de batalla. Desde hace solo algunos años los que pueden alquilan un piso para independizarse, pero eso es un lujo, no todo el mundo lo puede hacer y es un fenómeno más habanero. La familia de la película si se puede llamar así está mal… los tres están mal, pero están así porque cuando se derrumban los proyectos penetran a la familia, allí es donde se ven las secuelas.

¿Qué opinión te merece el actual cine joven cubano?

El cine joven actual es como el Internet, no existe un movimiento en la isla… solo hay casos aislados.

¿Te consideras un cineasta comprometido con tu tiempo y espacio?

Me gustaría pensar que podría llegar a serlo, pero es una respuesta que no puedo darte en estos momentos. Prefiero seguir intentando hacer lo que me gusta y ver hasta dónde puedo llegar.

¿Cómo has recibido los premios alcanzados con este filme?

Con algunos premios se pagan deudas, con otros estoy viviendo y en general todos me dan impulso. Los premios ayudan a que sea más fácil obtener financiamiento en fondos internacionales, pero el tiempo es quien te dice realmente si tú película sobrevive no los premios.

 ¿En que trabajas actualmente?

Intento no volverme loco y quizás haga una película en Japón.

THE PROJECT OF THE CENTURY (La Obra del Siglo) by Carlos Machado Quintela - CLIP 1

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