Cine negro a la habanera, según Arturo Santana

Arturo Santana es uno de los artistas audiovisuales más prolíficos de Cuba. Cuenta en su trayectoria de veinticinco años con casi 200 materiales entre videos clips, cortometrajes, spots publicitarios y documentales.

Aun no se conforma y afirma le queda mucho por hacer. Se encuentra en una nueva etapa creativa, más ambiciosa y compleja. Pronto comenzará el rodaje de su primer largometraje de ficción: Bailando con Margot.

El video clip parece ser una suerte de trampolín para filmar en grande. Ya lo han demostrado otros destacados realizadores del movimiento como Lester Hamlet, Alfredo Ureta y Pavel Giroud. Ahora es el turno de Santana, con quien OnCuba conversó sobre esta nueva entrega y el estado actual del video clip cubano.

“Este es un proyecto que increíblemente tengo desde 1996. Ha cambiado hasta la fecha sin perder determinadas esencias”, expresó Santana.

¿De qué trata Bailando con Margot?

Todo comienza en La Habana de 1958. En la casa de una acaudalada viuda se ha cometido el robo de un cuadro. Un despacho de detectives envía a uno de sus hombres a cubrir el caso. Luego de horas con la viuda, el reportero regresa con lo que cree es la más importante historia de su vida.

¿En qué género podríamos inscribir al filme?

Bailando con Margot es un filme Neonoir de unos 120 minutos, narrado en primera persona, que opera sobre el valor de los recuerdos y el arrepentimiento. La película va en busca del pasado de una mujer, Margot, viajando en el tiempo con marcados cruces de género – el melodrama, el cine deportivo a través de varias peleas de boxeo, el musical desde el teatro y los danzones que baila la protagonista y el cine gore, entre otros guiños que no contaminan el tono original de la obra.

¿Cómo será su estructura?

La estructura, de marcado montaje paralelo entre la búsqueda del pasado y la pesquisa que realiza el detective en busca de los ladrones del costoso cuadro robado en la mansión de Margot, nos lleva a un cierre circular durante la madrugada del primero de enero de 1959, convirtiendo a los protagonistas en seres vacíos ante una ciudad que cambia ante sus ojos con la entrada de los barbudos en La Habana.

 

Bailando con Margot se basa en ideas originales y especulaciones acerca de historias clásicas del boxeo y el bajo mundo habanero del siglo pasado. Son historias que se narran de modo ascendente, enlazadas por el amor y la tragedia, con  la entrevista hecha a Margot por este detective, que exhibe atractivos físicos y pericia. Margot, ilustre viuda habanera, es una mujer de unos sesenta años, de fuerte personalidad y muy hermosa en otras épocas, que trata de deslumbrar en cada minuto con sus historias y lujo al detective -de unos 30 años, con cara de galán de cine- que quiere regresar triunfal a su despacho y aparecer en los diarios. En la entrevista, entre copas de Champán y fallidos besos, la mujer enciende su fonógrafo y nos coloca con sus Danzones, desde 1915 hasta casi llegados los cincuenta, en vestidores de sensuales peleadores, en ferrocarriles, en medio de una pelea por la faja mundial de los pesos completos, o en la entonces floreciente Habana llena de efervescencia política, capos y músicos de Guaguancó y Jazz.Pero siempre entre los enigmas que envuelven las peleas de boxeo profesional y una historia de amor que lleva a Margot hasta la viudez. La voz de Margot se escucha en el pasado y en el presente. Sin ella, la película sería otra. Quizás menos inteligente y menos Noir. Bailando con Margot no pertenece al llamado cine deportivo. No. Es a veces en blanco y negro. A veces a color brillante, con sombras y grandes angulares. Por momentos, estática como un beso. Luego, tan acelerada como un rally de Alí o Dempsey. Trae consigo homenajes y citas formales a clásicos del género.La música: el Jazz, expresión de las primeras décadas del Siglo XX. El Guaguancó, sabor de música habanera. El Danzón, baile nacional cubano con Margot que no deja de seducir al reportero mientras le confiesa sus recuerdos. Y la necesaria música dietética, propia del género Noir.

¿Qué destacaría?

Bailando con Margot: Me encanta por sus luces y sus sombras…Por su ironía y sus citas cinematográficas. Porque es “Cine Negro…” a la habanera…Absoluto espectáculo desde una postura estética, quizás de autor…

¿Si habláramos de retos?

El gran reto de la película, a mi entender, es la necesaria conciliación entre los modos de producción de la industria y la visión de un cineasta independiente. Por otra parte, la creación de atmósferas de las diferentes épocas -años 20, treinta y tantos y 58- sin calcarlas formalmente. Se trataría de una revisión posmoderna, teniendo en cuenta las posibilidades que ofrece la tecnología digital, a la hora de concebir los sets y locaciones. Por otra parte, vestuario, maquillaje y peluquería…Es decir, la dirección de arte resulta vital para lograr una película visualmente interesante, intensa y además, creíble…¡Que Dios nos ayude…¡

Ha desarrollado gran parte de su creación audiovisual de forma independiente ¿Qué expectativas tiene al filmar con el ICAIC?

 Es una película que surge entre el acuerdo del ICAIC y la Villa del Cine de Venezuela. Lugo de trabajar anteriormente con éstos últimos, ellos se interesaron por esta película, de ahí que son sus coproductores. Es un reto sobre todo, lograr la conciliación mutua entre todas las partes.

 Es usted un experimentado realizador de video clips. ¿Qué opina de los clips que se está haciendo hoy día en Cuba?

 Llevo un tiempo sin rodar clips, unos ocho meses para lograr concentrarme en este proyecto. Es un género que adoro en el que me muevo cómodamente pero decide entregarle todas mis energías a este  filme. No quiero que suene a director envejecido ni nostálgico pero me parece que desde el punto de vista cultural todo el mercado musical cubano está en  estadía, detenido, girando en torno al mismo punto que no comparto. Manejo otros códigos en el clip muy cercanos al cine, que quizá ahora no se estén empleando tanto debido a las características  musicales que no comparto y son las que están predominando y a la inmediatez del mercado. La vida me permitió hacer ahora mi largometraje y ya siento que estoy en una etapa de madurez dentro de mi realización audiovisual. Cuando hablo de esto no me gusta decir el video clip cubano porque este movimiento responde a una estética determinada, más allá del contexto y la geografía.

Foto: Susana Méndez/Cubacine

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