Costa Gavras: No existe cine nacional sin compromiso político

Foto: Cecilia Crespo

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El director franco griego Constantin Costa Gavras es un artista pleno. Por muchos años se le ha endosado la etiqueta de cineasta político con la que vive muy a gusto y orgulloso. A sus ochenta años sigue creyendo en el cine como arte, medio de expresión y defiende su marcada función social.

Sus convicciones le convirtieron en una de los primeros amigos de la Revolución cubana y del cine que esta gestó. El director de Z y de La caja de música regresa a los cines de La Habana como miembro de la delegación de profesionales galos que cada año acude al Festival de Cine Francés que se inaugura hoy en esta capital. Acude a la decimoctava cita a presentar su más reciente filme: El capital, largometraje de 2012 inspirado en los desmanes de la mafia financiera.

Costa Gavras en cada uno de sus filmes evidencia su compromiso con los pueblos y sus sectores más vulnerables ante las cada vez más omnívoras estructuras de poder. Se mueve con igual destreza entre el thriller político y el drama social y es autor de películas de culto que estudian muchas academias de cine en el mundo. Afirma que todo cine es político y es, sin dudas, uno de los más significativos exponentes de este género. Lleva en sus venas, como buen ateniense, la tragedia que ha sabido conjugar como pocos con la mejor tradición del espectáculo francés del que se ha nutrido. Se desempeña como director de la Cinemateca de Francia y según declarara OnCuba en exclusiva, se encuentra inmerso en la preparación de lo que será su próximo filme. “Aún estoy escribiéndolo. Muchos de mis proyectos no los he podido ejecutar y se han quedado en el camino después de varios meses de trabajo en vano y sin esperanzas. Por eso no me gusta hablar de las películas antes de hacerlas, eso lo aprendí del gran Gabriel García Márquez. Solo te puedo adelantar que será una historia cotidiana muy contemporánea, de lo que estamos viviendo en Europa ahora mismo y me encantaría presentarla en este festival.” expresó.

“Todo lo que hacemos en la vida tiene que ver de una forma u otra con la política, quien lo niegue miente irremediablemente.” Me comentó entre risas y en un español, su idioma cubano como mismo lo califica, casi perfecto, que me sorprendió felizmente.

Devoto de nuestra cinematografía, lamenta que cada vez se exhiban menos en Francia las producciones cubanas. “’Siempre he admirado las ganas de hacer arte de los profesionales en Cuba, el cómo en un país pequeño que salió de una Revolución se creó rápidamente un cine identitario con películas que han hecho historia, es excepcional”, enunció. “Es digna de imitar la fuerte voluntad de los cubanos de mantener un cine nacional porque no es posible una cinematografía de un país sin el carácter político y la energía de rescatar la identidad y los valores de una nación, como tampoco existe cine nacional sin compromiso político y misión social.” Dijo al ser interpelado sobre el cine cubano del que ha estado siempre muy al tanto, debido a los lazos que le unen con varios de nuestros cineastas como Julio García Espinosa y el desaparecido Alfredo Guevara, a quien evoca con gran respeto.

Ha impartido numerosos talleres y conferencias en la EICTV de San Antonio de los Baños a la que también regresa en esta ocasión para legar más de sus experiencias.

¿Por qué decidió convertirse en un cineasta político comprometido con su sociedad?

¿Qué quiere decir político? Ese término lo resume todo, absolutamente todo. Hablo en mis películas sobre seres humanos que son casi siempre las víctimas que luchan en contra del poder y sufren estas relaciones desiguales con sus estructuras. Esos son los conflictos que me interesan y siempre hay una nueva historia al respecto. Si nos remitimos a los orígenes etimológicos de la palabra política, que vienen de mi idioma griego y se remite al comportamiento y el ordenamiento de los seres sociales en la ciudad y los asuntos de los ciudadanos, este vocablo se refiere a la cultura de la relación que establecemos con los otros y el cómo podemos ser felices y en armonía todos juntos. Mi cine bebe de todo esto, se inspira de esas problemáticas y es algo que no me propuse, salió y se ha convertido en mi razón de ser como creador. Me considero un cineasta político porque todos mis filmes hablan de una forma u otra de este tema. Solo trato de hacer buenas películas sobre lo que intuyo y aprecio a mi alrededor, de las problemáticas humanas y de nuestras sociedades.

¿Político o no, qué debe tener un buen filme a su juicio?

Su historia, por supuesto, debe ser tan interesante como para ser compartida. Debe mover sensibilidades y hacer reflexionar desde un compromiso ético y estético.

Sus películas se han caracterizado por su fuerte carga dramática. ¿Considera qué es el drama la estrategia para llegar al espectador?

El espectador ha soportado la construcción dramática durante miles de años. Los que hacemos espectáculos tenemos como objetivo que estos lleguen al público porque, el cine y el arte en general pueden ayudar mucho a la gente a entenderse y a encontrarse los unos a los otros. Es necesario que se sienta la carga dramática que siempre motiva y mantiene expectante al público. El drama ha sido uno de mis ingredientes básicos porque siempre me ha funcionado.

Foto: Cecilia Crespo
Foto: Cecilia Crespo

¿Con qué expectativas presenta su más reciente filme El capital, en la Habana?

En este filme, que nada tiene que ver con la obra homónima de Karl Marx, se habla de dinero y de bancos pero es la historia de un personaje, que para mí es el reflejo de lo que sucede con la economía europea y sus problemáticas ahora mismo. Me parece que el dinero y la economía se han convertido en una religión muy fuerte que cada vez tiene más adeptos y sacerdotes que son los banqueros, que finalmente manejan el mundo desde su poder económico más sólido que el de los políticos, al menos en Europa sucede así. Pienso pueda ser interesante esta cinta para el público cubano en este momento más favorable en que están cambiando las cosas en el país, debido al restablecimiento de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba.

¿Cuánto considera aporta este filme al actual debate sobre la situación económica global?

Es muy duro ver cómo los bancos roban cada vez más a los pobres para dárselos a los ricos. Es una actitud inescrupulosa y muy cruel y como cineasta comprometido mi misión es denunciarlo. Este filme me llevó tres años realizarlo, primero en la escritura del guión y luego en encontrar el financiamiento, lo que fue muy complejo porque como su tema es precisamente el dinero, el banco y los personajes que giran en torno a esto, fue toda una historia la obtención del presupuesto. La película habla sobre cómo van cambiando las personas por el dinero hasta volverse cada día más cínicas. Eso está pasando en el mundo, día a día lo vemos y pienso que el filme puede contribuir a reflexionar sobre esto.

Como director de la Cinemateca de Francia se impone preguntarle ¿qué opinión le merece el actual cine de su país?

Francia como todos los países europeos está atravesando una situación económica muy compleja. Han dejado el poder pasar a manos de los que manejan la economía y la gente ha empujado y ha contribuido a esto, lo que significa un problema enorme al igual que el de consumir todos los consumos. La mentalidad debe cambiar. La gente compra cosas sin pagarlas por eso ha venido las crisis y por tanto el cine también se afecta irremediablemente. El Estado podría destinar más presupuesto para el cine y también para su distribución. Puede mejorar todo, solo está en proponérnoslos.

¿Y el mayor reto de la Cinemateca en la era digital?

Lo digital ha tenido innegable ventajas sobre todo en lo que a la democratización de los medios y recursos se refiere, pero para la Cinemateca es un problema porque la información digital que se graba en un disco luego de diez años desaparece por completo, al contrario de las películas de celuloide que se conservan aun desde los albores del cine. El mayor reto creo que es encontrar un nuevo procedimiento de conservación para que todos estos materiales puedan ser apreciados por las nuevas generaciones.

¿Confía en que habrá soluciones?

Espero encuentren una solución a esto, al igual que a las problemáticas económicas que afectan tanto a nuestras sociedades. Confío mucho en la humanidad, espero no me defrauden. Pero no podemos quedarnos cruzados de brazos y mucho menos tirar la toalla. Hay que seguir batallando.

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