Gibara: guía básica para principiantes en el pueblo más hermoso de Cuba

(…) y, además, vienen acompañados de esta vista”. Foto: KMVL/OnCuba

Hace varios meses fui a Gibara, Holguín, y me encontré con un extraño rincón de Cuba a la entrada de una bahía rodeada de montañas. Aunque nunca descubrí la razón, le dicen La Villa Blanca, aunque todo indica que tiene que ver con las comidas típicas del pueblo: los mariscos.

Fui sin tener idea de dónde comer, dormir, cómo moverme. En La Habana, quedaron muchos amigos deseosos de mi regreso para contarles y facilitarles su viaje al Festival de Cine Pobre en abril. Así que me dediqué a preguntar por todo, no solo por complacer el bichito de chismoso que tenemos los periodistas, sino para poder contarle a mis amigos.

Para llegar hasta la ciudad de Holguín hay varias opciones, desde avión, ómnibus o tren. Una vez ahí, preguntamos por el Parque Infantil de donde salen los carros hacia Gibara y, por 20 MN por persona, llegamos en media hora sentados en un almendrón.

En esta villa, fundada en 1817, el mar y el aire se unen y ningún otro elemento es más importante. “Aquí casi todo el año hay oleaje, así como ahora ¿ve´?”. Esa brisa constante proveniente del mar mantiene un fresco difícil de encontrar en otro lugar de Cuba. El salitre, no obstante, hace de las suyas y corroe cuanto metal se encuentre en su camino.

“Aquí casi todo el año hay oleaje, así como ahora ¿ve´?” Foto: KMVL/OnCuba
“Aquí casi todo el año hay oleaje, así como ahora ¿ve´?” Foto: KMVL/OnCuba

Los pobladores son, en su mayoría, gente hospitalaria. Por momentos sientes miradas que te escudriñan y al acercarte a preguntar  los rostros cambian y las personas se vuelven las más amables del mundo. Aunque, eso sí, puede que no sean buenos midiendo distancias, como cuando nos dijeron que el parque eólico quedaba solo a un kilómetro y en realidad caminamos casi 10 hasta llegar.

El parque eólico son esas grandes turbinas generadoras de electricidad que se ven a lo lejos casi desde cualquier lugar del pueblo y que por momentos te recuerdan a las fotos de países muy desarrollados, como Holanda o Alemania. Son tan grandes y tan imponentes que parece que se encuentran cerca. Las paletas gigantes giran, giran y giran todo el año, pocas veces se detienen.

Las paletas gigantes giran, giran y giran todo el año, pocas veces se detienen. Foto: KMLV/OnCuba
Las paletas gigantes giran, giran y giran todo el año, pocas veces se detienen. Foto: KMLV/OnCuba

Hospedaje:

Al bajarnos del almendrón no tuvimos más remedio que caminar y preguntar por un casa barata donde alquilarnos. Así, dimos con el Hostal El Balcón a dos cuadras del centro del pueblo. La habitación tenía las condiciones necesarias: aire acondicionado, agua caliente, baño y entrada independiente para los huéspedes. Por 250 MN la noche pudimos alquilarnos a pocas cuadras de –prácticamente- cualquier lugar en Gibara.

Al principio suponíamos que la suerte nos acompañaba pero, al pasar de los días, descubrimos que hay varias casas de alquiler en Moneda Nacional. Tantos que no pudimos visitarlos todos y preguntar por precios y ofertas. No obstante, los lugares varían entre 200 y 250 MN y tienen las mismas condiciones con excelente confort.

En el alquiler nuestro, además, ofertaban por 50 MN por persona un desayuno que era más que suficiente para no comer nada más en el resto de la mañana. Leche, frutas, tortillas, tostadas con mayonesa, jugo, pan y dulces, todos cocinados y servidos con la misma amabilidad que encontramos en cada habitante del pueblo.

Comida:

La comida está al alcance de todos también. Te encuentras desde pizzas, dulces deliciosos o panes con carne, todo por menos de 20 MN, hasta hermosas paladares que sirven verdaderos manjares. Yo no soy de buen comer, lo admito, ni conozco de comidas exóticas. Pero ahora cada vez que tengo hambre pienso en la paladar Vista Azul. Situada en la punta de una loma y con una vista espectacular de la ciudad, esta paladar se precia de ser de las mejores de Gibara.

Pelly complace al bichito de chismoso que tenemos todos los periodistas. Foto: KMVL/OnCuba
Pelly complace al bichito de chismoso que tenemos todos los periodistas. Foto: KMVL/OnCuba

“Puedes comer todo el arroz, ensalada y vianda que desees. Aunque difícilmente alguien pide más, la cantidad inicial es suficiente”, cuenta satisfecho Pedro Luis Roldán Galbán o como todos lo conocen: Pelly. Cualquier plato fuerte cuesta lo mismo: 100 MN. La ración es tanta que con un solo plato comen dos personas y quedan satisfechos. “Los filetes de castero de Pelly son de lo mejor en Gibara y, además, vienen acompañados de esta vista”, comentó Pedro Suárez, un cliente que vino desde la ciudad de Holguín con su familia solo para disfrutar de un buen almuerzo.

“Tenemos pollo y carne de puerco, pero lo que más les gusta a los clientes son los pescados o mariscos”, explica Pelly orgulloso de su negocio. “Abrí hace unos meses y me va bien. Ahora hay capacidad para 30 personas, pero para el Festival tendremos más y no cerraremos mientras tengamos clientes”.

Con capacidad para 30 personas pero sin perder la atención personalizada. Foto: KMVL/OnCuba
Con capacidad para 30 personas pero sin perder la atención personalizada. Foto: KMVL/OnCuba

En Gibara hay varias paladares de excelente calidad como La Cueva Taína, El Curujey o Las Terrazas, aunque el mejor, sin dudas, es Villa Azul, de Pelly. En todos estos lugares el precio del plato fuerte es el mismo (100MN) y el menú se basa en las comidas típicas del pueblo, fundamentalmente provenientes del mar. ¿Por qué para nosotros el mejor fue el de Pelly? Pues solo ahí encuentras el maridaje perfecto entre una excelente vista panorámica del pueblo, un espacio acogedor, un servicio de excelencia (y sin excesos) y el buen sabor de una auténtica comida criolla hecha en casa.

Gibara, “no es por na´, es el pueblo más lindo de Cuba”, tiene una magia que tatúa tus recuerdos para siempre. Nada volverá a ser igual después de caminar sus calles, disfrutar de la brisa del Atlántico y decirle a alguien “te quiero” a la orilla de la bahía.

Solo espero que mis recuerdos te sirvan de guía para este Festival de Cine Pobre.

Gibara, La Villa Blanca, se fundó en 1817 al norte de Holguín. Foto: KMVL/OnCuba
Gibara, La Villa Blanca, se fundó en 1817 al norte de Holguín. Foto: KMVL/OnCuba
La bahía, rodeada de montañas, lugar obligatorio para los visitantes. Foto: KMVL/OnCuba
La bahía, rodeada de montañas, lugar obligatorio para los visitantes. Foto: KMVL/OnCuba

 

 

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